Encerrado en un caja de cuatro paredes y dos techos, haciendo que las letras se aprendan los números y que los números vomiten las letras, platicando mis secretos a un ordenador, fingiendo compañerismo con mis compañeros, recibiendo concejos vanos del señor de los papeles, inventándome un universo alterno para soportar el nuestro.
Caminando por el mismo camino hasta hacer un camino de hormigas, abordando el metro a la hora pico, bombardeado por miles de ojos con ojos de malas palabras, actuando al compás del reloj, hijo de la jornada, por la noche duermes con tus marchitos sueños.