Dirección: Noam Murro.
Intérpretes: Sullivan Stapleton, Eva Green, Lena Headey.
SinopsisSpin-off de su predecesora en el tiempo, 300, basada en la novela gráfica de Frank Miller.
500 años antes de Cristo, el imperio persa trata de invadir Grecia. Temistocles (personaje interpretado por Sullivan Stapleton) es un general ateniense que trata de unir a las polis griegas en su lucha contra el ejército invasor, liderado por Xerxes y Artemisia (personaje interpretado por Eva Green).
Mientras el rey espartano Leónidas y su guardia personal trata de contener a las tropas de Xerxes en la batalla de Las Termópilas (historia narrada en la película 300), Temistocles se enfrenta a la gran armada persa liderada por Artemisia, con apenas unos cuantos navíos, a la espera de poder aunar a todas las ciudades-estado griegas y encarar la batalla final en las aguas del golfo presidido por la isla de Salamina.
CríticaDesde CDI nos hemos querido acercar a esta segunda entrega (estrictamente se la puede considerar un "spin-off", más que una secuela o precuela) dado que en su día su antecesora nos produjo muy buenas sensaciones y nos fue una grata sorpresa en cuanto a formato audiovisual y concepto de adaptación de un cómic o novela gráfica a la gran pantalla. En ella se notaba la estrecha colaboración entre Zach Snyder y Frank Miller, la cual desembocó en un notable ejercicio de entretenimiento cinematográfico, que al fin y al cabo es de lo que se trata. En esta ocasión se sigue en la misma senda, si bien Zach Snyder deja en Noam Murro la dirección, y él se encarga de la producción.
Frente a su predecesora pierde y/o gana, dependiendo de en qué nos fijemos. En primer lugar y debido al anterior éxito de 300 (el cual desde el punto de vista del negocio cinematográfico ya está justificando el prolongar la saga, en busca de dar al público más de lo que ya ha gustado, recaudando así un buen puñado de billetes), se aprecia un mayor derroche de medios, lo que ha permitido profundizar aún más en esa peculiar puesta en escena y forma en la que se adaptó el cómic de Miller, ajustándola a su estética y atmósfera. Suponemos que esa mezcla de experiencia y presupuesto ha permitido una mayor cantidad de efectos audiovisuales y simulaciones digitales, llevándolo en ocasiones hasta lo exagerado, como son esos minutos de metraje en los que hay más "salpicones de sangre" que en los sueños de Tarantino durante la concepción de sus entregas de Kill Bill. Ahí, en esos fotogramas, nos parece que peca de excesiva y a nuestro juicio no era necesario castigar al espectador con tanto ketchup, tiñendo así la pantalla ese "desagradable" pardo rojo.
Nota general: 5,0 sobre 10.
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