La “tertulia del siglo”. Análisis del programa “Fútbol y política” en La Tuerka CMI (28-abril-2011): “El fútbol es la dinámica de lo impensado” (debajo del vídeo)
¿Fútbol es fútbol, que decía H.H., o es más que fútbol? Siempre me ha sorprendido la capacidad que tiene el fútbol para ser el medidor de otras cosas, su adaptabilidad a las necesidades de discursos muy diferentes. Vimos en el debate cómo se puede hablar de fútbol para definir conceptos gramscianos o para generar dudas en relación a la filiación política del catenaccio. Podemos ver que Galeano, T. Negri, U. Eco, Valdano, J. Subirats, Vázquez Montalbán y otros muchos generan ideas sobre un espacio que en principio podría parecer muy alejado de lo que habitualmente entendemos por “mundo de la cultura”, y que trascienden el marco estricto del fútbol. Para poner algún otro ejemplo, también se puede derivar a la música, y, dado el último “partido del siglo”, Mourinho era equiparado ayer en El Larguero (perdonadme, pero no llegué a tiempo para saber qué grupo de música decía esto) con el rock’n’roll (derivado a trash metal a veces), mientras Guardiola era definido más como pop (o incluso chill out). Ínigo Errejón lo lleva a otro aspecto: Mourinho es Blanqui y Guardiola es Gramsci. ¿Seguimos buscando otros lugares?
Creo que procede definirse: vaya por delante que soy del Madrid, con todas las contradicciones que eso supone, comenzando por tener que llevar el “Real” delante y tener un escudo con una corona encima. Y mucho más cuando buena parte de la grada del Bernabéu es ocupada por personajes que remiten a la xenofobia y al racismo como seña de identidad. Y también cuando el presidente del club es uno de los mayores “estafadores legales” de este país (incluida la operación “Ciudad Deportiva” que reportó cantidades ingentes e indecentes de dinero a “mi” equipo), o cuando se hacen mensajes políticos que apelan a una “españolidad” que no es la mía… Recogiendo lo que dice Monereo, “supongo que prefiero seguir manteniendo al niño que se hizo del Madrid”, y también Franzé: “el fútbol pertenece a la infancia y no hay que moverlo de ahí”; y luchar las batallas en otros terrenos. Con todo, comparto parte de la “división interna” que plantea Íñigo Errejón: ¿cómo animar a un equipo cuya simbología e incluso identidad remite a todo lo que no me gusta?
Y es que el fútbol es mucho más que un juego, más que una pasión. Genera cuestiones que abarcan múltiples campos, y así, es “un fenómeno universal”, “produce un diálogo intergeneracional”, “es un rito de inversión social”, “es una expresión cultural como otra cualquiera”, “es un vehículo de comunicación”, “es una vía de escape”, “es un arma de distracción”… (recogía Jorge Valdano en el prólogo de Cuentos de fútbol), y, evidentemente, en muchas ocasiones, un arma política, que rebasa el terreno de juego para generar verdaderas cuestiones políticas y sociales. El último Real Madrid-Barcelona lo ha dejado claro.
Participan en el debate sobre fútbol y política Íñigo Errejón, Javier Franzé, Manolo Monereo y Pablo Elorduy (en función de su talento en relación a las cuestiones políticas y a su pasión futbolera, aunque no sé cuál de las dos cosas prima más ¿o sí lo sé?), que llevan a cabo un debate de gran nivel, pero en el que me ha faltado un poco la pasión que suele desatar el fútbol. Ha faltado un poco más de “hooliganismo”, un poco de bronca de barra de bar, un debate menos controlado. Lo que es virtud de La Tuerka CMI para el resto de temas, quizá es un problemilla cuando se trata de éste, tan indisociable, pese a todo, de los sentimientos, del “dejar salir” algunos de nuestros instintos más irracionales: ¿es todo lo que rodea al fútbol tan analizable desde la mesura y la prudencia? ¿y por qué yo soy del Madrid y mi amigo que vota al PP también? ¿pesa más la identidad futbolera que la política? ¿quizá abstraemos demasiado y en realidad no está tan claro qué significa ser de tal o cuál equipo?
Fútbol y política, fútbol como fábrica de significantes políticos, fútbol como generador de identidades o como identidad opositora en sí mismo. Elemento de integración y también de división, Valdano dixit. Fútbol como generador de símbolos, pero no sólo políticos, sino también económicos (¿es el Real Madrid de derecha y el Barça de izquierda? ¿no fue en origen el Madrid (sin Real) el equipo de la gente más modesta, sin afanes nacionalistas, mientras el Barça era un equipo nacionalista burgués? ¿no surgió el Atlético de Madrid, teórico equipo de las clases más humildes, como Atlético Aviación? ¿no hay algo demasiado etnocéntrico en la defensa identitaria de lo propio del Athletic? ¿quién representa qué en la rivalidad quizá más profunda que hay, entre Gijón y Oviedo? ¿?). Como ejemplo, Franzé señala cómo el Barça es en origen el equipo internacional, contra el que surge el Español (luego Espanyol, cuando ahora es el equipo no catalanista) como equipo que afirma la catalanidad. Esto es, las identidades también evolucionan, incluso en el fútbol. Y más allá: ¿cómo se ve al Barça desde un equipo modesto? ¿no se le ve tan “arriba” como al Madrid? ¿no son los dos lo mismo cuando se mira desde más abajo? ¿Y al Deportivo o al Sevilla, o casi todo el resto de clubes de élite, no se comportan como Madrid y Barça en relación a los clubes modestos de su entorno cercano? ¿no son ellos los “amos del dinero” en este nivel, contra los que no pueden competir el Betanzos o el Bollullos, valga el ejemplo, para conservar sus jugadores?
Hoy una de las señas de identidad se genera a partir de quién representa el “jogo bonito”. Y la respuesta es evidente: el Barça. ¿Pero quién lo era hace unos años, cuando la Quinta del Buitre, mientras el Barça trataba de contrarrestarlo apelando a los Calderé, Eskurza, Bakero… y compañía? ¿Hay una verdadera “esencia” en el juego de cualquier equipo? ¿No era la “esencia” de la selección la Furia española hasta que tuvimos la suerte de tener otro tipo de jugadores para generar otra “identidad” futbolística diferente? Y es más: ¿se puede asociar eso a una opción política? Si hoy en España es el Barça quien juega bien y el Madrid quien juega a otra cosa: ¿podría aplicarse al caso argentino con River y Boca y las “identidades” que representa cada uno? (Franzé ha preferido no remitir a ello, al definirse seguidor del River y del Barça, que representan básicamente lo opuesto). Así, estoy seguro de que a día de hoy, no, más allá de que me parezca mejor el planteamiento de Guardiola que el de Mourinho. Sí tenía quizá sentido hace unos años, cuando Juanma Lillo vinculaba el fútbol al todo cuando afirmaba que “no se puede jugar en zona si no se vive en zona”. Pero también es cierto que al final se puede jugar bien cuando se tiene a las mejores individualidades. Hasta Galeano, nada sospechoso de estar contra lo colectivo, reconoce que “por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto…” (en El fútbol a sol y a sombra). Esto es, la figura individual que rompe lo colectivo…
Uf, ya veo que hoy, más que nunca, me voy desviando de lo que plantean los “tertulianos” (qué palabra más fea, pero así me vengo de alguno que me hizo sudar tinta cuando fue profesor mío), si bien estoy introduciendo en el análisis buena parte de lo que ellos han dicho. Sería imposible analizar cada una de las cosas que se dicen. Haría falta un análisis casi para cada frase. Se podría entrar en mil matices en cada afirmación, en cada planteamiento. Fútbol y política, supongo que es entendible…
Abre el debate la pregunta: ¿se puede construir una nación sin un equipo de fútbol? Elorduy introduce un elemento interesante, que no es retomado luego en el debate: ¿cómo puedan representar a una nación equipos que funcionan como transnacionales? Del resto, habría que escribir un libro entero.
Aparece Camilo vestido de La Roja para declarar el ganador del Top Facha, que va a Eduardo Goligorski, de Libertad Digital. Gema Díez saca el debate a la calle, en los aledaños del Bernabéu en vísperas del partido: ¿están fútbol y política unidos, o son cosas diferentes?, concluyendo que hay una diferencia bastante marcada entre los aficionados del Madrid, que consideran que política y fútbol no tienen nada que ver, mientras los del Barça lo consideran algo clave, y que sí están unidos y ligados, que prácticamente es lo mismo. Quizá no estaría aquí de más recordar algo que alguna vez oí a Carlos Taibo: ¿es la política la que lleva el enfrentamiento al terreno del fútbol, o quizá es al contrario? Decía Taibo que sin la rivalidad futbolística, la relación de “Madrid” con otras zonas se vería de otra manera; y de hecho ocurre, por ejemplo, con el País Vasco o Galicia, donde no hay ese equipo de referencia que lleve a una tensión que genere ese sentimiento de “odio” a lo que significa el otro.
¿Hay izquierda y derecha en el modelo de juego que se elige por los equipos (o sus entrenadores)? ¿Es el estilo ofensivo “de izquierda” (Galeano) y el defensivo “de derecha”, o es más bien lo contrario (T. Negri)? Franzé plantea que el fútbol ofensivo viene marcado por quién tiene capacidad para comprar a las mejores individualidades, y además que muchos equipos se ven obligados a seguir un estilo defensivo, dada la diferencia con los rivales poderosos. Al final resurge de nuevo la pregunta que ya se había abierto: ¿qué preferimos, que nuestro equipo juegue bien o que gane? Obviamente de aquí se podría abrir otro debate, pero de nuevo es imposible profundizar más. Y más allá: ¿qué es más el fútbol, conflicto agónico o solidaridad, lucha contra el otro, o comunidad con “los tuyos”? ¿dónde personas que cotidianamente se odiarían se abrazan en una celebración ante una fuente cuando gana su equipo, identificados por unos colores, que priman sobre el resto de aspectos?
Avanza el programa centrándose ya en el partido en sí. Pepe. Alves. Cuestiones que la prensa de estos días, y las redes sociales, nos encargan de recordar que prima con claridad el “fanatismo” sobre la realidad. Depende de la camisa que vistas verás las cosas desde una óptica determinada. Pero los invitados rehúyen el capote y vuelven a la teoría. Quizá, en la duda planteada arriba, haya que concluir que prima su pasión política sobre su pasión futbolera. Hegemonía, guerra, dinero, potencias, comunidad política que ve el fútbol, populismos de derecha mandando en ambos clubs, nacionalismos… ¿y la roja de Pepe? ¿quién habla de eso?
En La Tuerka Rap, Demo cierra el programa que pasará a la historia. Barça-Madrid, algo más que deporte, aunque no te importe la política. Bienvenidos al folklore. Se anteponen dos legiones con sus convicciones. Ondean las banderas, no de equipo solamente. Espectacular, como el fútbol mismo.
Y, para no traicionarme, yo sí voy a ejercer un poquillo de “hooligan”, pero sólo con algunas preguntas abiertas, y una pequeña reflexión final:
¿Se puede hacer una revolución un domingo de fútbol? (U. Eco)
¿Quién preferirías que ganase en un enfrentamiento España-Chile de 1972? (M. Monereo)
¿Cómo explicar todo el barcelonismo que hay fuera de Catalunya, no asociado al catalanismo, obviamente…, y el madridismo que hay en Cataluña?
¿Cómo podría explicar el Barça sus enormes éxitos del primer franquismo?
Cuando el Barça apela al espíritu subversivo del Camp Nou, a ese espacio de resistencia durante el franquismo: ¿cómo explicar por qué Franco no lo aplastó? ¿Por qué decidió permitir que le lanzaran insultos los seguidores del Barça? ¿No sería que el pueblo catalán sólo descargó su energía “subversiva” en un pasatiempo inofensivo, pese a todo? ¿Por qué Franco nunca tuvo una oposición seria por parte de los catalanes? ¿Por qué la junta directiva del Barça estaba controlada por franquistas?
¿De verdad fue roja lo de Pepe?
¿Podría existir el Madrid sin el Barça, y el Barça sin el Madrid, tal y como hoy se entienden? Cara y cruz de la misma moneda. Siempre la definición de lo propio en relación al otro…
Concluyo: no estoy de acuerdo en que el Madrid sea un equipo “de derecha”, y el Barça “de izquierda”, pero no por el primero de los términos, sino por el segundo. Esto es, tan de derecha es el Barça como el Madrid, más allá de que los grupos ultra de cada uno de ellos señale tendencias diferentes que derivan de la distinta posición que ocupan ambas ciudades en el Estado español. Quizá son la parte más visible, pero ¿no es controlado el Barça por la burguesía catalana, que lo utiliza, y lo utilizó siempre, para sus propios intereses? ¿no son en definitiva, esos clubes que “son más que un club” máquinas económicas que se benefician de las pasiones de la gente? Fútbol es fútbol, y no lo es… No le deis más vueltas.
Salud, y nos vemos frente a la tele en el partido de vuelta.
Javier Soria.