El texto anterior procede del excelente libro (luego también película) “El manantial”, de la escritora estadounidense Ayn Rand. Su argumento se desarrolla en Nueva York y retrata la vida de Howard Roark (Gary Cooper); un joven arquitecto idealista e inconformista con los patrones estéticos que dominan su época. Dotado de gran creatividad, defiende sus ideas y propuestas con firmeza y prefiere, literalmente, trabajar como peón en una cantera de granito, que someterse a las pautas convencionales que quieren imponerle los que opinan que, si ya se ve bien así, nada precisa evolucionar.
Un hombre es íntegro cuando puestos a prueba sus principios, no transige, aboliéndolos o adaptándolos según la exigencia o prueba a la que está sometido. La integridad no es tanto lo que hacemos, sino lo que somos y no está sujeta a reglas. El carácter no es temperamento, el carácter es integridad. Si se tiene una visión y se cree firmemente en ella, lo menos que podemos hacer es dedicar esfuerzo a cumplirla hasta sus últimas consecuencias. Si no es así, ¿para qué soñamos?
En la actualidad no está de moda ser íntegro. Se interpreta como un rasgo de ingenuidad y hasta de estupidez. Sin embargo, en la comparación entre la naturaleza de la persona integra y de la que no lo es, hay tan clamorosas diferencias que nadie (nadie que no se quiera engañar así mismo) puede alegar confusión.
Cito otro pasaje del libro de Rand: "El creador se mantiene firme en sus convicciones, el parásito sigue las opiniones de los demás. El creador piensa, el parásito copia. El creador produce, el parásito saquea. El interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del parásito es la conquista del hombre. El creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna, trata a los hombres con intercambio libre y elección voluntaria; el parásito busca poder, desea atar a todos los hombres para que actúen juntos y se esclavicen. El parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya".
Reflexión final: "Prefiere una pérdida a un aumento deshonesto; aquella trae dolor momentaneo, el otro dolor de por vida." (Alex Chilton)