La huida del terruño, el desplazamiento doloroso, debido a una guerra. Un tema recurrente en el cine que, en Bekas (Ídem, Irak-Suecia-Finlandia, 2012), es tratado con ligereza, humor y, podría alegarse, acaso hasta con simpleza.Estamos ante el segundo
largometraje del cineasta kurdo exiliado en Suecia Karzan Kader. Los dos chamacos protagonistas de Bekas viven
en la calle, en la zona kurda de Irak a inicios de los años 90, son hermanos y,
para rizar el rizo, huérfanos de guerra -de hecho, la palabra "beka"
se refiere a los niños que perdieron a sus padres en algún conflicto bélico. Su
dura vida callejera tiene un respiro cuando al cine del pueblo llega Supermán
(Donner, 1978), lo que despierta su imaginación. Así, los dos escuincles deciden viajar a
América para conocer al Hombre de Acero y pedirle que venga a Irak a darle en
la torre a Saddam y, de pasadita, a revivir a sus padres muertos -digo, ¿no que
Superman lo puede todo?Kader tiene una gracia: desecha todo atisbo de miserabilismo para optar por un humor ingenuo, infantil, que empata con
el carácter de los personajes, sus relajientas aventuras/desventuras y las
desbordadas interpretaciones de los dos jóvenes actores Sarwar Fazil (Dana) y
Zamand Taha (Zana). La película, escrita por el propio cineasta, no es más que
una serie de viñetas de los dos niños avanzando en el camino, buscando llegar hasta América en el lomo de un burro bautizado "Michael Jackson", escondidos
bajo un camión o acurrucados en la cajuela de un automóvil. Apunté que Kader tiene la gracia de ese
humor ingenuo e infantil, pero es también la única gracia que tiene. La
película es agradable, sin duda alguna, pero no es mucho más que eso: una
road-movie infantil a pata, a burro, a carro, con dos hermanitos gritones y
simpáticos. Fuera de un buen manejo del suspenso a través del uso sagaz del
encuadre, visualmente hablando la cinta avanza sin mayores alardes
estilísticos. Kader realizó este largometraje a partir
de un corto homónimo de 28 minutos y esta ¿innecesaria? expansión de la
historia se hace notar en la acumulación de anécdotas que, sin dejar de ser
chistosas, tampoco agregan nada realmente importante a la película. Una cinta
simple, sencilla, que se deja ver no sin cierta condescendencia, por lo menos
en mi caso.