1) No existe ninguna evidencia de que la posición de los astros determinen los sucesos trascendentes de nuestras vidas. Como cristianos creemos que es nuestra voluntad y libertad, de la mano de la providencia del único Dios verdadero, las que hacen posibles los eventos trascendentes en nuestra existencia.
2) La probabilidad de que suceda lo pronosticado en el horóscopo es muy baja. La adhesión a las conjeturas zodiacales están más asociadas a sugestiones o esperanzas puestas en cosas inherentes.
3) El zodíaco contiene elementos de culturas espirituales del paganismo que no solo no se relacionan, sino que están en completa oposición con la espiritualidad cristiana.
4) En el horóscopo, las pautas que supuestamente determinan los destinos de cada persona son elaborados por hombres que no se basan en ninguna revelación genuina y si las hay no vienen de Dios.
5) Cada persona es única e irrepetible y no está encasillada en una forma de ser por el día y el año en el que nació.
Pongamos nuestra esperanza en Cristo, no en invensiones ajenas a Él.