O cuando el conocimiento eleva.
Gracias a Max Sanjulián y a su equipo por el interés.
Dejaré de lado toda prudencia y empezaré el artículo diciendo que este proyecto es una pasada.
Cuando, en su momento, me avisaron que había una serie de proyectos interesantes que se habían quedado fuera me hicieron llegar esta propuesta. Me llamó la atención poderosamente, pero hasta que no me llegó toda la información (dossiers de memoria, presupuesto y más dibujos de los que salían el los paneles) no calibré su magnitud. Sé que hay una ley, y que ésta es para todos, pero que una propuesta como esta haya quedado fuera del abasto del jurado es injusto se mire como se mire. La decisión es del jurado, el proyecto premiado muy bueno y la intención de esta serie no quiere ser cuestionar el veredicto. Tan sólo me quejo que no se hayan hecho esfuerzos por incluir esto entre los proyectos evaluables.
Tocaría empezar el artículo por la sección del panel 1, documento que resume todo el proyecto, pero antes comentaré el render. Sencillamente es seductor, fascinante. Diferente. Indudablemente, las propuestas para la biblioteca (decenas de ellas) se dividen en dos: esta y las otras. Así de atácivo. Es diferente. Es única. No creo que sea ajeno a esto el hecho que Vólido Arquitectos sea un estudio establecido en Nueva York. Allí no llegan nuestras tensiones, ni nuestras discusiones tontas sobre escuelas o sobre quién controla la arquitectura catalana, etcétera. Allí, con tranquilidad, Vólido Arquitectos (o Architects, mejor dicho)van haciendo, al margen de todo.
He oído una crítica recurrente sobre los arquitectos americanos (consideraré a Max Sanjulián, formado aquí, como un arquitecto americano): son beaux-arts, y, para ellos, el Movimiento Moderno es Estilo Internacional: una etiqueta, como mucho una actitud pragmática, instrumental, más que una manera de hacer finalista, que culmina la historia de la Arquitectura hasta el extremo que ni tan sólo hace falta seguirla enseñando. La arquitectura americana es historicista por definición.
Cierto. ¿Y qué?
Deberíamos aprender. Es básico para los arquitectos (incluso inherente a la profesión) proyectar una ideología. Una ética. Que nuestra manera de hacer no sea tan sólo una aplicación directa de unos conocimientos técnicos, sino una cosmogonía. Una manera de hacer y entender los edificios, la ciudad. Y, a través de esto, crear, proponer maneras de vivir. Y entender y transformar el Hombre. Y el Medio Ambiente. Pero esto no tiene por qué hacerse necesariamente a través de una ideología dogmática y atrapada a unas creencias que la realidad ha superado. De una ideología que pretende, sin la más mínima intermediación, la estética como reflejo directo, inevitable, de la ética, sin cuestionar ninguna de las dos. Por tanto, la consideración (e incluso el método) de proyectar por estilos es perfectamente compatible con la dimensión ética de nuestra profesión.