Hacia el año 2008, residía en mi municipio natal llamado Vegachí, pocos meses de haber terminado el bachillerato. Por condiciones económicas que no favorecían la aspiración a traslados donde pudiera acceder a Educación Superior estuve esos varios meses cesante y angustiado. Lo regular o típico en la población egresada con las mismas circunstancias es la resignación, de tal forma que proyectan su vida con “lo que hay”.Por otro lado, mi historia familiar era redundante y en el mismo sentido, se hacía un esfuerzo por terminar el bachillerato como compromiso social para luego dedicarse a cultivar el campo u ocupar mi tiempo trabajando 12 horas en un local comercial de la localidad, ejercicios que valoro mucho, sin embargo, no calmaba mis deseos.Agobiado de insatisfacciones y luego de considerar alternativas que se adornaban de miedos y falta de respaldo, sucedió el momento, de cualquier forma y en el instante menos esperado hubo un éxtasis que me hizo llegar a la ciudad de Medellín en menos de una semana. Desorientado, asustado pero con algo claro en la mente: La Universidad.Una decisión difícil se convirtió en el resultado de una emoción, emoción que de igual forma ya tenía su reflexión previa, pero que convirtió lo estable en una alteración que tuvo que ser dominada, bien o mal, eficiente o no, debió ser controlada para seguir la línea sugerida por la misma decisión.Siempre he defendido ese momento como el “Segundo Nacer”, se trataba de llegar a un espacio físico, social y cultural con gran diferencia a lo que estaba acostumbrado. Primero era sobrevivir, para ello contaba con poco tiempo para conseguir un trabajo (cualquiera) y sostenerme mínimamente, lo segundo era adaptarme a la par, pues no me ubicaba en la ciudad, no sabía ni siquiera cómo transportarme. Cumplidos esos dos aspectos básicos, necesitaba pensarme a mí mismo en el nuevo espacio. Conociendo un poco más el ritmo, identificando las posibilidades de formación opté por hacer un plan, dicho plan consistía en asumir elementos no deseados para alcanzar los deseados, que en última instancia era trabajar y hacer cualquier cosa (dignamente) para poder llegar y sostenerme en “La Universidad”.La ejecución de dicho plan no ha sido ni en lo más mínimo algo cercano a lo riguroso, lleva varios años de retraso, pues en su ejecución se han presentado situaciones no previstas, una deserción parcial de éste y en otros casos, decisiones propias que modificaban las formas y tiempos pero sin dejar de apuntar al mismo propósito.Para poder describir ese momento de cambio desde aquí, desde la Universidad, es porque de alguna forma logré el objetivo de manera parcial, digo parcial porque la graduación es alcanzar el propósito en su totalidad. Para hacerlo tuve que enfrentar el exterior a partir de un trabajo interior muy intenso, pues el terror por la amenaza inminente de marchar hacia atrás con mis planes era la exigencia personal de encontrar en mi las destrezas para quedarme. Vencer vergüenzas, aprender a interactuar con las personas de entornos residenciales y laborales que tenían una visión del mundo muy fluida, aprehender era mi tarea a cumplir como observador.Tomados esos recursos de aprehensión es como hoy sigo en ese constante aprendizaje, todos los días me abro a nuevas experiencias con personas que tuvieron una formación/educación distinta y de mejor calidad, es un reto de nivelación que no hubiera sido del todo posible si no estuviera en “La Ciudad” (Medellín).Cada que lo pienso, llego a imaginar que hubiera pasado si el temor me hubiera vencido, seguramente viviría en Vegachí (pueblo natal), tendría un trabajo que sólo me exigiera grado 11° (como máximo), seguramente estaría tranquilo en casa con mi familia sin muchas novedades destacables, tal vez no se me pasaría por la mente las oportunidades perdidas, conocer otras vidas que me catapultan a nuevos deseos, deseos de aprender, de conocer más allá de Medellín, salir del país, cultivarme y finalmente poder enseñar, aportar mis experiencias que sirvan de base para nuevos cambios.Pude elegir un estado de confort, repetir la historia familiar y estar con ellos, quizá ese es su actual deseo. Es más, todavía puedo elegir por ello, pero no puedo desconocer ni ser ajeno a la colección de nuevas formas de ver el entorno, nuevas formas que he obtenido todo este tiempo, es más, escribir este texto puede ser una “situación” que al retomar todo este recorrido me permita decidir si tomo el camino fácil de parar o el camino difícil de asumir lo no deseado para alcanzar lo deseado.