Una cifra triste por lo que está detrás: son demasiados los núcleos familiares donde ninguno de sus miembros tiene ya empleo, demasiados también los parados llamados de larga duración, demasiados abandonados al borde del camino mientras la caravana transcurre lenta, demasiados los jóvenes abocados a sobreformarse para un mercado que demanda mayoritariamente camareros y comerciales porque la pequeña y mediana empresa, creadora tradicional de empleo, languidece ahogada por las deudas y la falta de crédito bancario. 4.910.000 es un número que no debe caer en el olvido porque los trabajadores están asustados, pero no hay palabra para definir en su magnitud el pánico a la vida de sólo uno de estos parados. Sólo hay un número: 4.910.000.