25 años del encuentro de Voyager 2 con Urano

Por Marathon

En la imagen vemos 2 imágenes de Urano tomadas por la sonda Voyager 2. A la izquierda el planeta en color natural, a la izquierda Urano en falso color. Las imágenes fueron tomadas desde 9,1 millones de km de distancia del planeta. Crédito: NASA/JPL
Cuando la Voyager 2 de la NASA alcanzó su máxima aproximación a Urano hace ahora 25 años, el científico del proyecto Ed Stone y su equipo se reunieron en el Jet Propulsion Laboratory para examinar los datos.
Las imágenes de la pequeña luna Miranda fueron particularmente sorprendentes. Puesto que las pequñas lunas tienden a enfriarse rapidamente después de su formación, los científicos esperaban una superficie antigua y aburrida, acribillada por cráteres de impacto. Sin embargo, el equipo vio terrenos con surcos y crestas lineales que atravesaban terrenos más antiguos en forma triangular. Las imágenes mostraban también grandes acantilados. Todo esto señalaba la existencia de períodos de actividad tectónica en el pasado de Miranda.
El descubrimiento de que los polos magnéticos norte y sur no estaban alineados con el eje de rotación del planeta también resultó una sorpresa. Esto sugería que los flujos de material en el interior estaban más cerca de la superficie de Urano que los del interior de la Tierra, Júpiter y Saturno de sus superficies.

Imagen de alta resolución

Primer plano de la luna de Urano Miranda obtenido por Voyager 2 a 36.000 km de distancia. En la imagen son visibles dos tipos de terrenos: tierras altas y abruptas a la derecha, y terrenos bajos y estriados a la izquierda. Crédito: NASA/JPL


Stone declaró al respecto: "la visita del Voyager 2 a Urano expandió nuestro conocimiento de la gran diversidad de cuerpos del sistema solar. Incluso aunque sean similares en muchos aspectos, los mundos que encontramos todavía pueden sorprendernos".
La sonda Voyager 2 fue lanzada el 20 de agosto de 1977, 16 días antes de su gemela, la Voyager 1. Después de terminar su misión principal visitando Júpiter y Saturno, Voyager 2 fue enviada en una trayectoria de vuelo para sobrevolar Urano, situado a aproximadamente 3000 millones de kilómetros de distancia del Sol. La máxima aproximación de Voyager 2 a Urano fue de 81500 kilometros el 24 de enero de 1986.
Antes de la visita del Voyager 2, los científicos tuvieron que explorar Urano desde telescopios volantes o ubicados en la superficie de la Tierra. Durante una ocultación estelar en 1977 se observaron caídas de luz estelar antes y después de que la estrella fuera ocultada por Urano, los científicos llegaron a la conclusión de que Urano estaba rodeado por 9 estrechos anillos. Pero los astrónomos tuvieron que esperar hasta 1986 hasta que pudiese ser explorado este sistema anular. La sonda Voyager 2 tomó imágenes de los anillos y descubrió diminutas lunas pastoras que les dieron forma. A diferencia de los anillos de hielo de Saturno, los anillos de Urano están compuestos de un material oscuro que refleja muy poca luz.
Los científicos también determinaron una temperatura promedio de Urano de 59 Kelvin (-214º C), antes del encuentro, pero la distribución de la temperatura fue una sorpresa. Voyager 2 mostró que no había transporte de calor desde un polo al otro en la atmósfera, pero ésta mantenía la misma temperatura en ambos polos, a pesar de que el Sol había iluminado directamente durante décadas un polo sí y el otro no.

Rodeados por un círculo pueden verse dos pequeñas lunas pastoras junto al brillante anillo Epsilon de Urano. Crédito: NASA/JPL
Al final del encuentro con Urano se habían descubierto 11 nuevas lunas y dos nuevos anillos, además se escribieron decenas de artículos científicos sobre el peculiar séptimo planeta.
Voyager 2 se situó en una trayectoria que le llevaría a explorar Neptuno, su último planeta, en agosto de 1989. Ahora la sonda viaja a toda velocidad hacia el espacio interestelar, el espacio entre las estrellas. Voyager 2 se halla a 14.000 millones de kilómetros del Sol. Voyager 1, que sólo exploró Júpiter y Saturno, se encuentra en una trayectoria más rápida hacia el espacio interestelar, es de unos 17 millones de kilómetros del sol.
"El encuentro Urano fue único en su género", declaró Suzanne Dodd, jefa del proyecto Voyager, con base en el JPL. "Voyager 2 se mantuvo con buena salud para el viaje entre Urano y Neptuno. En la actualidad ambas naves sondas Voyager están a punto de salir de la esfera de influencia del Sol, y abriendo nuevamente la senda de los descubrimientos científicos."
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