Autor: Proverbio Chino. La celebración entusiasta de la victoria del equipo español de fútbol, nos deja imágenes inolvidables. Clavadas quedan en la retina para reconfortar los momentos en los que nos sintamos (que nos sentiremos algún día y ojala que tarde mucho en llegar) huérfanos de esta inmensa alegría.
Los temas que podríamos tratar al hilo del evento recién concluido y que encajarían en el espíritu de este blog, serían tantos y tan variados, que podríamos estar muchos más días hablando de ello. Por respeto a los menos futboleros, lo vamos a dejar aquí. Sin embargo, no quería dejar de aludir al liderazgo ejercido por el seleccionador Vicente del Bosque; ejemplo perfecto de cómo se ha de gestionar un grupo para encauzarlo hacia el éxito.
Vicente ha ejercido un liderazgo sereno, supeditando siempre su gestión al bien del equipo. Tomando decisiones arriesgadas cuando llegó el momento y sabiendo manejar las relaciones, los tiempos y las palabras. Sobre todo las declaraciones, en las que nunca dejo traslucir desánimo, en las que jamás dio pie al victimismo, en las que no se permitió ni un solo momento de presunción o de orgullo y con las que nunca quiso zaherir a los que le habían retado, ni cobrar revancha de quienes le habían puesto en duda.
Para mí, ese es el arquetipo del mejor líder. El que se mantiene como guía, potencia las virtudes de quienes le rodean y ejerce con firmeza su responsabilidad, pero con suficiente corazón para tener en cuenta a aquellos a los que dañan sus decisiones. Aquel que es el último en celebrar y el primero en responsabilizarse de los fracasos. El que se esconde en los momentos de alegría y aparece en los de dificultad.
El entrenador tenía un plan. Un plan del que no se salió por adversas que fueran las circunstancias y por fuerte que resultara el griterío que le pedía cambiar de táctica o de jugadores. Se mantuvo firme y como la frase de hoy, si no se cambia la dirección en virtud de cómo sopla el viento, se acaba por llegar a donde uno pretende.
Y para más inri, no se equivocó nunca, y créeme que equivocarse resulta fácil cuando llega el miedo que todo lo hace crujir.
No quería dejar de hablar del mundial, sin rendir homenaje a un hombre sabio, modesto y bueno (aunque él se enfade porque le consideren bonachón). Querido Vicente, alégrate, porque ser buena persona es infinitamente mejor que ser buen entrenador. Esto último ya lo eres (el mejor del mundo) lo primero, si no lo fueras, te costaría mucho más y no hay copa capaz de premiarlo.
Reflexión final: "Busco hombres que crean que no hay cosas imposibles." (Henry Ford)