¿Por qué lo hacemos? Sabemos que nunca termina bien. El problema es que el ciclo parece casi imposible de romper y quedamos tan atrapados en él que incluso perdemos nuestras habilidades organizativas mas básicas. Ten en cuenta que, además del propio echo de tener la tarea retrasándose infinitamente, esta, nos priva de concentrarnos plenamente en otras tareas ya que la tenemos recurrentemente en mente.
He aquí algunos trucos para recuperar nuestra productividad frente uno de sus peores enemigos… la procrastinación:
- Haz la tarea, ya!. ¿Simple, no?. ¿Evidente, no? Pues parece que no tanto, y lo sabes. Porque si es tan fácil, ¿por qué no lo haces?. Aprovecha el momento de máxima inspiración y energía para hacerla, quítatela ya de encima. Si empiezas el día con esta tarea, cuando aún estas fresco, las tareas que vendrán detrás las procesarás mejor y más rápido (y más contento).
- A veces la tarea la postergamos porque es un proyecto que, por su dimensión, no sabemos por donde empezar, en este caso debemos dividirlo en acciones, así nos será más fácil empezar, podremos planificar mejor y podremos adquirir compromisos de cumplimiento. Yo normalmente empiezo con un mapa mental, o en su defecto, me propongo de realizar el guión del trabajo a presentar.
- Prográmate las tareas. Además de tenerlas perfectamente identificadas y listadas, llega un paso mas allá, ponlas en el calendario. Con esto estarás mas comprometido y evitarás el estrés de la improvisación.
- Revisa y descansa. Estos principios son básicos para ser plenamente productivo, pero en el caso que seas un procrastinador reincidente, son muy importantes. En tu organización diaria prográmate ‘puntos de control’, para revisar si has conseguido procesar las tareas que pretendías, si es que sí te dará energía extra y te desestresará; si es que no puntualmente, tranquilo, no pasa nada, todos tenemos malos días; si es que no siempre… revisa tu sistema de planificación porque algo falla (¿objetivos demasiado ambiciosos?). Es importante que también te programes algunos descansos, y si los programas después de acabar con la tarea que te daba pereza afrontar, mejor, tienes tu premio, vete a tomar un café y piensa en lo poco que te ha costado llevarla a cabo.
Recuerda que no hay nada imposible, y que tu tienes las capacidades para acabar con esa tarea maldita, no hay excusas para dilatar su ejecución. Con persistencia y un poco de planificación podrás poner fin a este infame hábito que afecta tu productividad.