Autor: Miguel de Cervantes. De hecho, cualquier día lo es cuando nos empeñamos en verlo así.
Me da un poco de rabia (contenida e inocua), que haya gente que desprecie la capacidad que posee el pensamiento positivo para procurarnos una vida más agradable y feliz. Me refiero a las personas que no creen, ni lo harán nunca por principios inquebrantables, en que la alegría posee una demostrada capacidad para curar. Gente que se niega la posibilidad de encarar la vida con optimismo (¿para qué?) y que vive aferrada a una suerte de fatalidad inmutable en la que siempre ocurre lo que ha de ocurrir, independientemente de si te tomas la vida como un infierno o como un recreo.
No se trata, por lo menos yo no trato, de convencer a nadie que no esté ya convencido, pero tampoco entiendo el prejuicio que hace desestimar cualquier camino que nos ayude a estar mejor. Estoy seguro de que buena parte de las personas que han conseguido hacer algo de verdadero mérito sus vidas (en la forma en que sea), disfrutaron o disfrutan de una disposición optimista. Ese tipo de actitud que hace no dejarse vencer por el desánimo y gozar de equilibrio en todas las parcelas de tu vida. La actitud valiente de los que se motivan para salir adelante en cualquier circunstancia y que contemplan cada día como un terreno fértil de oportunidades.
Os dejo para la reflexión y el deleite de los sentidos, el fragmento de “Don Quijote” que completa la cita de hoy. Podría afirmar, sin pecar de exagerado, que no he podido encontrar en todo cuanto leí y escuché, una declaración formal más reveladora, y a la vez más inspirada, sobre cuál es la actitud con la que debemos de afrontar cada día de nuestra vida. Palabras que son capaces de levantar el ánimo más abatido y que aceleran las ganas de vivir más allá de cualquier límite.
"Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.”