Pocas cosas hay en nuestro país tan buenas e inimitables como nuestro jamón ibérico, no puede gustarme más y es uno de los productos gastronómicos en los que no escatimo para disfrutarlo siempre en casa, pero ¿¡Cuántas veces he comprado jamón "ibérico" y me han dado uno cuyo sabor no tiene nada que ver con un ibérico de verdad?! Me la han colado muchas veces, he de reconocerlo, por eso hoy quiero daros las claves para reconocer un buen jamón ibérico de la mano de Enrique García, empresa de ibéricos con más de 100 años de trayectoria en el sector en nuestro país, ¡tomad nota y que no os la den con queso!
- La pezuña negra: Una de las características de la raza ibérica es la pezuña negra, por lo que a simple vista ya podemos detectar si estamos frente a un jamón ibérico o no. Existen algunos casos en los que el cerdo ibérico tiene la pezuña blanca, pero no es lo habitual.
- Caña estilizada: Otra de las zonas importantes para identificar la calidad de la pieza es que la caña sea estilizada. Los jamones de 100% raza ibérica y 75% raza ibérica, que son los de mayor calidad, tienen la caña más estilizada, y eso significa que su sabor será más intenso.
- La curación de la carne: Para comprobar la curación de la carne, tendremos que comprobar que la parte de la maza (zona más ancha) y la babilla (zona más estrecha) estén duras.
- El tocino suave: El tocino es la grasa que envuelve el jamón, y aunque hay gente que solo se fija en la carne, esta grasa determinará mejor la calidad, y es que, cuanto más suave es, será de mejor calidad. Se aprecia muy bien si comparamos un jamón de bellota con uno de cebo campo.
- Color de la brida: La brida es el DNI del jamón. En ella podemos encontrar toda la información sobre el porcentaje de raza ibérica y la alimentación del cerdo que nos indicarán la calidad del producto. Además, solo los productos ibéricos llevan brida, lo cual hace más fácil reconocer de primeras cuáles son de mayor calidad.
Con estos puntos detallados, a partir de ahora cuando vayamos al súper seguro que nos ayuda a reconocer un buen producto y el mejor de todos ellos, para elegir el tipo de jamón que más nos guste o que más encaje en nuestro presupuesto, pero al menos siempre sabiendo lo que estamos comprando (y pagando).