365 días con la chica de los planetas

Publicado el 22 diciembre 2015 por María A. Ayuso @MariaysuMundo
Ay. Eso es lo que he hecho al leer la última página de '365 días con La Chica de los Planetas'. Y es que el regreso de Holden Centento a las librerías (Suma de Letras) era de los más esperados del año, al menos por mi parte y es que cuando la música y las letras se juntan, a mí me entra como una especie de escalofrío que es difícil de describir...

Portada '365 DÍAS CON LA CHICA DE LOS PLANETAS'

Sobra decir que si no has leído 'La Chica de Los Planetas' es difícil que este libro te enganche, te llegue y te guste. Sobra decir que algún spoiler (no me gusta nada esta palabra) habrá en esta entrada que no pretende ser una reseña tal cual, sino un reflejo de los sentimientos y recuerdos que la obra me ha producido.Y es que  han sido muchos y muy buenos, y los menos buenos - a estas altura de mi vida- me suenan muy, muy lejanos. Madrid vuelve a ser el centro y epicentro de esta gran historia de amor, una historia que vuelve a juntar dos caminos que parecían haberse separado por completo, pero ya se sabe,  nunca hay que decir nunca. Y es que La Chica de Los Planetas regresa como un torbellino y con el pelo corto, quizá por un acto de rebeldía o quizá porque quería romper con un pasado que la perseguía como una sombra. Y así se reencuentra con Holden (o Holden se reencuentra con ella) con un aire nuevo, pese a ser la misma chica (con miedo) de siempre. Porque lo que yo creo que le pasa es que está cagada porque puede ser feliz. Y es extraño pero es un sentiemiento que, creo, se puede experimentar.
En '365 días con La Chica de Los Planetas', Holden nos invita de nuevo observar una parte de su vida, nos invita a seguir siendo partícipes de este romance que transcurre entre libros, calles y canciones. Y somos un poco voyeurs de su intimidad, de las cosas que se dicen y de las que no se dicen, de sus miradas, de sus silencios, de sus enfados y reconciliaciones. Y con esa intimidad a la que se nos invita, disfrutamos y lo hacemos seguramente porque nos vemos un poco reflejados en algún gesto, contestación o postura. Eso es lo grande y magnífico de este libro, que sentimos cada capítulo como propio, que sentimos que esos pasajes han formado parte de nuestra vida en algún momento. Porque, insisto, a todos nos ha pasado algo así y hemos sentido así. Para mí, esta bilogía ya forma parte de mi vida, casi como una banda sonora de las que siempre acompañarán. El autor se abre en canal y es curioso como se "inmola" ante los lectores. Es muy generoso por su parte invitarnos a ser parte de esto, una persona que se oculta tras una gorra y una gafas de sol.La estructura de esta segunda parte es muy similar a la de 'La chica de Los Planetas', aunque incluye algunos mails de lectores que la verdad, son para echarse a llorar (por emotivos). También permite que le conzcamos un poco más, que sepamos un poco más del proceso de escritura y publicación del libro y también lo que opina F. (La Chica de los Planetas) de todo el éxito que ha tenido contando su vida. POR SUPUESTO, si hay algo que destacar es la MÚSICA, esas canciones que ya son su banda sonora original. Los Planetas, Vetusta Morla, Supersubmarina o Sidonie son algunos de los grupos que suenan y resuenan en estas páginas, lo que les aporta - si cabe - más vida y movimiento. Y eso me encanta.
Al leer la última página se entiende que Holden quiere cerrar este capítulo en su vida, al menos para los lectores. Seguramente nunca sepamos si volverán a pasear por la calle Fuencarral, si cenarán en el Lolina, si irán juntos a algún concierto de Los Planetas o si releerán, sentados en el mismo sofá, 'El palacio de la luna' de Paul Auster. Y mejor así. Nunca se ha sabido con certeza si segundas partes son buenas o no...