“48 PISTAS SOBRE LA DESAPARICIÓN DE MI HERMANA” de Joyce Carol Oates

Publicado el 13 octubre 2024 por Marianleemaslibros

   Pasaje destacado"Podría decirse que M. «desapareció de la faz de la tierra», «se esfumó», «desapareció sin dejar rastro». ¿Era cierto? ¿Es cierto? Porque nadie está desaparecido de verdad. Todos están en alguna parte, aunque no sepamos dónde. Incluso los muertos, sus restos. En alguna parte.
Mi hermana no está desaparecida, mi hermana está en alguna parte. Escondida, tal vez. O disfrazada. Solo para fastidiarnos. Para fastidiarme a mí. Incluso si Marguerite ya no está viva tiene que estar en alguna parte. Al menos sus esbeltos huesos. Una melena de pelo rubio plateado claro cayéndole de forma seductora por los hombros. Los restos de los dientes perfectamente perlados, quizá. Esa última mueca de tierra negra compacta con aspecto de triunfo."

Octava novela más que leo de Joyce Carol Oates (Lockport, New York, 1938), la prolífica autora neoyorkina eterna candidata al Nobel (ya tiene 86 años, ¿es que no se lo van a conceder en vida?) que lleva más de cincuenta novelas escritas y cuatrocientos relatos breves, entre otras cosas. “48 pistas sobre la desaparición de mi hermana” (Editorial Rba Libros, marzo de 2024) no es en el momento actual la última novela publicada y traducida en España, ya que hace pocos días ha salido a la venta “Carnicero” (Alfaguara, octubre de 2024), novela que también leeré pronto.
Los puntos fuertes de la novela
✔ El comienzo, muy a lo Oates, ya atrapa sin remedio: al poco de empezar la novela, reviso y me doy cuenta de que hay tres partes bien diferenciadas y 48 capítulos (¿serán 48 pistas? ¿una por cada capítulo?) 
Tela blanca sedosa, sin cuerpo. Charco de seda, en pliegues lánguidos y acuosos en el suelo donde (se apresura a asumir la observadora/voyeur) ella se había desprendido del vestido con un movimiento del cuerpo, dejando que cayera sinuosamente como una serpiente, pero una serpiente sedosa, de un blanco perfecto, un blanco puro, blanco como una camelia, deslizándose por las caderas y los muslos hasta el suelo enmoquetado. Aunque sin cuerpo, sin huesos, con una leve fragancia a cuerpo (de mujer).

Y de la misma manera que quién escribe este primer párrafo de la novela, me pregunto si lo que tengo delante será una pista de las 48 que supuestamente se nos van a mostrar. 
¿Es una pista? El vestido lencero de Dior de seda blanca finísima de mi hermana M. descubierto en el suelo de su dormitorio. Después de su desaparición el 11 de abril de 1991. ¿O se trata de una prenda de poca importancia, pura casualidad, irrelevante y accidental, y no de una pista?

✔ La trama y la ambientación: ambientada entre 1991 y veintidós años después, en Aurora-on-Cayuga, una villa (real) del condado de Cayuga (Nueva York) donde todo el mundo sabe demasiado sobre los demás y donde casi nunca habían tenido lugar anteriormente delitos graves u homicidios, al menos hasta esa fecha clave en la vida de la familia Fulmer, 11 de abril de 1991, el día de “la desaparición de la hermana”. Estamos a finales del siglo XX, donde la ciencia forense de Nueva York era todavía poco conocida e implementada, dato clave que posiblemente influyó en la búsqueda, recogida, e interpretación de esas posibles pistas, en la chapucera investigación que aparentemente se llevó a cabo.
Los Fulmer viven en el 188 de Cayuga Avenue, una casa con vistas a las agitadas olas del lago Cayuga, el mayor de los «pintorescos» lagos Finger. G, la hermana de la desaparecida M, nos cuenta veintidós años después y siendo muy consciente de los trucos y malas pasadas que su memoria puede jugarle debido al paso del tiempo, todo lo que se supo, se sabe, todo lo comprobado y sin comprobar, las pistas y antipistas encontradas que rodearon el enigma ¿todavía sin resolver, o ya resuelto?
Porque tenía mis razones. Porque no soy tan boba, no me lo voy a creer a pies juntillas porque la cartera ha sido, o podría haber sido, colocada adrede. Tirada en la carretera, en un sitio visible. No tirada donde no se viera, entre hierbas altas, o al interior de un pozo, o al lago Cayuga. Tirada junto a la carretera por la propia M., como si fuera basura. Aunque empapada por la lluvia, deformada y cubierta de barro, la cartera de piel negra no estaba vieja ni gastada. No quedaba dinero dentro ni tarjetas ni identificación, la cartera vacía, tristemente intrascendente salvo por la brillante etiqueta metálica del diseñador: Prada.

Porque claro, inevitablemente surgen numerosos rumores, dimes y diretes, diversas especulaciones sobre lo que le pudo haber ocurrido a M: ¿se ausentó por voluntad propia, o fue raptada? ¿pudo haberse suicidado debido a algún amor imposible, o haber huido de Aurora avergonzada por estar (por ejemplo) embarazada? ¿Pudo haber muerto intentando abortar y se había enterrado su cuerpo en secreto? ¿andaba metida en drogas y había muerto de una sobredosis? ¿se habría fugado con un hombre casado siendo asesinada por él para proteger su matrimonio?
✔ Los personajes son brillantes, profundos, como siempre, aunque no hay demasiados si los comparamos con otras novelas de la autora.  Los principales y que más peso soportan, son realmente dos: M, la desaparecida seis años mayor y G, ambas perfectamente retratadas. A lo largo de la lectura iremos vislumbrando sus complicadas personalidades, las evidentes diferencias y ausencia de conexión entre ambas hermanas y percibiremos a pinceladas cierta rivalidad, celos, resentimientos:
▶︎ Marguerite, M: artista residente adjunta que imparte clases de escultura en la Universidad de Aurora para mujeres. Tiene 30 años en el momento de su desaparición, es la hermana guapa, la lista, la eficiente, la más amada y valorada por los padres. Una mujer de personalidad hechizante pero muy celosa de su intimidad, una mujer a la que muchos envidian y no de forma sana precisamente: familiares, amigos, compañeros de profesión y trabajo, antiguos novios. . .
Una escultora que manejaba su propia trayectoria: alguien que daba forma, pero a quien no daban forma

Georgene, G, o Gigi: la menor, la última persona que vio a M con vida, aunque realmente lo que vio o creyó haber visto esa mañana, fue su reflejo a través de un juego de dobles espejos, su reflejo en dos cristales a través de una puerta a medio cerrar.
Lo que sí recuerdo claramente: mi (bella) (sentenciada) hermana de pie, de espaldas a mí, en la parte más alejada de la habitación mientras se cepillaba el largo cabello liso rubio plateado, reflejada en el espejo vertical sobre el que mis ojos se clavaron en una especie de asombrada fascinación a la vez que me llegaba un pensamiento «¡No, esto está prohibido!»… mirando aterrorizada a mi hermana como si yo fuera, no una mujer adulta de veintitantos, una mujer con una personalidad definida, podría decirse que indeleblemente formada, sino una niña pubescente; intimidada durante años por la (superior, elegante) hermana seis años mayor.

Todas las pistas y ¿antipistas? las conocemos en boca y desde el punto de vista de ella, que también reconoce ocultar algunas cosas (el diario personal de M, por ejemplo) con el único fin de proteger el buen nombre e intimidad de su hermana y salvaguardar la reputación de los Fulmer.
La hermana más joven, la hermana menos «favorecida». Como en un cuento de hadas, tenía que haber una Princesa y una Mendiga. Nada en medio.

También hay “personas de interés” que no llegan a la altura de la sospecha, como Walter Lang, un investigador universitario y pretendiente que se había estado viendo con M. durante varios meses 
Y los abiertamente sospechosos como: Elke, compañero de la Universidad que aseguraba ser amigo íntimo de M y uno de los pocos capaces de descifrar su imaginación maravillosamente retorcida. Un ¿amante celoso? que siempre mostró un interés por ella posesivo y ofensivo. 
Los detectives no tardaron en sospechar de Elke. Varias veces se presentó en la comisaría oliendo fuertemente a alcohol. Hablaba a ráfagas, en monólogos erráticos; Hacía veladas insinuaciones sobre una «misión secreta» de M. en la que él había sido un «colaborador de confianza» pero se negó a dar más detalles.

 El “asesino del lago Wolf's Head”, un vagabundo de cuarenta y tres años que había sido sospechoso en varios casos de rapto, violación y asesinato a mujeres y chicas en la región de los lagos Finger, aunque solo fue juzgado y condenado por dos de ellos a cadena perpetua, meses después de la desaparición de M (es decir, que en ese tiempo, en Abril del 91, andaba suelto por la zona)
● Por último están los personajes de menor importancia pero que juegan su papel:El Padre, Milton Fulmer (la madre, Hilda, ya había muerto tiempo atrás y se la nombra en muy pocas ocasiones), también tiene cierto protagonismo en la trama. Es el que más se preocupa cuando su hija desaparece, el que más empeño pone de la familia en gastar dinero en buscarla y el que más esperanzas tiene de encontrarla con vida. 
➢ Mildred Pfeifferla viajera vidente astrológicaque alardeaba de poder resolver el misterio por medio de la carta astral de M, dibujada según su fecha de nacimiento y la fecha de su desaparición.
➢ Leo Drummard: el investigador privado del estado de Nueva York contratado por el padre 8 meses después de la desaparición, al no haber pistas concluyentes. Su lema era «Ninguna piedra sin levantar. Ninguna pista sin investigar», G no le soporta porque piensa que es un farsante que a golpe de talonario está arruinando al Padre, y no aguanta su intromisión en la vida privada de la familia.
✔ El estilo, la prosa y los temas que se tocan: Nos reencontramos con su forma de narrar tan peculiar, bastante descriptiva, aderezada de buenos diálogos y cierto tono de burla, sorna por parte de la que nos lo cuenta todo.
¡Qué ridículos! Paradero, coartada... pistas. Tópicos de la investigación policial banales y gastados como una alfombra vieja raída que de todas formas hay que pisar, la mirada al frente en una expresión impasible de inocencia.

Y con la abundancia de paréntesis tan característicos de su prosa, tanto largos, como cortos (algo que a algunos lectores disgusta, no es mi caso). Pero es que Joyce Carol Oates es así, así escribe, así describe. . .
(Esa era la habitación de Padre. A la que yo nunca, o rara vez, entraba. Y solo si se me invitaba. En otro tiempo nuestra madre amuebló con muy buen gusto el dormitorio principal, pero, con el paso de los años, acabó algo desvencijado y descuidado, habitado solo por Padre, y eso de mala gana, porque Padre prefería pasar la mayor parte de su tiempo en su despacho del centro de Aurora o en el que tenía aquí en casa, en la planta baja, atrás)

En cuanto a la forma de abordar lo que nos quiere contar y los temas que toca, en algunos aspectos sí lo he sentido distinto, como que no sigue la misma línea a la que nos tiene acostumbrados Oates en sus escritos anteriores. Como en numerosas ocasiones, sí que nos cuenta la historia íntima de una familia americana en la que no todo es de color de rosa, la historia de una hermana que crece a la sombra de la otra hermana, eso nos suena, claro. Pero en esta ocasión, sin las dosis de crueldad o violencia explícita también característico de sus novelas, así como tampoco vemos por aquí los temas más recurrentes de sus escritos, las marcas de fábrica de la autora como son la pedofilia, las drogas, la explotación de los inmigrantes, el racismo, la misoginia, el machismo, el fanatismo religioso, etc.
Resumiendo:“48 pistas sobre la desaparición de mi hermana” es una novela de suspense psicológico que nos ofrece en boca de un único personaje, a través de un único punto de vista, posibles pistas y antipistas, la exposición de un conjunto de supuestas verdades y mentiras, lo que se dijo y lo que no se dijo, lo que se mostró y se escondió, un revoltijo de hipótesis, muchas improbables, algunas inverosímiles, certezas y contradicciones que el lector tendrá que analizar, procesar debidamente para tratar de ir entendiendo. Un lector que cuenta con el privilegio de creer saberlo todo ¿o casi todo?.
Los copos de nieve se arremolinan en un caos como las pistas a rebufo de un misterio. Es terrible ver, entender, que el mundo es un caos de pistas. Donde no hay cuerpo, solamente un cuerpo desaparecido. Donde no hay certeza de que el cuerpo desaparecido esté siquiera vivo.
¿Os recomiendo esta novela? Por supuesto, por varios motivos: por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero también porque me ha parecido una novela negra fascinante que se lee con puro deleite y que conviene disfrutar con especial detenimiento. Porque el final, aún dotado de cierta ambigüedad, me ha gustado. Un final de esos que casi obliga a echar la vista atrás y repasar, unir piezas, atar y desatar cabos para que nada quede suelto en nuestra cabeza, si es que eso es posible. No la recomendaría como primera lectura para conocer a la autora, pero si ya sois como yo fans de Joyce Carol Oates, os recomiendo que. . . ¡no os la perdáis! 
Esta novela ha sido un "Debate a tres", la hemos leído y debatido a tres bandas. El Club de lectura particular Mavamar ha decidido invitar a Rosa del blog Cuéntame una historia a leer con nosotras, nos apetecía probar la experiencia con alguien de gustos lectores muy similares a los nuestros y que ya ambas conocíamos, si no presencialmente, al menos de forma virtual, y la verdad es que el resultado ha sido mas que satisfactorio y gratificante al menos por mi parte. Si os apetece o tenéis curiosidad por saber si ambas han disfrutado la novela tanto como yo, podéis hacerles una visita y leer sus reseñas AQUÍ, y AQUÍ, seguro que no os arrepentiréis. 
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: