300: El Nacimiento de Un Imperio, que extraña a Leónidas

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

Que tanto parecido tiene el estilo del director Noam Murro con el de Zack Snyder,  que los confundí casi por completo.  No se si eso sea para bien, porque con todo y el brote artístico de sangre volando por los cielos que pretende imitar, la película tiene una seria falla con la falta de nuevos y emocionantes personajes.

Es una lástima que el esfuerzo realizado para que la secuela tuviera sentido dentro de este universo, sea desperdiciado por el nuevo protagonista de Temístocles (Sullivan Stapleton), que no logra ni tan siquiera a igualar los valientes gritos de lucha del fallecido Leónidas (Gerard Butler). Por más batallas ambientadas en el escenario más ridículo con una tormenta épica dentro del Mar Mediterráneo, esto no fue suficiente para distraerme de que prácticamente el actor estaba de paso. 

Todo lo contrario ocurre con la intrépida Eva Green en el papel de Artemisa, porque con cada minuto que estaba en pantalla demandaba nuestra atención. No fue ni necesario el contarnos su historia, desde el primer momento se volvió en lo poco rescatable que tiene la película. Si quieren un ejemplo, solo con recordar la dichosa escena fogosa que tiene Artemisa y Temístocles  te das cuenta que un pedazo de cartón haría un mejor trabajo que el que realizó Stapleton, y entre más se esfuerza el libreto en crear un sustituto de Leónidas, más se pone en vergüenza un casting que sinceramente no debió de ser. Fue un gran error, que gracias a la nostalgia de ver ya sea la reina espartana Gorgo (Lena Headey) o con el simple cameo del traidor deforme; la película respira y hasta nuestros corazones se emocionan.

Hay que reconocer el ingenio de los guionistas Zack Snyder, Kurt Johnstad y Michael B. Gordon para continuar las aventuras de los espartanos de la forma más natural posible. El empalmar la lucha de Leónidas con las batallas que vemos ahora en pantalla y engrandecer la escala del conflicto a todos los pueblos de Grecia,  le da importancia a una primera película que ahora se ve con una perspectiva más intima. El que se opte por una escala épica tiene sus beneficios en secuencias de acción, más no en crear momentos para recordar entre los personajes que dicen luchar por la libertad.

El querer superar lo hecho en la primera película es una misión primordial de cualquier secuela,  es entonces que se engolosina en gran parte con batallas a muerte en donde el gris y los atardeceres prevalecen detrás de los actores. Atrás quedaron los intentos de desarrollar los personajes y es mediante píldoras de información que pretende justificar los motivos de las batallas a venir. Mediante el uso de violencia es como nos mantienen despiertos y con algunas técnicas de combate demasiado modernas como para crear explosiones nos recuerdan que no esta dentro de sus objetivos el ser una representación fiel de la historia.

Para algunos serán suficientes las escenas de batallas épicas, para mi fue un gran retroceso al trabajo realizado. Esto es un relleno para lo que promete tener una tercera parte,  y si fueron de los pocos que se emocionaron con los minutos finales, descubrirán que es la nostalgia de una primera parte que acertadamente creo personajes para recordar, lo que salva a esta cinta del tedio de un Temístocles que preferiría sacrificar, con tal de resucitar a un Leónidas que se le extraña.  Por eso creo que mejor deberían buscar una poza de agua que resucite maridos y lideres espartanos dignos de seguir, en vez de una reina con sed de venganza.