Al sur del Alto Atlas, donde las altísimas montañas chocan con el desierto, el paisaje asombra por su dureza, su fuerza y sus tonos ocre y rojo; rotos por el azul de los ríos y los oasis de verdes palmerales.
Esta tierra árida y polvorienta fue el paso principal de las caravanas de mercaderes que se dirigían a la mítica Tombuctú y hoy en día aún conserva este aire místico, calmado y hospitalario de otras épocas. Y entre tanta belleza destaca:
Foto: Viajesinteligentes.es
Aït Ben Haddou
Los Ksar son los castillos fortaleza de la cultura bereber, con muchísimas casas solapadas de adobe y decoradas con bonitos motivos geométricos. Son muy típicos del sur del Alto Atlas y el Ksar de Aït Ben Hadu es el más espectacular de todos. Declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1987 cuando vayas te sonará, ya que ha sido el paisaje de infinidad de películas como Gladiator, La joya del Nilo o El hombre que quiso ser Rey.
Foto: Lluc Ulldemolins.
El Valle de las Rosas
Kalaat M’Gouna es la puerta de entrada del espectacular valle de las rosas, que cuenta con casi 30 kilómetros ininterrumpidos de cultivo de rosas damascenas salvajes. El verde y rosa del valle contrasta con los tintes ocres del cañón. Vale la pena visitarlo entre el 10 de abril y el 20 de mayo, cuando las rosas florecen. Y así ser testigo de la bella recolección de las rosas y los capullos antes de que salga el sol y éste disminuya la potente fragancia de las rosas.
Foto: Bjørn Christian Tørrissen.
Las Gargantas de Todra
Llegar a las impactantes gargantas de 18 km de Todra es una sorpresa sensorial: Pasas de recorrer verdes valles llenos de gente trabajando en las palmeras datileras y sus cabras para adentrarte en un cañón que puede alcanzar los 300 metros de alto y se va estrechando paulatinamente, hasta llegar a los 10 metros de ancho. Es una de las mejores paredes del mundo para los escaladores, y al llegar a Todra te los encontrarás de todas las nacionalidades.
Merzouga
Este pequeñito pueblo, a 50km de la frontera con Argelia, es la puerta de entrada de Erg Chebbi, una de las zonas del desierto arenoso más famoso de Marruecos. Vale la pena desplazarse hasta allí, no solo por sus espectaculares y bellas dunas, también por vivir una puesta de sol paseando en dromedario, llegar a un oasis y dormir en una jaima rodeado de kilómetros y kilómetros de finísima arena y el idílico silencio del desierto.
¿Convencido? Pues ahora puedes volar directamente desde Madrid a Ourzazate con Air Europa.
(Fuente: Atrápalo)