Tengo un trauma claramente de lo que pasé en mi anterior embarazo. De ponerme de parto a las 24 semanas, ingresar en el hospital y quedarme allí dos meses postrada en un cama para que finalmente mis hijos mínimos, entubados, frágiles luchando por sobrevivir con apenas un kilo de vida, nacieran de forma prematura.
No puede evitar pensar en ello, no me obsesiona, ni estoy ahí todo el tiempo con miedo, pero si me acuerdo algunos días, o cuando cumplo semanas y veo este miedo en mi marido también. Me pregunta a veces que si que tamaño tiene ya, y lo compara con el que tuvieron nuestros trillis al nacer, y cosas así.
Ahora esta cerca del kilo y es una pequeña tranquilidad que cada semana que pasa el porcentaje de supervivencia en caso de parto prematuro aumenta mucho. Sé que lo más probable es que llegue a termino y todo esto sea un sufrimiento en vano, pero es que no puedo evitar plantearme la posibilidad despues de haberlo vivido tan intensamente. Me vuelven a la cabeza los pitidos de las máquinas, los llantos a pie de incubadora, las ganas de verles la carita o de cogerlos en brazos, el mirar cada día los apuntes de las enfermeras, irte a tu casa cada noche con las manos vacías,....