Náufrago en la Luna (Kimmsi pyoryugi, Corea del Sur, 2009), opera prima en solitario de Hae-jun Lee -quien codirigió en 2006 una cinta sobre un gordito que se siente mujer-, no oculta en ningún momento su deuda con el buen melodrama hollywoodense Náufrago (Zemeckis, 2000). Como en la película americana, su protagonista es un tipo que llega a una isla desierta y tiene que aprender a vivir en ella. Y al igual que Tom Hanks, nuestro héroe, Seong-geun Kim (espléndido Jae-yeong Jeong), tiene hasta su propio "Wilson" con quien platica, discute y cotorrea.
La diferencia es que la isla a la que llega el treintañero Kim no está a mitad del oceáno sino a tiro de piedra de Seúl. Deprimido por sus deudas impagables y por una novia que lo abandonó sin decir agua va, Kim decide suicidarse, tirándose de un puente al celebérrimo y anchísimo Río Han -el mismo de donde salió el monstruo multiforme de El Huésped (Bong, 2006)-, con tan mala suerte que el patético Kim termina siendo arrastrado por la corriente hasta la orilla de la Isla Bam, un pequeño islote que se encuentra a mitad del río. Como el tipo no sabe nadar y su teléfono celular queda sin batería, Kim queda varado en la isla en medio de Seúl: un atípico náufrago que muy pronto tendrá que aprender a cazar pajaritos, atrapar pescados y hasta cultivar su propia huerta, consiguiendo las semillas de... Bueno, usted ya lo verá.
En un edificio de departamentos que se encuentra frente al Río Han, vive una muchacha que, a su modo, también está en su propia isla desierta. Hace tres años que no sale de su habitación, sobrevive pegada a su computadora y se ha inventado su propio perfil en las redes sociales para aparentar todo lo que no es: bonita, elegante, alegre, sociable. Su único pasatiempo es tomarle fotos a la Luna y, un buen día, apuntando su telefoto al satélite natural de nuestro planeta, ve a un "extraterrestre" excéntrico que está en la Isla Bam, sacudiéndose desnudo frente a la ciudad, hablando solo con un maniquí, recogiendo mierda de las palomas, escribiendo mensajes de ayuda ("help") o de saludo ("hello") en la sucia arena...
Como de costumbre en el cine sudcoreano más reciente -por lo menos en el más conocido en México: el de Joon-ho Bong y el de Ki-duk Kim-, lo que domina en el filme de Lee son los bruscos cambios de tono: lo que inicia como sátira de la crisis económica y de la alienación social, continúa como hilarante comedia slapstick -¡esos intentos de capturar a los pájaros y de atrapar a los "egoístas" peces!- y termina en forma de sublime y cursilísima comedia romántica, con dos "náufragos" enamorados a la distancia, comunicándose con anacrónicas botellas echadas al mar -digo, al rio- y con una pareja de alienados que han empezado a amar la vida de nuevo, pues la esperanza tiene cara de tallarín. Y en salsa.