Revista Coaching

315.- "Cuando estés de noche en tu alcoba, aun cuando tengas las puertas y las ventanas cerradas y apagada la luz, no digas que estás solo: nunca se está solo."

Por Ignacionovo
Autor: Epicteto. La soledad es comúnmente aceptada, como un estado de desamparo e incomunicación del que hay que tratar de salir cuanto antes y a toda costa e incluso si para ello, debemos aceptar el 'sacrificio' de soportar la compañía de personas con las que no compartimos ni los mismos gustos e intereses ni los mismos ideales y ni remótamente parecidos sentimientos. ¿Merece la pena que para huir de la soledad, nos obliguemos a convivir con quien no tenemos casi nada en común?
A mucha gente le parecerá que si, porque cualquier remedio es bueno antes que tener que enfrentarnos cara a cara con nuestro propio yo y dialogar profundamente y sin ruido con él en soledad.
Aclaremos, no obstante, que no todas las soledades son perniciosas. Las hay buscadas; las de aquellos que persiguen en el silencio y la armonía propios una reflexión calmada y estimulante. Pero como dice un viejo aforismo: la soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno muy malo para quedarse.
Sería demasiado cruel decir que quién está solo es porque realmente así lo quiere. Podría resultar incluso ofensivo para todos aquellos que experimentan al borde del drama el dolor intenso de la soledad, siendo incapaces de escapar de un aislamiento que no pretenden.
Pero, como siempre, para cambiar el curso de lo que nos ocurre no hay otra receta que actuar. Complacerse en la situación que atrevesemos y sentir que somos víctimas de no sé qué maldición nefasta que nos impide, por ejemplo, hacer amigos, no nos ayudará a salir nunca del lugar en el que estamos.
Hay una Ley inefable; algunos le han puesto nombre, aunque yo huyo de todas las etiquetas. Esa Ley determina que recibes, aquello que das. Y se cumple exacta y estrictamente siempre, en una suerte de equilibrio o de compensación universal. No hablo de ciencias ocultas (que por mi, bien ocultas permanezcan) ni de prodigios maravillosos e inexplicables -soy bastante más racional que todo eso-, pero si sé que la forma de encontrar compañía es brindándola, la manera de sentir amistad es siendo a la vez amigo y la de ser amado es amar. Es simple, pero eficaz.
Reflexión final: Míralo de una forma postiva; nunca se está solo, sino que todavía no hemos encontrado a aquellos que nos acompañarán… luego habrá que seguir buscando hasta dar con ellos, ¿No?

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