Habrá quienes hayan amado apasionada y profundamente varias veces en su vida y otros que jamás habrán conocido ese cierto tipo de amor. Y es que el verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto. (François de la Rochefoucauld)
Aunque el sentimiento de partida pueda ser el mismo, nadie ama de la misma manera. El amor está conformado por todo lo que somos e incluso por lo que soñamos ser. Y tal vez todos tengamos grabado en nuestros genes un tipo de amor concreto: el que consigue que una persona nos enamore y otras pasen desapercibidas sin saber en absoluto el porqué. Y es que si bien los síntomas pueden ser comunes e incluso el propio desarrollo de la ‘enfermedad’ posea una 'sintomatología' idéntica, amamos como somos y por tanto, no hay pasiones idénticas ni amores equivalentes.
En definitiva: “Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso.” (Honoré de Balzac)
Hoy en nuestra cita cinematográfica semanal nos remontarnos hasta el año 1954, fecha del estreno de la película “Johnny Guitar”, dirigida por Nicholas Ray y que contiene una de las más extrañas declaraciones de amor de la historia del cine.
Sólo unos pocos antecedentes: Johnny Logan (Sterling Hayden) es un portentoso pistolero que ha cambiado su revólver por una guitarra. Con su guitarra a cuestas se dirige hacia la casa de juegos de Vienna (Joan Crawford), en donde le espera un trabajo como músico… y también un viejo e inolvidable amor.
Johnny: ¿A cuántos hombres has olvidado?Vienna: A tantos como mujeres tú recuerdas.Johnny: ¡No te vayas!Vienna: No me he movido.Johnny: Dime algo agradable.Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?Johnny: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.Vienna: Te he esperado todos estos años.Johnny: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.Vienna: Habría muerto si no hubieses vuelto.Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero.Vienna: Aún te quiero como tú me quieres.Johnny: Gracias. Muchas gracias.
Reflexión final: No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la mayor prueba de amor es dejar vivir libremente a quien amamos.