Hoy el comienzo de una historia detectivesca muy particular, original y divertida (en mi modesta opinión, of course).
Se titula CUESTIÓN DE OLFATO de Spencer Quinn y comienza así...
Bernie logró esbozar una débil sonrisa.
-Hola, Chet.
Levanté la cola y la dejé caer sobre la alfombra, sólo eso, a modo de mensaje.
-Llego un poco tarde, lo siento. ¿Necesitas salir?
¿Y por qué debería necesitar salir? ¿Tal vez porque tenía la vejiga a punto de reventar? Pero luego pensé "pobre tío", y me acerqué y le di un achuchón en la pierna con la cabeza".