Pérgamo significa "ciudadela", y es que su acrópolis se encuentra situada a unos 335 metros de altura aproximadamente. La ciudad era una pequeña colonia griega de eolios, situada frente a la isla de Lesbos, que estaba habitada desde la Prehistoria. Jenofonte la citó por primera vez en la Historia en su otra Anábasis, al ser uno de los puntos por los que pasó el Ejército de los 10.000, pero esa es otra historia de la que hablaremos el mes que viene en Legado Digital.
La dinastía gobernante de los Atálidas quiso hacer de esta ciudad la Atenas del mundo helenístico, y debido a su orografía, los arquitectos tuvieron que superponer tres grandes zonas reunidas entre sí por escalinatas, con miradores y terrazas que nos muestran un pintoresco nuevo gusto en aquella época que se adaptaba perfectamente al paisaje.
En esta ciudad hubo una biblioteca que llegó a albergar 200.000 ejemplares de libros en rollos de pergamino y es que, por si aún no lo sabíais, es aquí donde nació el pergamino, como ya nos sugiere su nombre. Esta invención surgió fruto del hecho de que los Lágidas, dinastía reinante en Egipto en aquella época, se negó a exportar el papiro que era el material utilizado, y de alguna manera había que escribir ¿no? :-)
Acrópolis
La parte alta de la ciudad era la más importante, con una doble ágora bordeada por un templo de Dióniso. En la plataforma superior estaba el gran altar de Zeus, uno de los edificios más espectaculares tanto por su belleza como por sus dimensiones, y que no se encuentra en su sitio original, que es la zona del árbol de ahí abajo que se encuentra al fondo a la derecha de la imagensino en el Museo de Pérgamo en Berlin, y que es éste de la foto que he pillado por internet para que lo podáis apreciar en toda su grandeza.
Ahora tengo que ir a Berlín a ver el original, faltaría más, porque allí se encuentran también el busto de Nefertiti y la Puerta de Ishtar, y la cosa no se puede quedar así :-D.
Arriba, dominando el valle del Selinus, también se encuentra el templo de Trajano, que nada más verlo te pide a gritos que lo fotografíes.
Un poco más abajo se encuentra el Teatro, que como podéis apreciar tiene una inclinación increíble debido a la orografía de la zona. Se da la particularidad de que, debido a la falta de espacio, este teatro disponía de un escenario portátil. El motivo era que, para que se pudiese acceder a sus gradas, era necesario pasar por la zona en la que debía estar situado, por lo que hubo que hacer uno de quita y pon. En la segunda foto podéis apreciar la impresionante imagen que tenían delante los actores en las representaciones.
Vista desde el escenario
Garai delante de la zona del escenario
Descendimos por sus empinadas gradas hasta llegar a la mitad y nos introdujimos por los pasadizos de la estructura interna abovedada que lo soporta, hasta llegar a la salida.Tras terminar la visita a esta maravillosa ciudad nos dirigimos a Esmirna, en donde nos alojamos nada menos que en el Hilton Izmir. La verdad es que el hotel fue decepcionante para ser un Hilton, se trata del típico hotel que se ha ido aviejando y pide a gritos una remodelación. No obstante fue uno de los sitios en donde el servicio mejor atendía a los huéspedes.
El guía nos fue contando cosas de la ciudad a excepción de un dato digno de ser recordado: Esmirna fue la primera polis griega conocida. No obstante Erdem estuvo durante todo el viaje ocultando el pasado griego de Asia Menor, hablando como si Turquía hubiese existido siempre, cuando es un país de creación muy reciente. Está claro que las relaciones entre ambos países siguen siendo turbias. Por la noche dimos un paseo por la zona del puerto con una temperatura exquisita. El paseo marítimo que transcurre por el Egeo estaba plagado de restaurantes con terrazas y comercios vendiendo de todo. Se apreciaba a simple vista que es una ciudad muy europeizada y con un nivel de vida mayor debido al turismo que recibe, que es de un mayor poder adquisitivo.
Durante el paseo hicimos nuestra primera compra, y recordamos la visita de Pérgamo mientras veíamos a muchos hombres pescando, no sabemos qué. Fue una noche gratísima y relajante, algo que íbamos a agradecer al día siguiente puesto que nuestra siguiente etapa era Éfeso: la ciudad mejor conservada de la Antigüedad que hay por aquella zona.