Las narraciones nos han acercado, como en el caso de los latinoamericanos, a leernos en la historia de nuestros pueblos. Tender puentes cercanos entre las noches y los hallazgos.
La narración es comprendida como relatar una secuencia, tanto real como ficticia. La narración breve, como el cuento, dota a la experiencia sensitiva de un orden gramatical, de un orden significativo para el hombre. Los personajes, los sucesos, pueden no ser reales, pero no alteran la atmósfera que impregna de imaginación al lector, rodeando tanto el camino, como el final del cuento. Desde la literatura oral, el cuento ha evolucionado para transmitir en secuencias instantáneas, un conocimiento mítico-religioso, para generar una tensión oral en el receptor. Uno de nuestros puentes directos con la imaginación; lo fantástico, la maravilla de narrar la magia de secuencias verbales. La narración está rodeada de misterio en su concepción, desde textos egipcios a bíblicos. Los problemas estéticos llegaron luego para adornar los vacíos morales de las primeras fases. También llegaron a posteriori bases del cuento moderno. El cuento plantea bases de introducción montando una escena para favorecer a un contacto con la historia, Para desenvolver el conflicto del cuento. El cuento en Latinoamérica es un suceso único, la historia predomina y los personajes son absorbidos por nuestro pasado, por nuestra emancipación de climas naturales, rompiendo lo cotidiano con un solo hecho enajenado de la realidad. Es representado tocando personajes alejados de la narrativa. Lo sobrenatural es leído desde el ámbito natural. Pero no es solo decir literatura latinoamericana, hay muchos puntos que esbozan el cuento: realzar el lenguaje. Nuestras historias son narradas desde un argot tradicional que atrajo el mundo en un solo norte: un boom.
• La pelota(felisberto Hernández)
En primera persona, un chico de solo ocho años, cuenta la obsesión por una pelota: la demanda por la pelota a una abuela que ruega paciencia al chico; esto enlaza una historia llena de celos, fastidios y Furiosas patadas. Lleno de rumbos inesperados por una pelota con forma de torta, felisberto, nos cuenta la rabieta de un chico por la ausencia de su capricho.
• La carne(Virgilio Piñera)
¿Ocultase una población entera de ellos mismo? ¿Preguntas inoportunas? La carne nos cuenta una relato inolvidable sobre la subsistencia de un pueblo, que de pequeñas sublevaciones, llegará a la consumación de su tacto público. Pero zanjar la necesidad efímera de la carne, llenar nuestros miedos en la soledad de la sociedad, la abandona sin poder irse, sin alterar la voluntad por nuestra apreciada carne: ¿el precio que exigía la carne?
• El círculo(Óscar Cerruto)
En la calle oscura y fría, los aires son viejos; nuestros últimos respiros. Vicente anuncia su retiro de la presencia de elvira. Los regresos regresan con nuestros recuerdos de las puertas; las ventanas anuncian a elvira, recordada en el sufrimiento de una partida. Al regreso de la oscuridad, vicente, con sus golpes estaba nervioso. Elvira nunca ha muerto en su recuerdo. Elvira ostenta un fascinante reloj con incrustaciones, brillantes que vislumbraba la casa de la muerta.
• Del viejecito negro de los velorios(Eliseo Diego)
¿Quién recuerda al viejecito negro de los velorios? Aquel que velará la tierra sin carne, la tierra del olvido. Sentado en un rincón, con su sombre hondo en el puño de una sombrilla, que acusa ser su única compañía. Matiza con su rostro la tristeza de aquellas personas muertas; la gente supone su amistad con los muertos. Al partir a la calle, se pierde entre los vivos, hasta su regreso; hasta la muerte que nos acusará en el futuro.
• La rana que quería ser una rana auténtica(Augusto Monterroso)
En el esfuerzo de ser auténticos con nosotros mismos, buscamos en el exterior un suave estímulo de autenticidad ante otros. Augusto, maestro del cuento breve, nos cuenta la historia, no solo de una rana, sino de todos, sobre el reflejo nuestro en los otros: alcanzar ser lo que otros piensan que no somos.