40. La Semilla Del Cambio

Por Lagunamov @Lagunamoc
¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa!
Noches BlancasCrecer significa elegir qué tipo de vida vas a llevar, considerando todas ellas y haciendo una elección realista. El paso de niño a adulto suele tener como consecuencia el conocimiento de que para ser feliz no hace falta que tu vida sea perfecta, sino que se adapte a tí.
Cuando somos niños y adolescentes, queremos tener una vida ideal: ser astronautas, tener mansiones, etc. Con el pasar de los años, uno se da cuenta que no hace falta ser tan ambicioso, que esa felicidad es ficticia y que, la real, requiere de menos. Es accesible para todo el mundo.

Pero para hacer esta transición a adulto y tener los pies en la tierra hace falta encontrarse con una desilusión, algo que te rompa tus esquemas y que te fuerce a aprender cómo ser feliz sin que todo sea perfecto. ¿Qué puede ser esto? Todos aquellos que habéis visto El Viaje de Chihiro lo sabéis, es el trabajo.
Chihiro, al principio de la película, es una niña malcriada, de esas que odias y quieres matar en cuanto abren la boca. Su carácter cambia cuando llega a la casa de baños y empieza a trabajar. Se vuelve una chica más educada, disciplinada y coherente.
El trabajo es algo vital para que una persona madure. Es el primer contacto con algo que no te gusta pero que debes hacer, también es la primera vez que tienes que seguir órdenes y que no eres libre. Además, es la primera gran decepción que te da la vida, pues pocos hacen honor a la idea que tenías de ellos en la cabeza.
No nos engañemos, te puede gustar más o menos tu trabajo, pero es una obligación, y nadie puede ir todos los días corriendo a algo que se le impone. Vamos porque no nos queda otro remedio y aprendemos a apreciarlo por el mismo motivo.
Este aprender a que te guste algo que es duro, rutinario y poco recompensado (en la mayoría de las ocasiones), hace que crezcas y veas la vida de una forma diferente, más real y menos ideal. Te convierte.
El trabajo es algo tan esencial para que la persona se desarrolle (madurez, disciplina, realidad) que ahora mismo, en la crisis económica en la que vivimos, somos testigos de cómo el desempleo hace que nos encontremos personas de 30 años que parece que tengan 15.
El choque con la realidad antes se solía producir a los 18, cuando te ibas de casa, ahí se tenía la primera crisis existencial. Con la crisis económica, esto ha pasado de darse a los 18 a darse a los casi 30 años. Cómo resultado tenemos que se deja de ser adolescente en la última mitad de los 20.
Esto es negativo para muchas cosas (más sufrimiento, más dependencia, más necesidad, más dudas...) pero también es muy positivo para otras, pues nos da más tiempo a los jóvenes para elegir nuestro camino de forma fundamentada. Tenemos la oportunidad de hacer un salto desde una superficie más sólida.

Y no solamente se elige qué vida vas a tener cuando pasas a ser adulto, sino que también eliges qué tipo de persona vas a ser y qué valores vas a tener. Y contra más tiempo pase hasta que llegues a la madurez, más gente vas a conocer y más claro vas a tener cómo quieres ser.
Durante el viaje, creo que, lo que quedaba de adolescente en mí murió y pasé a ser completamente un hombre. Descubrí qué tipo de vida quería llevar y qué tipo de persona quería ser. Reafirmé viejas creencias y creí, con más fuerza que nunca, que siempre hay que intentar dar lo mejor de ti. El viaje en aquel bus me hizo reconfirmar esto.
El sol pegaba con fuerza y mi cuerpo llevaba mucho tiempo deshidratándose, el desierto de Atacama tenía fama de duro, pero nunca imaginé que pasar por allí en autobús también iba a ser un suplicio.
Además, no solamente el calor era la fuente de las preocupaciones de mi cuerpo, había algo peor, mis piernas. El tan reducido espacio que tenía para moverlas había provocado que, tras 28 horas en esa posición, un dolor inaguantable las invadiera. Y ya no lo podía soportar más, tenía que estirarlas.
-Pff, se te ocurre alguna idea para parar el vehículo, el dolor se ha vuelto mortal, vosotros no tenéis ese problema porque sois como hobbits. - Le dije a mi compañero Eduardo, un ecuatoriano de unos 50 años que se sentaba a mi lado.
-Hobbits? Qué es eso? De tanta filosofía te has quedado tarado JAJAJAJA! (Sí, pongo su risa en mayúsculas porque el tío se reía con mucha fuerza).
-Medianos, de la comarca, sauron, el señor de los anillos. No los conoces? Qué triste habrá sido tu vida con tanta ignorancia. Igualmente, voy a ver si el conductor para para que corra un rato. - Cogí la mochila y me levanté.
-Dónde vas español? - Me dijo la colombiana que estaba sentada a mi otro lado, separada por un pasillo, y que me había fascinado por su extraordinaria capacidad de entrar en coma. Daba igual que estuviéramos en una zona de baches o bajando por una cuesta empinada, esa mujer podía quedarse dormida cuando quería.
-A ver si puedo estirar las piernas, estos buses no están diseñados para mi tamaño, señora.
-Ah, estos europeos son unos flojos - Gruñó mientras volvía a su estado comatoso.
Bajé las escaleras y me metí en la cabina del conductor. Había dos tipos, uno conduciendo y otro durmiendo. Justo al entrar, el que conducía me miró y me preguntó que qué quería.

-Puedes parar un minuto? Mis piernas van a explotar si no las muevo.
-Ese acento es español. ¿De dónde eres?
-De Barcelona. - Le respondí.
-Hincha del barcelona supongo, jaja, me encanta Messi. Ahora mismito paro para que andes un poco, no quiero que nadie de la madre patria muera en mi autobús.
Dicho y hecho. Se salió un poco de la carretera, paró y me abrió la puerta. Le dí las gracias y abandoné el vehículo, un paisaje muy peculiar me estaba esperando. Delante de mí solamente tenía kms y kms de tierra seca sin ningún tipo de vegetación. Estaba en el desierto de San Pedro de Atacama, el más seco del mundo.
Saqué la tablet de la mochila e hice algunas fotos, era espectacular. Cuando acabé, empecé a correr de un lado para otro para que la sangre volviese a circular libremente por mis extremidades. Menudo alivio, el dolor desaparecía con cada paso que daba.
-Corre Forrest, corre. - Gritó el perúano que se sentaba al lado de la señora colombiana, me había cogido confianza durante el largo trayecto que llevábamos.
A los 5 minutos me cansé (Si, la altura es muy mala) y volví al bus. Era hora de retomar el camino hacia la frontera perúana. Mientras iba por el pasillo que llevaba hasta mi asiento, vislumbré que la chica ecuatoriana, cuyo físico había sido el centro de atención de todos los pasajeros masculinos durante lo que llevábamos de viaje, no paraba de mirarme y de sonreirme.
Le devolví la sonrisa y fui, con el autoestima por las núbes, hacia mi asiento creyendo haber ligado, allí, Eduardo me estaba esperando comiéndose unas patatas Lays.
-Oye chico, he estado pensando, todavía estás preocupado por lo de la frontera? Apuesto lo que quieras a que te dejarán pasar sin problemas. -Dijo mientras los snacks se movían dentro de su boca.
-No sé, espero que no ocurra nada, pero no me dieron nada aparte del pasaporte. Ni un triste papel confirmando que podía salir del país.
Era cierto. Ni la abogada ni la Interpol me habían entregado algún documento para justificar que había pasado por ese proceso, lo único que tenía era un papel en el que confirmaban que me devolvían el pasaporte. ¿Cómo iban a saber los de la frontera que me tenían que dejar pasar?
Después de horas y horas atravesando desiertos y montañas llegamos a Arica con la sombra de la duda intacta en mi mente. Esta era la última ciudad del norte de Chile, e íbamos a hacer una parada para comer.

-Esta comida también está incluída con el billete? - Pregunté a Eduardo con preocupación, pues no me quedaba dinero chileno.
-No lo sé, esperemos que sí.-Me respondió mientras se preparaba rápidamente para bajar.
Estábamos en una gasolinera, cuyo restaurante tendría algún pacto firmado con la empresa de transporte para que los pasajeros comieran allí. Entré y mis preocupaciones se hicieron realidad, había que pagar la comida. Mala suerte.
Vi cómo compañeros míos pagaban con doláres y yo intenté hacer algo similar, pues me quedaba algo de dinero de la antigua europa. Me acerqué al mostrador y pregunté si aceptaban euros, la respuesta fue negativa, aceptaban doláres, pesos chilenos y soles, pero no euros.
Pfff, la posibilidad de estar otro día más sin comer me aterraba. Estaba muerto de hambre tras ese tan largo viaje. Pero el mundo es maravilloso y, un hombre calvo y con sombrero, tras escucharme, se acercó y me dijo:
-No te preocupes chico, ya te pago yo la comida -

Cómo no tengo más fotos de esta entrada, voy a poner imágenes random de mi dropbox


Oh! Un tipo que había elegido ser buena persona para variar, genial, gracias a él iba a poder comer. Me senté con mi salvador y el resto de pasajeros hasta que nos sirvieron la comida: una pechuga de pollo con patatas y mayonesa. Estaba estupenda.
-Pero si te iba a pagar yo la comida, Teo - Alardeó Eduardo cuando se enteró de que un desconocido me la había pagado.
-No te preocupes, lo importante es que estoy comiendo amigo. - Afirmé con una sonrisa en la cara.
Cuando acabamos, volvimos al bus y el conductor nos repartió unos papeles de salida del país para rellenar. La señora colombiana y Eduardo no podían leer sin gafas, así que me ofrecí para ayudarles y les completé el extenso formulario. Me lo agradecieron con todo su alma.
A la media hora, llegó el momento de bailar un vals con el destino, habíamos alcanzado la frontera.
-Suerte hobbit, seguro que te dejan pasar, yo me voy a esconder, que esta frontera me la tengo que saltar! JAJAJAJA - Gritó Eduardo mientras se metía en el lavabo.

En Granada

Cogí mi pasaporte, mi papel y me puse el primero en la cola que salía de Chile. Mientras más me acercaba al mostrador, más nervioso estaba. ¿Me pondrían problemas? ¿Me tendría que quedar en el país de Allende y volver a Santiago?. Llegó mi turno y mis miedos se hicieron realidad.
-El pasaporte por favor - Me pidió una guapa agente de la Interpol.
-Aquí tienes - Le respondí mientras se lo daba.
Lo cogió, miró los sellos y empezó a buscar alguno que certificara mi entrada al país. Era inútil, no lo había, y tardó un rato en darse cuenta.
-No hay sello de entrada. Eres ilegal? - dijo finalmente.
Le expliqué toda la historia con la esperanza de que me dejara pasar.
-Sin sello o papel de autorización no te puedo sellar la salida, lo siento, ¿no tienes nada?
Saqué el papel en el cual ponía que me devolvían el pasaporte para ver si le servía de algo.
-Esto no me sirve, voy a llamar a mis superiores para ver qué hacemos contigo, salte de la cola hasta que te llame.
-Mierda, me voy a quedar aquí. - pensé.
El conductor del bus, que estaba delante mío vigilando a todos sus pasajeros, se acercó para preguntarme qué pasaba.
-Tranquilo, desde aquí puedes coger un bus hasta Arica y allí hasta Santiago otra vez para arreglarlo todo. - Me respondió al escuchar mis problemas.
-No quiero hacer 30 horas de viaje y volver a pasarme mañanas enteras en inmigración, me dijeron que podría salir del país hoy mismo. No he venido hasta aquí para nada, qué rabia!
Todos los pasajeros me miraban mientras hablaba con el chófer, les llamaba la atención que un español tuviese problemas para cruzar una frontera.

En Sevilla


-Ven, hay alguien que quiere hablar contigo - Me dijo al fin la agente.
Genial, otro interrogatorio, alguien me estaría esperando para preguntarme sobre la falta del sello de entrada. Me acerqué al mostrador y me resultó extraño que estuviese ella sola, ¿Dónde estaba el interrogador? ¿Quién quería hablar conmigo?
-Ten, toma el teléfono.
Cogí el teléfono y una voz familiar se coló por mis oídos, era el policía joven de la Interpol de Santiago! Menuda alegría me provocó el escuchar sus cuerdas vocales.
-Ey gallego, me alegro que hayas llegado a la frontera, ya les he dicho que te tienen que permitir pasar, así que deja nuestro país y no vuelvas, que aquí todavía no saben apreciar a personas cómo tú, jeje. - Bromeó mientras me dejaba sordo con sus altos chillidos.
-Gracias, espero no volver a verte nunca en mi vida.
Estuvimos despidiéndonos entre risas hasta que, la agente, me devolvió el pasaporte con un bonito sello de salida y me indicó que tenía que dejar que la cola avanzara.
Volví al bus en estado de felicidad, la pesadilla había acabado, había salido de Chile e iba a ingresar a otro país. Estaba tocando el cielo con las dos manos.

Cómo podéis ver, falta un sello de entrada


-Todo bien filósofo? Has visto como te han dejado pasar! JAJAJA. - Me felicitó Eduardo mientras se peinaba sus negros rizos.
Nuestra siguiente parada fue en la entrada a Perú. Ahí, los agentes nos dieron un papel en inglés para rellenar. Esto trajo problemas al resto de los pasajeros, ya que no tenían noción alguna del idioma de Shakespeare.
-Pero si estamos en Perú, no somos gringos - se quejaban.
Yo, al ver que los pobres no podían entender nada, me ofrecí voluntario. Cogí una silla y les dije que hicieran cola delante mío para que pudiese completarles el boleto, a lo secretaria. Y así fue, uno por uno hicieron cola para que, el español, les ayudara. No paraban de elogiarme y de darme las gracias por hacerles esa dura faena.
Llegó el turno de la ecuatoriana con cuerpo escultural. Me sonrió y me dio un beso al entregarme el papel, le empecé a preguntar su nombre , sus apellidos, objetos a declarar, etc etc hasta que llegué a su profesión:
-Prostituta - dijo - pero a tí te hago lo que quieras gratis.
Me reí y seguí con el trabajo de asistente.
Los tres últimos pasajeros eran sudafricanos y sabían inglés, así que lo hicieron ellos sin mi ayuda, pero, cuando les llegó el turno de entregar el folleto para que les firmaran el pasaporte, tuvieron problemas. No sabían español y parecía que la agente perúana no quería dejarles pasar.

En la India (cuando estaba morbido) 

Me acerqué para ver qué ocurría y para hacer de traductor. El problema era gordo, no tenían VISA y eso normalmente no era algo esencial pero, con el tema del ébola, no podían dejarles pasar sin ella. No querían mancharse las manos.
Los africanos se pusieron a llorar y me pidieron ayuda, eran solamente turistas e iban a ecuador, no deseaban ni siquiera quedarse en Perú, pero yo no podía hacer nada, dependía todo de la Interpol.
Estuvieron suplicando y llorando un buen rato, pero no sirvió de nada, no les dejaron pasar... Tenían que volver a arica, al consulado, hacerse unas pruebas médicas y conseguir la VISA. Así les dejarían pasar.Les traduje las instrucciones de los agentes y se fueron ,con algo de esperanza, hacia Chile.
Tras este suceso, yo conseguí un sello de entrada y pasé el escáner de aduanas con éxito, 0 problemas. Era bueno volver a ser legal otra vez . De mientras que los otros pasajeros pasaban por el mismo trámite, el ayudante del conductor me empezó a hablar.
-Qué vas a hacer en Tacna? Si ahí no hay nada.
-Voy a La Paz y Tacna es la primera ciudad perúana con estación hacia allí.- Respondí.
-No, de Tacna tienes que ir a Arequipa y de ahí ya podrás ir a La Paz. Pero dudo que puedas llegar a Arequipa hoy, es muy tarde y tendrás que dormir en un hostal.
-Pff, no hay ningún bus que salga hasta allí de noche?
-No, pero mira, cómo nos has ayudado y has demostrado ser bueno, voy a hacerte un favor, voy a llamar a otro bus de la compañía, con el que nos cruzaremos a media noche y que va a La Paz. Voy a pactar con él que cuando nos crucemos, hagamos un intercambio y puedas subir.

En el bar de la absenta

¿Habéis visto? El universo te recompensa cuando decides estar en el lado de los buenos. Iba a llegar a La Paz de un sólo viaje y gratis, todo por haber ayudado a otras personas.
El tipo llamó a su compi y me confirmó que pasada la medianoche me despertaría para que me cambiase de bus. Aunque esta no fue la única conversación que tuve mientras los de aduanas intentaban multar a los otros pasajeros.
Cuando alguno terminaba el proceso, salía y se unía a una circunferencia que formábamos los que ya éramos libres. Ahí, yo estaba explicando mis aventuras y todos flipaban.
-Desde Ushuaia haciendo dedo? Menuda locura amigo, has recorrido ya un mundo entero - Dijo uno entusiasmado.
-JAJAJA, y yo tengo la suerte de tenerlo al lado! - Gritó Eduardo.
Pronto se les pasó la fiebre de Supertramp y empezaron a hablar de la ecuatoriana y del buen cuerpo que tenía.
-Me ha dicho que cobra 100 lucas, pero que a mí me haria una rebaja - Alardeó un colombiano.
Eso me hizo gracia y decidí participar en el juego de machotes al que jugaban.
-No podéis hacer nada contra mí chicos , a mí me ha dicho que gratis. - Respondí bromeando.
-JAJAJA, qué subido el español, se cree que esto es la reconquista, JAJAJA. - Volvió a decir Eduardo gritando, cómo no!
Todos empezaron a reirse y a decirme cosas.
-Por eso no paraba de preguntarme sobre él la pesada, estará enamorada - Dijo el conductor.
Mientras estábamos hablando, la chica había acabado y se había sentado, sin que nos diéramos cuenta, a nuestro lado. Así que lo había escuchado todo.
-Soy puta por dinero, no por vicio. A todos os voy a cobrar si queréis algo - dijo mientras se me acercaba y se tapaba un pezón que le había quedado al aire - A tí no te cobro nada, que con ese pelo y esa barba pareces un rey. Me gustas mucho.
Hizo algo con la lengua y se fue. Todos me miraron y se volvieron a reir.
-La tienes loca JAJAJA - Gritó nuestro ecuatoriano favorito.
Cuando todos acabaron de arreglar sus problemas en aduanas, el bus se puso en marcha. Todavía le quedaba mucho camino por recorrer, iba hasta Colombia, pero yo iba a bajarme de él mucho antes de su destino final.
Antes de la medianoche paramos para cenar, no tenía dinero, así que no me senté en la mesa. El conductor, al darse cuenta de ello, me ofreció una silla y me dijo que no me preocupase, que pagaba él.
-Mira, en el Perú vas a ver que la gente te va a devolver todo lo que des. Tú nos has ayudado hoy y puedo ver que eres muy buena persona, así que déjame que contribuya a que el mundo sea un lugar mejor. Siéntate y come, no te amargues por el dinero.
Acepté la propuesta encantado y cené con él. Me estuvo contando muchas cosas de su pasado y de su presente. También historias que había vivido con otros mochileros. Era un gran tipo.
Al entrar en la madrugada, subió a la segunda planta del autobús para despertarme:
-Vamos Teo, es hora de bajar.
Me quité las lagañas de los ojos y me despedí de Eduardo.
-Te dejo mi dirección para cuando llegues a Ecuador, búscame , que vivo en la playa! JAJAJA.
Cogí la mochila y empecé a bajar las escaleras hacia la salida.
-Que te vaya bien español, ojalá llegues hasta Alaska, mucha suerte - Me gritaron el resto de compañeros de viaje mientras yo me perdía en esa oscuridad tan característica de las noches sin luna buscando el autobús.

Con mis amigas Georgi y Jordi, unos bellezones cómo podéis apreciar.

Pero no había ninguno, solamente había una mujer, el conductor se acercó y me explicó la situación.
-No vamos a hacer el intercambio en marcha, es muy peligroso, es una noche muy oscura. En vez de eso, te vas a ir con esta mujer a Arequipa y vas a esperar a mi compañero que va a La Paz allí. Ya le he informado de todo y, no te preocupes por el dinero, le he dado 30 soles a ella para que te pague el trayecto hasta la estación y algo de comer. Encantado de conocerte Supertramp!
Todas las personas que nos encontramos y que nos ayudan plantan una semillita en nosotros, la semilla del cambio. Aunque no las volvamos a ver en nuestra vida, viven en nosotros a través de nuestras decisiones y actuaciones y contribuyen a que el mundo sea un lugar mejor.
Al empezar esta entrada, he hablado del paso del niño a adulto y de cómo los jóvenes de ahora tenemos una gran suerte por el hecho de que no saltamos hasta los casi 30 años. Experiencias como las de este bus u otras que he tenido en mi viaje no se pueden vivir con 18 años y te marcan una barbaridad. Integras en ti todas las experiencias positivas y te comprometes con seguir pasando la antorcha. Así que espero que con este blog, también esté sembrando una pequeña semillita en vosotros.&version;