5 lecciones que aprendí después de los 25

Por Deseo Beauty Ximena De La Serna @DeseoHair

Nadie nos cuenta mucho de la vida o de cómo ser feliz. O, bueno, sí que nos lo cuentan pero no sé si es que no nos lo creemos o no podemos entenderlo en toda su magnitud. Quizás un poco de los dos.

Lo cierto del asunto es que hay lecciones de vida muy importantes que no se aprenden en clase y que, bien seleccionadas y tenidas en cuenta a lo largo del resto de nuestras vidas, nos van a llevar más lejos que muchas de las tareas que nos tocaba aprender en las aulas.

En mi caso personal, hablemos de 5 lecciones que aprendí ya de mayor, cuando me fui de casa (algunas algo antes como la número 3 que mi madre se encargó de inculcar en mi desde muy pequeña – GRACIAS mamá -) y que creo que si aun no las hemos aprendido por experiencia propia, vale la pena hacer como si sí y tenerlas en mente todos los días:

  1. No gastes lo que no tienes. También llamado ‘Tarjetas de crédito’. Estoy segura de que algún cuento de los que leíamos en clase hablaba de este concepto, pero como ahora no me viene a la cabeza, os dejo los deberes Para muchos estudiantes terminar significa conseguir un trabajo y la libertad económica; pero en realidad esa libertad está aun muy lejos en la mayoría de los casos y corremos el riesgo de hacer de la tarjeta de plástico nuestra mejor amiga ‘mientras tanto’. Creo que tras la crisis global el mundo entero mira ahora los créditos con otros ojos pero lo más importante es que sepamos que, a no ser que se trate de una emergencia, sólo podemos gastar lo que tenemos. De todos modos, no rompas la tarjeta ni la congeles como Isla Fisher en Confessions of a Shopaholic (esto… una de mis pelis favoritas). Úsala para pagar cosas que luego puedes saldar el mismo día o semana o mes. Así harás crecer tu historial crediticio y lo agradecerás en el futuro.
  2. El descanso no es broma. Sobretodo en los tiempos que corren y esta es una lección con la que yo todavía me peleo y la cual estoy obligándome a aprender. Las mujeres del siglo XXI somos superwoman, hacemos 30 cosas a la vez, tenemos más de un trabajo, familias y obligaciones. Incluso si nuestro trabajo es nuestra adoración y nos encanta lo que hacemos, si no somos estrictas con el descanso vamos a acabar haciéndonos daño y enfermando. Yo últimamente estoy pasando por una época de insomnio tremenda por la sensación constante de que tengo cosas que hacer y que dormir o descansar es una pérdida de tiempo. Creo que nunca podré quitarme esa idea de la cabeza porque he sido así desde niña, pero a día de hoy ha escalado y hay que obligarse a parar, desconectar y descansar. Creedme que se paga caro y hay que aprender esta lección CUANTO ANTES. Oblígate a descansar.
  3. No seas chismosa. GRAN LECCIÓN aquí sobre cómo ser feliz. Una que aprendí de mi madre desde niña pero que me ha sido muy útil mientras más años cumplo. De jovencitas en el colegio y la universidad siempre estaban las típicas a las que les encantaba el chisme (hello ‘Mean Girls‘ otra de mis pelis preferidas para los días vagos) pero no era exagerado y cuando empecé en el mundo laborar siempre estuve en ambientes laborales más masculinos y en equipos muy pequeños donde no se daba tanto. Sin embargo fue ya en mis tardíos 20 cuando entré por primera vez a trabajar en un ambiente grande y con mayoría de mujeres que empecé a ver este problema en dimensiones exageradas. A ver, todas somos humanas y a veces es difícil cerrar la boca sobre todo cuando la persona en cuestión no nos gusta por algún motivo, pero lo mejor que podemos hacer en la vida es quedarnos nuestras opiniones para nosotras mismas. Que de nuestra boca no salgan malas energías que no hacen falta. Me he ganado la fama de ser un poco arisca quizás por no participar de esos corrillos y a lo mejor no recibo tantas invitaciones a salir por ello, pero, mujeres, este es un problema que me preocupa MUCHO entre nosotras y que tenemos que cortar. ¿Que no quieres sentirte rechazada? ¿Y por qué querríamos ser parte de un grupo así? Lo cual nos lleva a la siguiente lección:
  4. Tu felicidad es TU responsabilidad. Nadie puede no tiene la obligación de hacerte feliz. Bueno, entendedme: todos tenemos derecho a ser tratados con amor y respeto sobre todo por parte de aquellos con los que compartimos nuestras vidas. La cuestión es que alguien puede querernos mucho y tratarnos muy bien pero si no somos receptivas, estamos al cargo de nuestra felicidad y hablamos y PEDIMOS (sí, pedimos) lo que nos hace felices, no va a haber manera. Busca siempre tiempo y actividades que te hagan feliz y compártelas. Si la otra persona te quiere estará encantada de hacerlas contigo o dejarte hacerlas sola si es lo que te hace feliz.
  5. Toma riesgos. Tómalos. Evita la llamada ‘parálisis por análisis’, es decir, te piensas tanto las cosas que al final no haces nada. La mayoría de los riesgos por cosas que valen la pena, como tu felicidad y tu futuro, no son tan grandes como parecen. Sobre todo si no tienes a nadie a tu cargo piensa que lo que se pueda perder nunca va a ser irreparable (mientras que sea material). Aquí tengo mi propia anécdota que si queréis un día os la cuento para inspiración, pero básicamente, en cierto momento perdí todos mis ahorros, nos estafaron en un proyecto, había dejado mi trabajo por tomar un riesgo que valía la pena, y mi relación por aquel entonces se desmoronaba. Tuve que dejar mi estudio de soltera, meter todo en un trastero en UK y volver a casa en España y Colombia por 6 meses sin nada material pero con gente maravillosa. Esa situación me abrió muchas puertas y me permitió hacer cosas que no habría podido hacer de otro modo. A día de hoy pienso que ese riego, que me ha traído aquí con vosotras y al momento presente, ha valido MUCHÍSIMO la pena. Y me quitó el miedo para volver a tomar riesgos las veces que haga falta. Tómalos.