Cada poco tiempo, algún miembro del Gobierno español realiza alguna declaración afirmando que «estamos saliendo de la crisis» o «ya se ve la luz al final del túnel». Empezando por el presidente, Mariano Rajoy y por el más prolífico, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pasando por la de Empleo, Fátima Báñez o por el de Economía, Luis de Guindos (si bien hay que resaltar que este último, habitualmente, se muestra más prudente en este sentido).
¿En qué se basan?
Para realizar este tipo de afirmaciones, se apoyan en cuestiones como éstas:
- La evolución positiva del desempleo. Las últimas Encuestas de Población Activa parecen reflejar una evolución positiva en este apartado.
- Superávit en la balanza de pagos: la balanza por cuenta corriente de España muestra un significativo progreso. Hemos pasado de elevados déficits en el pasado al superávit que se espera en los próximos años, gracias a la mejora de las exportaciones (lo cual demuestra que ha aumentado la competitividad de nuestra economía) y a la caída de las importaciones.
- El rescate de parte del sector financiero español por parte de la Unión Europea se ha dado por finalizado (aunque el dinero aún hay que devolverlo), de lo cual se puede suponer —argumentan— que los bancos españoles están fuertes y en condiciones de conceder crédito.
- Técnicamente, se ha dejado atrás la recesión, ya que en el tercer trimestre de 2013 la economía ha crecido un 0,1%.
- La prima de riesgo ha descendido notablemente desde sus máximos de 2012, cuando superó los 600 puntos básicos (actualmente ronda los 245).
- Unido a lo anterior, parece que los mercados vuelven a confiar en España (en palabras de Emilio Botín, presidente del Banco Santander, «a España llega dinero de todas partes»).
¿Es realmente así?
A pesar de los datos anteriores, podemos afirmar que no estamos saliendo de la crisis, y que —si lo logramos— tardaremos aún varios años en hacerlo. Y esto es así por varias razones. En primer lugar, algunas de las cuestiones que se citan, o no son positivas, o no tanto como se afirma.
Por ejemplo, la evolución del desempleo está lejos de ser buena. Sigue siendo muy elevado, lejos incluso de la abultada cifra que dejó Zapatero. Muchos desempleados se desapuntan de las listas y/o se van al extranjero, como se observa analizando las afiliaciones a la Seguridad Social. Además, la mayor parte del empleo que se crea es temporal y /o a tiempo parcial (la EPA habla de ocupados y no distingue entre trabajadores a tiempo parcial y a tiempo completo).
El superávit de la balanza por cuenta corriente está ocasionado en parte por la mejora en las exportaciones, que refleja el aumento de la competitividad de nuestra economía, pero este incremento no está ocasionado por una mejora de los procesos o por unas políticas que favorezcan a las empresas exportadoras, sino que se debe en buena medida al empeoramiento de la situación de los trabajadores: menos empleados para hacer el mismo trabajo y menores sueldos. Además, otra parte de la mejora está producida por la caída de las importaciones, ocasionada por la debilidad del consumo interno (las ventas del comercio minorista encadenan 36 trimestres consecutivos de caídas).
En cuanto al rescate de parte del sistema financiero, algunos analistas aún dudan de si habrá sido suficiente. El dinero inyectado a las entidades financieras por distintas vías (y sin tener en cuenta los avales) se estima que ronda los 100.000 millones de euros. A falta de cerrar las cuentas (aun quedan por vender algunas entidades), el Estado, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), da por perdidos más de 36.000 millones, a los que se unirían otros 12.000 millones «aportados» por los preferentistas. Todo ello, para un rescate que «no iba a costar un euro a los españoles», según diversos dirigentes políticos, tanto de este gobierno como del anterior. Y mientras tanto, continúa sin fluir el crédito.
Respecto a la salida de la recesión, aunque técnicamente sea así, no hay que caer en la autocomplacencia, ya que ha sido una subida mínima y totalmente insuficiente, y todavía estamos muy lejos del PIB que teníamos en 2008 (en 2013, el PIB estará unos 70.000 millones de euros por debajo del marcado hace cinco años).
En cuanto a la prima de riesgo, es indudable que las famosas palabras del gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi («El BCE hará lo necesario para sostener el euro. Y créanme, eso será suficiente.») tuvieron un efecto balsámico, que todavía se mantiene. Y por otra parte, hay que tener en cuenta que, si bien hoy está en un nivel más moderado, continúa estando bastante elevada, lo que resta competitividad a nuestra economía, ya que no sólo pagamos más por nuestra Deuda Pública, sino que las empresas españolas también tienen ese sobrecoste a la hora de financiarse.
Por lo que respecta a la «vuelta del dinero» a España, es una buena noticia, aunque hay que tener en cuenta que en el mundo existe hoy un exceso de liquidez, producto de las políticas monetarias expansionistas de —entre otros— Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, y que ese dinero busca una rentabilidad, que encuentra en nuestro país, gracias a los saldos que ofrece nuestra economía. Otra causa es la clásica sobrerreacción de los mercados de capitales. Hace unos meses huían en desbandada, temiendo que se fuera a «romper el euro» y ahora acuden en masa, a la búsqueda de beneficios rápidos.
Las 5 razones por las que no estamos saliendo de la crisis
Todo lo expuesto anteriormente nos muestra que existen bastantes dudas en relación a esa «salida de la crisis» que algunos pregonan. En cualquier caso, falta bastante tiempo, pero, más allá del debate que se pueda generar en torno a esos aspectos, podemos concretar cinco motivos por los cuales podemos afirmar que todavía estamos en plena crisis. Cuestiones que, si no se enderezan, harán que continuemos en dificultades durante mucho tiempo:
Se puede ver claramente a través del Índice Gini (que mide las desigualdades entre ricos y pobres). El valor de este coeficiente se ha disparado en los últimos años en España, alcanzando un 0,35, convirtiéndose en el país de Europa en el que más ha aumentado las desigualdades, y situándose como el segundo país más desigual de la Unión, sólo por detrás de Letonia, y al nivel de países como Etiopía o Níger.
En cuanto al modelo productivo, deberíamos empezar a tener una idea acerca de si, como decía el Deutsche Bank, España es la nueva Alemania, o si, tal como afirmaba Gay de Liébana, España se está convirtiendo en la China de Europa. En lo que respecta al modelo educativo, quizás modelos como el finlandés o el de Corea del Sur podrían servir como punto de partida (lo cual no quiere decir que tengamos que copiarlos).
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