En este artículo vamos a hablar de uno de los sentimientos más complejos que experimentamos los seres humanos: El sentimiento de culpa.
La culpa es una respuesta emocional provocada por una situación del pasado en la que pensamos que deberíamos haber actuado de otra manera, ya que consideramos que nuestra actuación es la causa directa de una serie de daños que se podrían haber evitado.
La culpa nos ancla al pasado, condiciona nuestro presente y atormenta nuestro futuro.
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No debemos olvidarnos, que al igual que cualquiera de las emociones que sentimos, la culpa también tiene una función: actuar como castigo frente a conductas que se alejan de nuestra linea de valores e incitarnos a la reflexión sobre aquellos actos que por las razones que sean han causado un daño a los demás.
El problema es cuando lejos de cumplir esta función la culpa se queda anclada a una determinada situación y nos paraliza haciendo que pensemos demasiado en lo sucedido y en lo que deberíamos haber hecho o haber dejado de hacer; entrando en un circulo vicioso en el que cuanto más pensamos, más culpables y peor nos sentimos, pero seguimos sin hacer nada al respecto.
Se nos olvida que el único momento en el que realmente podemos actuar es el preste y que darle vueltas a algo que ocurrió en el pasado, pero que ya no podemos cambiar no nos va a llevar a ningún sitio.
Además en muchas ocasiones nos sentimos culpables por cosas que realmente no tienen importancia, que el daño que han causado es mínimo o cuando todo el mundo ya nos ha perdonado (menos nosotros mismos).
Ante las cosas que nos suceden en la vida siempre estamos tratando de buscar un culpable: Nos culpamos a nosotros mismos, culpamos a los demás, al mundo que nos rodea, a la sociedad, a la suerte, al destino, a Dios.
Incluso frente a los sucesos más azarosos que existen, como pueden ser un atentado en un determinado lugar, un desastre natural, una enfermedad grave, etc… tratamos de buscar culpables.
Las cosas son como son, en ocasiones existen culpables, en ocasiones la culpa es de todos y en otras ocasiones de nadie. No siempre existen culpables, o en el caso que existan la mayoría de las veces no es útil tratar de buscarlos.
Si te han despedido del trabajo, da igual que la culpa sea tuya, de tu jefe, o de ese compañero que iba hablando mal de ti. La cosa es que no tienes trabajo, tienes que hacer auto-crítica para aprender de tus errores y buscarte otro empleo nuevo.
¿Tiene sentido que desperdicies tu tiempo tratando de jugar a polis y cacos para ver quién tiene más culpa en vez de dedicarlo a buscar otro puesto de trabajo quizás mejor y más afín a ti que el anterior?
También hay que tener en cuenta que muchas veces es más fácil culpar a los demás, que asumir que tenemos que cambiar, o culparnos a nosotros mismos que tomar acción y afrontar determinadas situaciones.
¿De dónde viene el sentimiento de culpa?
Desde pequeños aprendemos a culpar a los demás cuando nos sentimos mal y a culparnos a nosotros mismos de muchas cosas de las que suceden a nuestro al rededor. Por ejemplo, muchos niños piensan que ellos mismos pueden ser culpables de la muerte de alguien por que se han portado mal o de que llueva porque estuvieron llorando.
Además a lo largo de nuestra vida oímos infinidad de mensajes del tipo: “Por tu culpa me siento…” “Si hubieras” “Si no hubieras” “Por culpa de…”
De esta maneara nos vamos formando una escala de valores calificando las cosas que hacemos como “buenas” o “malas” y definiéndonos a nosotros mismos como “buenos” o “malos” en función de si nos ajustamos o no a esa escala de valores.
Por supuesto que está muy bien tener una serie de valores que guíen nuestras conductas y nuestras decisiones, sin embargo hay que tener en cuenta que a lo largo de nuestra vida vamos a hacer muchísimas cosas, algunas bien, otras mal y otras regular. Y seguramente la mayoría de las veces que hagamos cosas mal no será por maldad, si no por otras razones como:
- Desconocimiento.
- No analizar bien la situación.
- Guiarnos demasiado por nuestras emociones.
- Pensar que las consecuencias ibas a ser diferentes.
- Etc…
5 putas para gestionar el sentimiento de culpa
Cuando el sentimiento de culpa nos muestra su cara más negativa, hay que aprender a gestionarlo de una manera adecuada para que deje de condicionar nuestro presente. Así que cuando sientas que la culpa te bloquea, pon en práctica las siguientes pautas.
1. ¿Fuiste tu el culpable?
En ocasiones nos sentimos culpables durante mucho tiempo sobre sucesos en los cuales no tenemos ninguna responsabilidad.
Por ejemplo: Si discutes con tu hijo, sale enfadado de casa, coge el coche y tiene un accidente, tú no tienes responsabilidad ninguna sobre el accidente. Probablemente tengas responsabilidad en entrar en la discusión, pero fue él por su propia iniciativa decidió salir de casa y coger el coche.
Lo mismo ocurre con el tema de los suicidios, nadie es responsable de la vida de nadie excepto esa misma persona. Puede que hayas hecho cosas mal con esa persona, pero solo uno mismo es responsable de como afronta las situaciones difíciles que aparecen en su vida.
Así que, párate a pensar si realmente tienes algo de responsabilidad por aquello por lo que te sientes tan culpable. Probablemente aunque sepas que tú no tienes la culpa, no puedas evitar seguir sintiéndote culpable, pero al menos habrás dado el primer paso para gestionar ese sentimiento de una manera adecuada.
2. Convierte la culpa en responsabilidad.
No es lo mismo ser culpable, que ser responsable. La palabra culpable tiene asociadas connotaciones negativas mientras que la palabra responsable no (Los culpables son malos y merecen ser castigados por ello, los responsables simplemente asumen las consecuencias de sus actos)
Así que trata de convertir tu sentimiento de culpa en un sentimiento de responsabilidad.
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Reconoce tu conducta: Admite lo que hiciste mal.
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Acepta las consecuencias que provocó.
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Analizar el motivo de tu actuación: ¿Por qué actuaste de esa manera? Seguramente tuviste bastantes razones para actuar así en aquel momentos.
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Si es posible corrige o pide disculpas: Esto no siempre es posible, pero si lo es, aunque te cueste mucho te aseguro que merecerá la pena dejar de lado tu orgullo y corregir el error; o en su defecto, pedir perdón a la persona implicada. Recuerda que el fin no es que te perdonen, eso ya no depende de ti, si no asumir que hubo unas consecuencias malas y mostrar tu arrepentimiento por ello así que con pedir perdón una vez basta.
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Aprender para no volver a cometer el mismo error: Cometer errores es la mejor manera que hay en la vida de aprender. Puede que dañaras a otras personas o que te dañarás a ti mismo, pero al menos te llevarás una gran lección.
3. Acepta que todos cometemos errores.
Somos humanos, no podemos predecir al 100% las consecuencias que van a tener nuestros actos y por eso cometemos errores. Hoy por hoy no existe una maquina que nos lleve de nuevo al pasado para actuar de otra manera. Si existiera seguramente todos la habríamos utilizado alguna vez, pero como aún nadie la ha inventado no nos queda otra opción que aceptar que todos cometemos errores y por supuesto aprender las grandes lecciones que estos nos enseñan.
Nacimos para cometer errores, no para fingir ser personas perfectas
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4. Aprende a relativizar.
Cuando nos sentimos culpables pensamos que hemos hecho algo horrible y que merecemos ser castigados por ello, soportando en ocasiones tratos degradantes tanto de los demás como de nosotros mismos. Pero ¿Realmente nos merecemos eso? ¿Realmente lo que hemos hecho es tan horrible? ¿O quizá estamos exagerando? Y sobre todo ¿realmente eran esas nuestras intenciones? ¿Realmente queríamos hacer daño?
A poco que nos paremos a pensar, seguramente lleguemos a la conclusión de que aunque no podamos evitar sentirnos mal por ello, no hemos hecho nada tan horrible ni queríamos hacer daño a nadie.
5. Habla de ello.
Cuando nos sentimos culpables por algo nos escondemos, lo ocultamos, no nos gusta hablar de ello. Nos sentimos despreciables y no queremos que la gente sepa aquello tan “horrible” que hicimos. Sin embargo, si hablamos del tema con alguien, en seguida nuestra carga de culpa disminuirá.
Se que es difícil, pero te aseguro que merece la pena. Habla de ello con algún amigo o familiar de confianza, si lo prefieres con algún desconocido o en su defecto con un profesional. Sea con quien sea, pero no te escondas y habla de aquello que te hace sentir tan culpable.
6. Observa si la culpa está cumpliendo alguna función.
Tal y como he dicho antes, en ocasiones la culpa esta cumpliendo alguna función. Analiza detenidamente si ese sentimiento de culpa te esta ocasionando alguna ventaja: como por ejemplo ayudarte a evitar afrontar determinada situación que para que negarlo, te da bastante miedo afrontar, o si echar la culpa a los demás te esta siendo útil para evadir tu parte de responsabilidad y aprender de ella.
En definitiva, el sentimiento de culpa es una emoción bastante compleja y difícil de gestionar pero cualquier cosa en esta vida hay que afrontarla, así que te sugiero que sigas estas pautas a rajatabla y la gestiones lo mejor posible evitando que ese molesto sentimiento condicione tu presente y entorpezca tu futuro.
¡Ahora es tu turno!
¿Te has sentido culpable alguna vez sobre algún suceso en el que realmente no tenías ninguna responsabilidad? ¿Has cometido algún error del que te sientas muy culpable? ¿O por el contrario, has logrado asumir las consecuencias y seguir adelante? ¿Crees que el sentimiento de culpa está condicionando tu presente?
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