Cinco pasos para convertirse en escritor
Nadie nace siendo escritor. Ésa es una decisión personal que se toma en el camino de la vida. Ahora bien, cuando uno se anima a lanzarse a la aventura de ser escritor, normalmente no tiene claro por dónde empezar.
Hace unos días me suscribí a la lista de correo de The Write Practice. A cambio de la suscripción, recibí un e-book titulado 10 pasos para convertirse en escritor, de Joe Bunting. De ellos, he elegido los cinco que más me han llamado la atención para escribir esta entrada, con mis propios comentarios al respecto. Quizá te ayuden a mirar el oficio al que deseas dedicarte con otra perspectiva.
Paso 1: Comprométete
Comprometerse con la escritura significa firmar un contrato en el que se establecen una serie de cláusulas leoninas, la mayor parte de las cuales no te favorecerán. Por ejemplo la de trabajar cientos de horas en una novela que quizá no guste. No obstante, si ser escritor es tu sueño, el patrón imprescindible que debe guiar tu trabajo es el del compromiso.
Y la mejor manera de mantenerse fiel a ese acuerdo formalizado con uno mismo es hacerlo público, es decir: fija una fecha límite para publicar tu próxima novela y dala a conocer, de manera que te obligues a serle fiel a tus lectores.
Puede que creas que arriesgarte a hacer pública tu próxima fecha de entrega te asignará una carga extra de presión y estrés, pero si lo miras desde el ángulo que conviene a tu carrera de escritor, en realidad lo que hará será obligarte a mantener la disciplina y concentrar tus esfuerzos en lo que realmente merece la pena: tu novela.
Paso 2: Fórmate
Y cuando digo fórmate no me refiero sólo a los conocimientos relacionados con el arte de escribir, sino a todo. To-do.
Los escritores son aprendices, dice Joe Bunting, que aconseja: aprende de todo pero no seas experto en nada. No estoy totalmente de acuerdo con la segunda parte del consejo, pero sí con la primera.
El escritor debe estar bien preparado para transmitir al lector ya sean conocimientos, ya sensaciones y emociones. Sea cual sea el caso, antes de poder hacer llegar a otros esa información, el escritor ha de poseerla y para ello debe convertirse en un devorador del saber.
Sinceramente creo que, si no te gusta aprender, si no sientes curiosidad por conocer cada día más y más el universo en el que vives, no llegarás nunca a ser un buen escritor.
Por otra parte, cada pequeña porción de conocimiento que adquieres aumenta exponencialmente tu creatividad. Si no creces en ese sentido, no esperes que la inspiración te visite con nuevas ideas.
Paso 3: Roba
Sí, has leído bien: ¡roba! Joe Bunting comienza este apartado con una cita de Steve Jobs: Los buenos artistas copian, los grandes artistas roban.
Es una idea que ya había leído en un libro titulado: Steal this plot, de June and William Noble. El propósito de este consejo no es que robes la idea a otro escritor. Eso estaría muy feo. ¡No lo hagas!
No creas que es algo nuevo. En realidad, es tan viejo como el tiempo. Desde que el hombre es hombre ha venido tomando prestadas antiguas historias que ha remodelado y reinventado. Quizá un día escriba una entrada al respecto, pero ya de avanzadilla te cuento que, aunque sorprendente a primera vista, no hay más de 12 ó 13 historias básicas a partir de las cuales se han escrito millones de variantes.
De modo que, sí, ¡roba una idea! y luego transfórmala en otra totalmente distinta y fresca, que aporte nuevos puntos de vista, nuevas aventuras, nuevos héroes y heroínas. Conviértete en un gran artista.
Paso 4: Acostúmbrate al aburrimiento y a la pesadumbre
Todo aquel que haya empezado una historia conoce la sensación de euforia que le invade cuando tiene la Idea, la gran idea. Ésa que está ansioso por llevar al papel y que ve con tanta claridad en su mente.
Los primeros párrafos se suceden con rapidez; las primeras páginas, también. Incluso los primeros capítulos fluyen con suavidad, acrecentando el entusiasmo del incauto escritor. Y de repente llega el desierto, así, sin avisar. Esa parte intermedia, que se llama desarrollo o nudo, eterna y abrumadora. Un desierto inclemente en el que la mayor parte de los aventurados escritores caen extenuados y abandonan su escrito.
El principio es fácil y se empieza con fuerzas y entusiasmo, además. Lo duro viene después. Y aun después de ese primer después. Si uno mantiene el tipo y es capaz de superar la dura prueba del desarrollo de una historia, cuando llega al final y deja caer el lápiz sobre el papel o los dedos sobre el teclado del ordenador, viene la frustración.
Una dolorosa pesadumbre nos invade al ver que esa maravillosa idea en la que creímos ver una estupenda historia se ha convertido (la hemos convertido) en una mediocre imitación de una mala novela.
Bueno, hay que acostumbrarse. Así es la vida del escritor: a veces tediosa y con finales amargos.
La solución se llama persistencia. No abandones. Persevera. Vuelve a ponerte delante del ordenador, vuelve a sentir esa sensación de euforia que provocan todos los principios, vuelve a atravesar el desierto y vuelve a alcanzar un final frustrante. Y cuando hayas acabado este segundo viaje, comienza el tercero. Y luego el cuarto. Y después el quinto.
El que la sigue, la consigue.
Paso 5. Publica
Exacto: ¡publica! Lánzate. Ya sea una historia en capítulos a través de tu blog, ya un artículo en una revista, ya tu propio libro autopublicado. Salta al vacío y prueba a ver qué pasa.
Publicar es el siguiente paso a escribir. Ya has hecho el trabajo duro: has escrito tu historia, la has revisado y has conseguido que alcance el máximo de tu potencial (o al menos del potencial del que dispones por ahora). ¿Por qué quedarse en el primer paso y no dar el segundo? ¿Tienes vergüenza? Yo la tenía, pero la superé.
Si no sacas a pasear a tu criatura, nunca descubrirás hasta dónde puede llegar. Déjala libre, suéltale la mano y permite que camine. Después, obsérvala, mira cómo da sus primeros pasos inciertos y cómo luego va asentando los pies con más fuerza. Si se cae, ya se levantará. Y si no lo hace, vuelve a casa y ponte a escribir una historia mejor.
No te obsesiones con lo que digan de ella, ni para lo bueno ni para lo malo. Toma sólo aquello que te haga crecer como escritor. Tampoco permitas que te preocupen las ventas. ¿Qué pasa si sólo vendes diez libros? ¿Acaso se cae tu mundo por ello? ¡Qué va! Sé feliz: ¡has vendido diez libros! Antes no habías vendido ninguno.
La próxima vez, irá mejor.
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Fotografía: freepik.
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