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Golpe contra las artes
Damaris Torres y Rodrigo Alarcón | Sábado 7 de septiembre 2013 18:35 hrs.
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En medio de las conmemoraciones de los 40 años del golpe de Estado en Chile, se están realizando varias exposiciones, obras de teatro, publicaciones de libros, entre otros, que relatan y analizan los acontecimientos que se vivieron durante los 17 años de dictadura.
Algunos de los que llevan a cabo estos proyectos vivieron ese oscuro período, e incluso hubo quienes estuvieron detenidos y fueron torturados en diversos campos de concentración, y otros perdieron la vida y sus familiares aún no saben dónde están. Acá un registro de algunos casos de artistas que vivieron las violaciones a los derechos humanos en carne propia.
Teatro de resistencia
“El sonido de una reja con unos candados era el pavor, porque significaba que venían a buscar para la tortura. Además toda esa gente estaba desaparecida, son todas esas personas que después aparecieron como si se hubieran matado entre ellos y todas las mentiras que inventaron, entonces era gente en la indefensión más absoluta, porque habían sido raptadas de sus casas, lugares de trabajo o en la calle, y los militares sabían que las tenían ahí dispuestos a hacer, y de hecho hicieron lo que quisieron con ellas”. Este es uno de los testimonios que Gloria Lasso dio a conocer en el programaMentiras Verdaderas de La Red el pasado martes 3 de septiembre.
La actriz estuvo detenida en la casa José Domingo Cañas y Cuatro Álamos luego que carabineros irrumpiera en su hogar tras ser delatada por Alejandra Merino, la flaca Alejandra, quien la acusó de haber escondido a personas de grupos políticos contrarios a la dictadura.
Ahí pasó días en los que caminó encima de cuerpos y fue violentada física y mentalmente. Antes de llegar a aquellos terribles momentos, Lasso, trabajó en el Departamento de Extensión de la Universidad Católica recorriendo las poblaciones con obras de teatro que ayudaban a mejorar la convivencia social. “Me acuerdo de una fábrica donde crearon un montaje y nosotros los asesoramos. También hicimos muchos talleres en el norte del país, era muy lindo, la gente nunca había visto teatro y era una época muy luminosa”, reconoce.
Algo similar ocurrió al reconocido actor Fernando Farías, quien después de estar detenido en la isla Quiriquina de Concepción casi un año, fue arrestado por carabineros en San Antonio y preso en Tejas Verdes durante 15 días.
Este militante del partido comunista cuenta que durante el período trabajaba en el teatro de la Universidad de Concepción, donde “hacíamos distintos montajes que permitían la descentralización de las artes en Chile. Pero cuando llegó Pinochet inmediatamente cerraron el establecimiento y algunos de mis compañeros fueron detenidos”, dice. Y agrega: “Parecía como si los militares le tuvieran miedo a la cultura. Todo lo que es educación es enemigo de ellos, no lo entienden. Lo único que consideraban eran a las armas, los golpes, matar, torturar, para eso servían y sirven”.
Uno de los casos más emblemáticos es el vivido por el actor y profesor de inglés Roberto Parada (1909- 1986), quien mientras se encontraba en plena función de la obra “Primavera con una esquina rota” en el teatro Ictus, se enteró del crimen de su hijo, José Manuel, sociólogo que fue secuestrado y posteriormente asesinado en el denominado “Caso Degollados”, junto a Manuel Guerrero y Santiago Nattino. Javiera Parada recuerda así a su abuelo:
“Para mí Roberto Parada fue una gran inspiración, igual que María Maluendas, mi abuela, de hecho yo comencé a hacer teatro con ellos cuando tenía 7 años en la obra Seis personajes en busca de autor que mi abuela dirigía y protagonizaba mi abuelo. Ellos, ademas, nos cuidaban a mí y a mis hermanos porque mis padres trabajaban y tenían una manera de entretenernos haciendo obras de teatro, recitar y leer”, cuenta.
“La enteresa ética y moral que tuvo en su vida, el gesto de ir a la función y no pararla cuando se entera que su hijo es uno de los tres cuerpos que habían sido asesinados, es de una fortaleza sin límites. Creo que eso habla de su enorme enteresa y el enorme cariño y la fuerza transformadora que creía que tenía el teatro, las artes y el público; y también del gran amor y respeto que él tenía por su hijo y el pueblo de Chile, por eso consideraba que el homenaje que tenía que hacer en ese momento era seguir haciendo la obra”, insiste la actriz.
Al contrario de lo hecho por Roberto Parada, Fernando Farías no quiso continuar en las tablas por un tiempo. “Me dediqué a ser comerciante y prometí no ser nunca más actor, pero me llamaron de Santiago para una obra que se llamaba “Lo crudo, lo cocido y lo podrido” que hablaba un poco de ciertas cosas que estaban pasando, y fue un éxito y me fui quedando, quedando, quedando, y como me gusta el arte, me quedé”, afirma sonriendo.
“El teatro fue nuestra resistencia, la resistencia para vivir”, arenga el actor, opinión compartida por la nieta de Roberto Parada, quien sostiene que “el arte fue el arma de la disidencia de lo que ellos querían imponer”.
Escribir para la memoria
Adolfo Cozzi era estudiante de pedagogía en castellano para el 27 de septiembre de 1973. Durante aquellos meses realizaba su práctica en el vespertino del centro de formación técnica DUOC, donde la mayoría de sus estudiantes eran carabineros.
Luego de una de sus clases, Cozzi partió al departamento de un amigo ubicado en calle San Antonio, donde en medio de una tertulia tocaron a la puerta: eran las fuerzas policiales. Entre el miedo y la incertidumbre de entender lo que ocurría, los jóvenes fueron llevados a la 1° Comisaría de Santiago donde fueron apresados y golpeados por poseer literatura marxista.
“En la biblioteca de esta casa habían muchos libros, entre ellos el Diario del Che y un ejemplar mimeografiado de la guerrilla urbana de los Tupamaros, entonces eso fue lo que nos perdió. El teniente a cargo de la patrulla nos dijo con esto ustedes están funados”, señala el escritor.
Luego de varias horas de horror y simulacros de fusilamientos, fueron llevados al Estadio Nacional. “Mi estadía fue hasta el 9 de noviembre del mismo año y de ahí me trasladaron a Chacabuco, en el norte, esta oficina salitrera que había sido convertida en un campo de concentración”, explica.
En sus 45 días de encierro, el actual periodista y guionista decidió no dejar en el olvido estos momentos por lo que el año 2000 publicó la primera edición de “Estadio Nacional”, donde detalla las violaciones a los derechos humanos que cometían en su contra y la de todos sus compañeros.
Según Aldolfo Cozzi, está era la única manera de mantener la memoria y disfrutar la libertad, pues reconoce que el día más feliz de su vida fue cuando lo dejaron ir. “Yo creo que fue el dia más feliz de mi vida, porque yo comprendí, cuando estaba en Chacabuco, que la libertad es un bien supremo. Yo me acuerdo que caminando en el campo de concentración apoyé la frente en la reja que estaba frente a una torre de vigilancia, y me dijo en voz alta, yo juro que nunca más me voy a deprimir ni me voy a sentir bajoneado, porque si salgo en libertad yo voy a disfrutar cada segundo de ella”.