31 aniversario del asesinato de Óscar Romero

Publicado el 25 marzo 2011 por Jangas


Aun cuando se nos llame locos, aun cuando se nos llame subversivos, comunistas y todos los calificativos que se nos dicen, sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las bienaventuranzas, que le han dado vuelta a todo para proclamar bienaventurados a los pobres, bienaventurados a los sedientos de justicia, bienaventurados a los que sufren.”

11 de mayo de 1978

Uno no puede olvidar de dónde viene, cuáles han sido sus raíces y cuáles siguen siendo las fuentes de las que se nutre. Yo he nacido a la militancia sociopolítica desde el cristianismo de base y, en concreto, desde la JEC de joven y en el movimiento de profesionales cristianos ahora.

Uno recibía los Ocotes encendidos con entusiasmo, empezó a enterarse que había una Teología de la Liberación, que tenía gran implantación en América Latina, que optaba por los pobres, por los oprimidos, por las mujeres, por quienes nadie quiere escuchar(No es que no tengan voz, que la tienen sino que nadie les escucha). Leí con entusiasmo a Jon Sobrino, a Gustavo Gutiérrez, los poemas de Pedro Casáldaliga, algunas de las homilías de Óscar Romero, para mí fue toda una novedad descubrir que había una Iglesia comprometida con la Liberación, perseguida, asesinaba que criticaba los Tratados de Libre Comercio, que hablaba de Estados Unidos como Imperio, que se metía en el fango porque ahí es donde están los problemas. No se me olvide la latinoamericana.org o la web www.servicioskoinonia.org que han contribuido en gran manera a mi formación humana, creyente y socio-política.

Dice Francisco Fernández Buey en un libro que estoy releyendo “De la fe a la utopía social. Miscelánea Juan N. García Nieto” que cuando uno es utópico de los que piensan que la utopía se sitúa en el terreno de lo no realizable, la gente te da palmaditas en el hombro(Supongo que por eso la visita del Premio Nobel Barack Obama a la tumba de Óscar Romero no me sorprendió). Sin embargo cuando la utopía se intenta llevar a la práctica y se realizan denuncias, se ponen en marcha prácticas de transformación social, entonces empieza a ser fuente de preocupación.

Algo parecido pasa en la Iglesia, en el mundo y en las ONGs, “Si doy pan a los pobres me llaman Santo y si pregunto por qué los pobres no tienen pan me llaman comunista” como diría otro obispo y teólogo de la liberación Hélder Cámara. El peligro no está en dar pan, serás santo, sino en intentar transformar las estructuras viciadas, generadoras de injusticia y opresión, serás comunista. La crisis no es para todos y todas, hay quienes obtienen suculentos beneficios mientras la gente que pierde el trabajo, se queda sin casa y sigue teniendo que pagar la hipoteca está pasando por situaciones que claman al cielo desde el punto de vista humano. Hay quienes tienen decenas de casas. Hay ricos porque hay pobres y porque hay un gobierno que defiende a los bancos y al poder financiero y no quiere ni oir hablar de una reforma fiscal justa y progresiva.

Ayer se cumplieron 31 años del asesinato de Monseñor Romero, lo mataron mientras pronunciaba su última homilía el 24 de marzo de 1980, después de haber pronunciado un mensaje radiofónico para los soldados de la oligarquía : les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, ¡cesen la represión!. Lo explica muy bien Vicente Romero en una entrada de su blog, quién fue y por qué sigue impune ese asesinato.

He empezado esta entrada con unas palabras de una homilía de Monseñor Romero, porque quienes estamos dentro de la Iglesia nos hacen añorar otra Iglesia es posible, una que no se asocie con los ricos y sea más fiel a aquello que Jesús decía y hacía.