Aceptar un divorcio puede ser complicado. Quizás porque el fin de una relación es como experimentar que algo muere. Aún si eres tú el que decide romper y crees que hacerlo es la mejor alternativa para todas las personas involucradas en la cuestión, dejar ir y terminar ese vínculo significa pasar por las mismas etapas de duelo que pasarías en caso de alguna muerte.
1- Negación
En esta fase son nuestros sentimientos más que nuestra razón los que rigen nuestro sistema de creencias mientras intentamos pensar nuestra vida sin el otro. Aunque sepamos que la relación está terminada, no terminamos de creerlo. Contra toda opinión de la gente que nos rodea, seguimos alimentando fantasías de resolución de los problemas o cambios insospechados. Vemos destellos de esperanza en medio de lo obvio del fin, esta es la fase en la que somos más vulnerables a los mensajes de texto recibidos a altas horas de la noche o a intempestivos encuentros sexuales con nuestra pareja tipo “touch & go”.
2- Ira
Se manifiesta de distintas formas:
-ira contra tu ex (“Como pudo hacerme esto a mí”?, “Como puede ser tan egoísta”?),
-ira contra Dios o el universo (“Por qué nada me sale bien?” “Por qué estoy marcado para la desgracia”?),
-ira contra las personas o situaciones asociadas a la ruptura ( ira contra la/el otra/o,
-ira contra el desempleo de tu pareja “porque fue ahí cuando cambió” e
-ira contra todos aquellos que no comparten tu ira (“puedes creer que Jorge y Ana todavía son amigos suyos después de lo que me hizo?”
Esta es la fase en que pensamos que es una buena idea contarle a todo el mundo lo psicópata y perverso que era nuestro/a ex. También suele ser la etapa de mandar furibundos e-mails porque no queremos que piense que logró lo que quería.
3.Negociación
La negociación suele ir de la mano de la negación. Significa estar buscando cualquier posible vía para hacer que la cosa funcione , por ejemplo diciéndole a tu ex que vas a cambiar, o iniciando terapia o acusándolo de que con su actitud está lastimando a los chicos, a su familia, a tu familia y al perro por atreverse a dejarlos.
Y, por supuesto, esta fase no se reduce a negociar solo con tu ex; mucha gente negocia con Santa Rita o la Vírgen Desatanudos prometiendo ser mejor persona si hace que la pareja regrese. Durante esta etapa, puede que te empiece a interesar la astrología, el tarot o cualquier cosa que permita pronosticar un regreso. Este es también el momento en que salimos a reclutar a amigos y parientes que puedan hacerle “entrar en razón”.
4- Depresión
La depresión, como la ira, aparece disfrazada también de cansancio físico, no querer hacer nada más que estar en la cama, sentirse desconectado de la gente, estar al borde de las lágrimas la mayoría del tiempo, tener problemas para dormir o dormir demasiado, perder el apetito o darse atracones, consumir más alcohol y (lo más importante) sentirse absolutamente desesperanzado. Y este estado es el que más debilita. Es lo que hace que creamos que nada volverá a estar bien nunca más.
5. Aceptación
La aceptación no siempre supone armonía y flores sino más bien un estado cercano a la tristeza. Significa dejar ir a la relación y continuar con nuestra vida. A veces parece que esta etapa nunca llegará, lo que supone que todavía estás luchando con alguna de las otras fases.
Conocer las fases de la pena puede ayudar a normalizar tu experiencia de ruptura. También es importante saber que no existen límites de tiempo y que no es necesario apurarse. El duelo es como la digestión: no hay nada que puedas hacer para apurar el proceso. Toma tiempo y lo único que puedes hacer es tratar de atravesar todas las etapas y no quedarte fijada en alguna de ellas.
En todo caso es bueno recordar que esto también pasará.-
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