He tenido la tentación de escribir este post centrándome en el presencialismo, y lo mal visto que está salir del trabajo temprano –entiéndase temprano por tu hora estipulada–. Pero voy a ceñirme a mi situación personal. Porque como decía, hay trabajos y trabajos, y mi caso puede considerarse de hecho una pequeña rareza. Yo celebraré el 24 de septiembre el Go Home on Time Day saliendo del trabajo a mi hora estipulada. Como –casi– todos los días. Y es complicado cumplir esto trabajando en la redacción de un diario. Se sabe cuándo empiezas, pero no a qué hora terminas. Pero salir a mi hora es algo que llevo haciendo desde hace ya más de 2 años, cuando para poder dedicarme a la crianza de mis mellizos me acogí a una reducción de jornada. Con lo que suele acarrear esto normalmente.
No es lo normal. En este tipo de trabajos no hay hora de salida, es una especie de mezcla entre trabajo a turnos y por objetivos, que es el cierre de la edición del día. Y como mis compañeros, muchos otros trabajadores de este país no pueden simplemente cumplir con su horario y 'apagar el equipo'. Yo tengo esa... Iba a utilizar la palabra 'suerte', pero no lo es. Ni siquiera es un privilegio. Es un derecho. Un derecho que por otra parte me cuesta dinero, posición y expectativas laborales. Pero puedo aseguraros que no me arrepiento ni un solo día de renunciar a estas pequeñas cosas por poder conciliar un poco, por poder disfrutar de mi vida privada y estar con mis hijos y mi mujer.
El día 24, otro día más, saldré del trabajo a mi hora. Puntual. Y valdrá la pena.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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