5 reinas de la historia que sí estaban locas

Publicado el 18 mayo 2019 por Carlosgu82

La reciente e inesperada “locura” de Daenerys Targaryen indignó a algunos y complació a otros. Su violenta elección de quemar a un pueblo rendido recuerda las acciones de otras reinas, más antiguas y auténticas, que tomaban por la fuerza lo que creían suyo. Estas mujeres, crueles y probablemente locas, dejan a la madre de dragones en pañales.

5. Ana de Rusia, la extravagante

La emperatriz de Rusia fue puesta en el poder por un consejo privado que quería un monarca manipulable que firmara decretos favorables a los miembros del consejo, en detrimento del poder imperial. Ana rompió en público los decretos que la hicieron firmar, disolvió el consejo y exilió a sus miembros a Siberia. Además, creó una especie de policía secreta para intimidar y aterrorizar (cortando narices, por ejemplo) a quienes se oponían a sus políticas.

Aficionada a la caza, Ana siempre tenía un rifle junto a su ventana para poder disparar a las aves a cualquier hora del día. La emperatriz tenía un raro concepto sobre la diversión, que iba de lo cruel a lo vulgar. La corte ofrecía espectáculos protagonizados por enanos, bufones, mimos, retrasados mentales y paralíticos, quienes se disfrazaban y actuaban para Ana. Su “acto” favorito era el lanzamiento de enanos contra un muro.

Quizás el episodio más infame en el reinado de Ana fue el matrimonio que organizó entre una de sus sirvientas y uno de sus bufones. Ordenó construir un palacio de hielo de diez metros de altura, con pasillos, escaleras, salones y columnas de hielo, así como una alcoba matrimonial con una cama tallada en hielo. Después de la ceremonia y la extravagante fiesta, los novios fueron puestos en una jaula y trasladados en elefante hasta el palacio de hielo para que pasaran allí su noche de bodas, a pesar del crudo invierno. Ana les ordenó hacer el amor para no morir de frío y se fue, dejándolos vigilados por unos guardias. La pareja logró sobrevivir gracias a que la novia intercambió un collar de perlas por un abrigo de piel con unos de los guardias.

4. Ranavalona I, la venenosa

Se sospecha que la reina Ranavalona I de Madagascar envenenó a su esposo, Radama I, para sucederlo en el trono. Dado que el sobrino del rey era el heredero legítimo, Ranavalona se aseguró de asesinarlo junto con sus padres.

Luchó encarnizadamente para que los imperios francés y británico no colonizaran el reino y no implantaran el cristianismo. Quienes desacataban sus órdenes y se oponían a la expansión de su reino eran arrojados desde precipicios, desmembrados o escaldados. Aquellos que sobrevivían a las ejecuciones en masa se convertían en esclavos y sus posesiones pasaban a formar parte de la corona para enriquecerla más.

Ranavalona era aficionada al “juicio por Tangena”, que consistía en que el acusado debía tomar veneno y comerse tres pieles de pollo. Si vomitaba las tres pieles era inocente, pero si vomitaba menos pieles o moría, era culpable. Se estima que 20% de la población murió por este tipo de juicio.

3. Julia Agripina, la incestuosa

La madre del infame Nerón era una mujer ambiciosa que, para gozar de los favores del emperador, su hermano Calígula, se acostaba con él. Tras la muerte de Calígula, y sin querer perder sus privilegios, se las arregló para seducir y casarse con el nuevo emperador, su tío Claudio. Una vez obtuvo el título de emperatriz y Augusta, convenció a Claudio de repudiar al hijo que había tenido con su anterior esposa y adoptar a Nerón como heredero.

Agripina se convirtió en una mujer poderosa e influyente y se encargó de eliminar de la corte a todo aquel que fuera leal a la antigua esposa del emperador o que amenazara su futuro y el de su hijo. Entre sus víctimas se encuentran unas diez personas.

Luego de la muerte por envenenamiento de Claudio – se cree que Agripina lo asesinó-, Nerón se convirtió en el nuevo emperador y su madre gobernaba Roma usándolo a él; se dice que lo manipulaba por medio del sexo. Eventualmente, Nerón se cansó de su madre e intentó asesinarla en múltiples ocasiones. Consiguió que la ejecutaran acusándola de traición.

2. Olga de Kiev, la pirómana

La princesa Olga de Kiev gobernó el estado eslavo antiguo (Rus de Kiev) como regente después de la muerte de su esposo, el Gran Príncipe Ígor de Kiev. El monarca fue asesinado por el pueblo de los drevlianos y la venganza de Olga cayó implacable sobre ellos.

En primera instancia, la tribu asesina envió una comitiva de unos veinte hombres para persuadir a la princesa de casarse con un príncipe drevliano; Olga enterró vivos a estos hombres. Luego, fingió aceptar la propuesta de matrimonio pidiendo que le enviaran a los más distinguidos dirigentes para que la acompañaran en su viaje. Cuando estos hombres llegaron, la princesa les ofreció su casa de baños para que se asearan; Olga los encerró y quemó vivos. No contenta con esto, invitó al resto de drevlianos a un festín y, cuando estuvieron ebrios, sus soldados los asesinaron.

Para asegurarse en el poder frente a los drevlianos sobrevivientes, marchó con un ejército hasta la capital de este pueblo y la puso en asedio. Los habitantes le ofrecieron pieles y miel en señal de buena voluntad, pero ella pidió a cambio tres gorriones y tres palomas de cada casa. Ordenó a sus soldados que ataran a las aves un pedazo de azufre envuelto en tela, les prendió fuego y, así, las aves regresaron hasta la ciudad, quemándola. Algunos de los habitantes fueron asesinados, otros vendidos como esclavos y el resto tuvo que pagar tributo a la vengativa princesa.

1. Fredegunda, la mortífera

La reina franca de Neustria se convirtió en tal luego de que la esposa de su amante, el rey Chilperico I, muriera. La reina apareció estrangulada en su lecho y se cree que los asesinos fueron Fredegunda y Chilperico. Brunegilda, hermana de la reina muerta, clamó venganza haciendo que su esposo, el rey de Austrasia, destronara a Chilperico. Cuando la derrota militar era inminente y Chilperico daba todo por perdido, Fredegunda contrató a dos asesinos para que apuñalaran al esposo de Brunegilda.

Animada por esta victoria, Fredegunda procedió a eliminar a los hijos anteriores de su esposo para asegurar que sólo los suyos accedieran al trono. Sin embargo, todos los hijos que la reina dio a luz murieron al poco tiempo. Fredegunda, buscando culpables de la muerte de sus hijos, hizo quemar en la hoguera a varias personas acusadas de practicar magia negra. Para alivio del reino, Fredegunda dio a luz, por fin, a un hijo que sobrevivió.

Tiempo después, Chilperico I fue envenenado y las sospechas recayeron en la reina, quien habría querido ocultar una infidelidad o tener el camino libre hacia el trono. Una vez asegurada su regencia, Fredegunda intentó, sin éxito, asesinar a Brunegilda y su hijo. Sin embargo, sí tuvo éxito asesinando a obispos y nobles que no le caían bien.

Fredegunda no tenía piedad ni con sus propios hijos. En una ocasión riñó con una de sus hijas que la acusaba de tacaña; la reina, para probarle lo contrario, la invitó a que sacara de un cofre algunos objetos de valor. Cuando la princesa se agachó para tomar los objetos, la reina dejó caer la tapa del cofre sobre la nuca de su hija, presionándola con todas sus fuerzas. Si no fuera por la intervención de unos sirvientes, la princesa habría muerto.