250 años de Simón Rodríguez

Publicado el 01 noviembre 2019 por Jmartoranoster

Aurora Lacueva

El pasado lunes, 28 de octubre, se cumplieron 250 años del nacimiento en Caracas de Simón Rodríguez, maestro del Libertador y maestro de América. Un hombre dedicado en pensamiento y acción a la educación para todas y todos, desde una perspectiva integral, contextualizada y crítica, proyecto que lamentablemente no pudo desarrollar como deseaba.
Él vio surgir a las nuevas naciones suramericanas y las quería verdaderas repúblicas, construidas por republicanas y republicanos conscientes y preparados. Pero las oligarquías dominantes mantuvieron a sus sociedades en la desigualdad, la ignorancia y el atraso.
Rodríguez es pionero de la pedagogía popular en América Latina, como destaca un libro dedicado a él que acaba de publicar la editorial Laboratorio Educativo (Simón Rodríguez. De oficio maestro). Porque este educador libertario consideraba fundamental la asistencia a la escuela de todos los niños y niñas, no sólo de aquellos de familias acomodadas. Y ello en una época cuando en Europa muchos pequeños y muchas más pequeñas jamás pisaban un aula. Es así como en 1850 el analfabetismo en Francia era de 45% de la población adulta y en España subía al 75%. Mientras que para ese mismo año el porcentaje de niños (varones) en edad escolar que estaban en aula era de 60% en Francia y menos de 50% en España. ¡Y ya décadas antes don Simón proponía la educación general en nuestro continente!
Además, no cualquier educación, sino una de carácter integral. Así, consideraba que se requería: “Instrucción social, para hacer una nación prudente; corporal, para hacerla fuerte; técnica para hacerla experta; y científica para hacerla pensadora”. Por ello destacó junto al aprendizaje de la lectura, las matemáticas y otras áreas del saber, la formación para el trabajo, a través de la propia práctica del mismo: labores productivas de carácter técnico, propias de repúblicas prósperas y modernas.
El maestro rechazaba la educación autoritaria y memorística, de ahí su famosa frase: “Enseñen a los niños a ser preguntones, para que (…) se acostumbren a obedecer a la razón.” Defendía la formación en valores, como la solidaridad: “Piense cada uno en todos, para que todos piensen en él”. Murió en Amotape, Perú, a los 85 años, en la mayor pobreza.