50 sombras del tipo ese (II)

Por Junito @junito1977

19.11.2013 19:00

Siguiendo con mi crítica personal, a modo de trilogía, a "50 sobras de Grey" hoy voy a darles un repaso a los protagonistas principales de estos libros, Christian Grey y Anastasia Steele. Siguiendo las buenas normas de educación empezaré por la joven, torpona y poco carismática dama. Ana es más sosa que un potaje de habas (esto ya lo había dicho antes ¿verdad?), llorica e inocentona, pero con un don natural que es la envidia de todas las mujeres reales que habitamos en este planeta. Y me refiero a que a la jodía todo le sale bien. Con su carita dulce, su vocecilla aterciopelada y su timidez exagerada no hay macho que salga en el libro que no se enamore de ella como un tonto, ni hembra que no la quiera como amiga y la ayude. Oye, que suerte tienen algunas.

Nuestra amiga Anastasia mucha vidilla exterior no tiene, pero interiormente es todo un torbellino "endiosado". Sí, sí, porque ella tiene una Diosa interior que trepa, salta, da volteretas y se contorsiona, cual gimnasta en plena competición de los juegos olímpicos, según vayan sus estados de ánimo. Por "Diosa", que agotamiento debe producir tener a esa alienígena todo el día revolviéndote los intestinos. Y con todas estas ¿cualidades? personales y divinas, la chica consigue, no sólo seducir y trajinarse al protagonista, sino enamorarlo y transformarlo. ¡Ahí es ná!

La verdad es que en el libro las mujeres no salimos muy bien paradas. Anastasia, la tontorrona, cede a los turbios deseos de Grey, pero por un módico precio, porque todos sabemos que con diamantes y buen champán TODO ENTRA MUCHO MEJOR. Que si una edición del siglo XVI de una colección de libros, un Mac ultimísimo modelo, un cochazo, viajes en avión privado con un vino carísimo. ¿Había dicho que era tonta?

Pasando ahora al protagonista masculino de la saga, este Christian Grey no es moco de pavo. Inteligente, terriblemente rico, toca el piano divinamente, pilota helicópteros, comprometido con multitud de asociaciones benéficas, rey del lenguaje corporal (mujer que lo ve, bragas que se caen al suelo chorreando) y, además, joven, guapo y sexy. #ModoIrónicoOn ¿Con la fábrica de Chritians Greys, por favor? ¡Ah! Que este modelo se les ha agotado, vaya por Dios, que mala suerte la mía #ModoIrónicoOff. Pero, por supuesto, no todo es oro lo que reluce, y el chiquito es cabroncete con las féminas, dominador, autoritario y tiene un lado escuro que te deje ojiplática. Resulta, Mari, que es un amo sadomasoquista con una habitación secreta de paredes rojas, llenita de fustas, esposas, látigos y toda clase de ataduras, que ni en el Leroy Merlin tienen tanta variedad.

Y es que, entre la descripción del santo varón y de la habitacioncita de marras y todos los enseres que incluye, te entra un cosquilleo entrepierna, que sabría a rechupete si no fuese porque a la habitación prácticamente entran a limpiar el polvo y a encerar los látigos. Porque, al final, resulta que el lobo feroz acaba siendo un tierno corderito, todo dulzura, comprensión y amor, que no cata más que unos cuantos azotes blanduchos y una atada de manos. Vamos, que se cumple al cien por cien ¿la típica fantasía? donde la protagonista cambia al indomable volviéndolo bueno, protector y romántico. Otra vez la ficción supera a la realidad.

Por supuesto, la vida sexual de estos dos personajes no podía ser menos maravillosa y fantástica. Ana llega virgen a manos de Christian, pero eso no le impide ser una experta mujer en la cama y chuparla tan bien que es capaz de sacarle savia a la pata de una silla, estar perfectamente lubricada en cada asalto (entre lo que llora y lo que se lubrica no sé cómo no acaba deshidratada) y correrse varias veces por polvo. Y Grey tiene un rabo enorme, nunca sufre gatillazos y siempre tiene a mano los condones, cual fábrica de Control. Follan varias veces al día, allá donde les apetece y nunca nadie les pilla. Y él, aunque es un amo del sado, nunca utiliza una palabra malsonante con la que dirigirse a ella en plena acción (rarito en la cama, pero educado), de un "nena, voy a correrme" o "me pones muy cachondo, nena" no pasamos.

¿Y las escenas tórridas? ¿Y tanto escándalo para esto? Hay que recordar que esto es una novela rosa y que por activa y por pasiva los protas tienen que acabar juntos, rodeados de pétalos de rosas y "fueron felices y comieron perdices". Porque para qué va a romperse la cabeza la escritora en pensar otro final, con lo bien que vende éste.

Continuará...

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