483.- "La gente muchas veces dice que la motivación no dura. Bien, tampoco nos dura el baño que tomamos en la mañana; por eso se recomienda diariamente"

Por Ignacionovo
Autor: Zig Ziglar. Probablemente, todos nos hemos preguntado alguna vez de dónde son capaces de extraer la motivación ciertas personas, aparentemente incansables en pos de sus propósitos. Gente preparada para surtirse cada día del combustible preciso que les permite seguir y seguir y seguir... sin bajar jamás el ritmo, sin desistir y además, sin referencias claras que les indiquen que están acercándose a su meta.
Resulta poco menos que un misterio descifrar por completo el porqué hay personas dotadas de un afán inquebrantable y otras cuyo umbral de renuncia es exasperantemente bajo.
Si parece claro que la motivación que mejor funciona, es la que nace en nuestro interior,  llamada intrínseca, y que comprende el respeto, el orgullo, el sentido de pertenencia… Por delante de la externa o extrínseca (el dinero, las promociones profesionales, los trofeos, etc.). Aquel que es capaz de automotivarse, administrando en exclusiva sus propios recursos para ello, tiene siempre a mano todo cuanto precisa. Depender de hipotéticas recompensas ajenas para estar motivado o no, conduce a la desmotivación si las recompensas no llegan o simplemente tardan en llegar.
Si tuviéramos que dividir en factores el concepto de motivación, creo que todos seríamos capaces de identificar al menos tres fundamentales: la activación, la persistencia y la intensidad. La activación, que consiste en empezar cualquiera que sea la tarea que nos hayamos propuesto; esa decisión de ponerse en marcha, sin dilaciones justificativas, que resulta crucial. La persistencia, que es el esfuerzo continuo desplegado hacia el objetivo aun a pesar de los obstáculos o de la necesidad de aplicar un mayor despliegue de energía y de recursos de los previstos. Y por último: la intensidad, que es la concentración y el vigor que se dedica a perseguir el empeño y que resulta proporcional a nuestra motivación para conseguirlo.
Y algo que resultará crítico para evitar que la motivación se debilite y muera, es el factor tiempo. Debemos ser capaces de asimilar (de una vez y para siempre) que las cosas no se consiguen de un día para otro y que debemos estar expuestos a vivir y a resistir sin resultados aparentes, por largo que consideremos ya el tiempo transcurrido. El resultado no ha de preocupar... hasta que llegue. Sí lo decimos de otra forma, el resultado es un visitante bastante maleducado, del que sabemos se presentará en casa en algún momento, pero desconocemos el cuándo. ¿Nos paralizamos en espera de ese visitante descortés, o mejor seguimos viviendo y el día que toque la puerta abrimos?
Reflexión final: ¿Cuánto dura la motivación? No hay respuesta única, como no hay dos seres iguales. Tanto como cada persona individualmente pretenda que dure… y ni un instante más.