Es difícil inculcar la disciplina en algunos niños, especialmente los más desobedientes. Puede ser frustrante repetirles muchas veces que no hagan algo y comprobar que siguen haciéndolo. El secreto está en la confianza. Por eso en los niños menores de 2 años la disciplina tiene poca relación con los castigos y mucha con la imagen de sus padres como figuras protectoras. Los bebés quieren abrazos, palabras dulces y sentirse queridos. A cambio se mostrarán obedientes.
Un ejercicio que podemos hacer, cuando el bebé comete un fallo, es ponernos en su lugar. Preguntarnos “Si yo fuera él, ¿cómo esperaría que respondiese mi madre o mi padre?”
Hagamos un balance de algunas situaciones comunes de indisciplina en bebés, que hemos encontrado en Parenting.com:
1. Tocando o cogiendo cosas peligrosas: A los niños les gusta explorar el mundo, un mundo que desconocen. No digamos “no, no, no” y utilicemos 3 frases sencillas que aprenderá rápido: “Tócalo” para las cosas seguras, “No lo toques” para las peligrosas y “Quema” para los platos calientes, la puerta del horno o los radiadores eléctricos.
Además, conviene personalizar el toque de atención. En lugar de “No” utilizaremos “No, Pablo” (el nombre del niño o niña) o simplemente un seco “¡Pablo!”. Esto distraerá su atención desde el objeto peligroso a sus padres, y permitirá a estos llegar al bebé.
Por último, la técnica de “sustituir y redirigir”. Si por ejemplo estamos en la cocina cortando verduras y el bebé quiere coger el cuchillo, diremos “No para Pablo. Este es el cuchillo de Mamá. Aquí está la cuchara de Pablo” y le daremos una cuchara. Si quiere coger un vaso de vidrio, repetiremos “Es el vaso de Mamá, este es el de Pablo” y le daremos uno de plástico.
Alimentación de niños y bebés
2. Lanzando comida y cosas desde la trona. Es el modo en que descubren las capacidades de sus manitas, así como ese fenómeno que llamamos la gravedad y al mismo tiempo se asegurar de que captan nuestra atención. Es importante saber que no están despreciando lo que has cocinado, sino que quieren jugar. Si recoges uno a uno todo lo que vaya lanzando, hasta que se aburra, o si lo dejas en el suelo y no le prestas atención, tu hijo cesará de jugar cuando no tenga con quien hacerlo.
Otra opción es bajar al bebé de la trona y sentarlo con sus juguetes. Quizá un par de minutos sean suficientes para que haya colmado sus ganas de jugar y podamos lavarle las manitas y llevarlo de nuevo a la trona a comer. Y otra técnica es sentarse frente al bebé y comer tu propia comida mirándolo y riendo, interactuando con él. Pronto el bebé querrá “jugar” a hacer lo mismo que tú.
3. Mordiendo y golpeando. Al igual que los gatitos, los bebés utilizan los mordiscos y sus manitas como forma de comunicación y no como señal de agresividad. Son gestos de frustación y enfado, que no puede expresar con palabras. Evitaremos gritarles y les daremos ejemplo de cómo debemos tratar a los demás: “Abrazamos al hermanito”, “Acariciamos al perro”, “damos un beso a mamá”...
También les haremos notar que les escuchamos (¡aunque no sepan hablar quieren decirnos cosas!) y verbalizaremos sus emociones: “Te enfadas porque no puedes hacerlo”. El bebé no captará nuestras palabras pero sí el tono.
4. Gritando y chillando. El bebé experimenta con su voz y, además de testar sus capacidades, atrae la atención de los adultos. ¡Fascinante para un niño! Podemos acordar con el bebé que grite en un solo lugar: en el jardín, en el patio, en el cuarto de baño… Si grita, lo llevaremos inmediatamente allí.
5. Haciendo una batalla a la hora de vestirse. Los niños se interesan por otras cosas o por su propio cuerpo en el momento de vestirlos, así que conviene reconducir su atención mediante juegos: “¿Por dónde tiene que pasar la mano? ¡Por esta manga!” “¿Dónde tiene que entrar el pie?”. También puedes elegir prendar fáciles de poner, con pocos botones y de una sola pieza. A partir de los 2 años, ya puedes contar con la opinión de tu niño para que elija su propia ropa.
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