Revista Espiritualidad

299.- “Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los ‘cómos’.”

Por Ignacionovo
Autor: Friedrich Wilhelm Nietzsche. Poseer una meta definida, tener algo por lo que luchar y que ese algo esté inscrito (arraigado) en nuestra mente de forma sólida, nos hará afrontar los obstáculos que nos vaya poniendo la vida por delante con mayor entereza y la confianza adecuada en su superación.
Considero que para vivir (en toda la plena extensión de la palabra), resulta crucial tener muy claro cuál es el objeto que nos impulsa a levantarnos cada mañana, salir de casa motivados y enfrentar cada día con una saludable actitud.
Y es que no hay nada más deprimente y a la vez más destructivo que la falta de estímulo vital. Que nos de exactamente igual hacer una tarea que no hacerla. Que carezcamos de una finalidad concreta hacia la que dirigir nuestro esfuerzo. Que nos limitemos al simple hecho de ir por la vida cubriendo expedientes; haciendo aquello que nos exigen los demás, pero nunca nada que nos exijamos a nosotros mismos. En fin, ver pasar los días con la placidez del que no espera nada y por lo tanto nada le espera a él.
Yo no tengo duda que para acercarnos a ese lugar más o menos remoto llamado felicidad,  siempre deberemos saber lo que queremos hacer en la vida y cuál es el fin de todo ello, y eso resulta sustancial para intentar responder a la pregunta más importante que nos podamos plantear algún día: ¿Para qué vivimos?
Volviendo al principio y a la frase de Nietzsche, si cuando suena el despertador cada mañana tenemos una meta que alcanzar, no importará tanto cómo transcurra la jornada. Un día parecerá que estemos más lejos y otros más cerca, pero si poseemos una misión, una visión, un objetivo, créeme que no te incomodará si para llegar hasta allí, debes coger tres autobuses, dos trenes y además caminar dos kilómetros jornada tras jornada. Lo harás convencido e incluso contento. Si no tienes nada parecido, y aunque sólo hubieras de hacer un pequeño transbordo, te resultará la combinación más dramática y te quejarás amargamente de tu insufrible destino.
Reflexión final: Procúrate algo que te satisfaga cada día, y rezarás para que ‘cada día’ no se acabe nunca.

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