50 Sombras Liberadas - EBOOK - PDF

Publicado el 18 diciembre 2018 por Misterdilan

¡Mami! ¡Mami!

Mami está dormida en el suelo. Ha estado dormida por un largo tiempo. Peino su cabello porque a ella le gusta eso. No se despierta. La sacudo.

¡Mami! Mi estómago duele. Está hambriento.

Él no está aquí. Tengo sed. En la cocina, empujo una silla hacia el fregadero, y bebo algo. El agua salpica mi suéter azul. Mami todavía está dormida.

¡Mami, despierta! Ella yace quieta. Está fría. Traigo mi frazada, y cubro a mi mami, y yazco en la pegajosa alfombra verde a su lado. Mami todavía está dormida. Tengo dos coches de juguete. Corren por el suelo donde mami está durmiendo. Creo que está enferma. Busco algo de comer. En el refrigerador encuentro guisantes. Están fríos. Los como lentamente. Hacen que me duela la barriguita.

Duermo junto a mami. Los guisantes se han terminado. En el refrigerador hay algo. Huele raro. Lo lamo y mi lengua se queda pegada a ello. Lo como lentamente. Sabe feo. Bebo algo de agua.

Juego con mis coches, y duermo junto a mami. Mami está tan fría, y no se despierta. La puerta se abre de un golpe. Cubro a mami con mi cubrecama. Él está aquí. Mierda, ¿qué infiernos pasó aquí? Oh, la loca perra jodida. Mierda. Joder. Apártate de mi camino, pedazo de mierda. Él me patea, y golpeo mi cabeza contra el suelo. Mi cabeza duele.

La mujer policía está aquí.

No. No. No. No me toque. No me toque. No me toque.

La mujer policía tiene mi cubrecama, y me agarra. Grito. ¡Mami! ¡Mami! Quiero a mi mami. Las palabras se han ido. No puedo decir las palabras. Mami no puede oírme. No tengo palabras.

Capítulo 1iro

A través de las baldas del parasol hacia el jardín de hierba y el más azul de los cielos, azul de verano, azul Mediterráneo, con un suspiro de satisfacción. Christian está a mi lado, tendido en una tumbona. Mi marido, mi caliente marido, hermoso, sin camisa y con unas bermudas jean, está leyendo un libro sobre la predicción del colapso del sistema bancario Occidental. Por todas las cuentas, es una página Turner. No lo he visto sentarse así de tranquilo, nunca. Luce más como un estudiante que como el atractivo Gerente General de una de las más exitosas compañías privadas de los Estados Unidos.

En el tramo final de nuestra luna de miel, descansamos bajo el sol del atardecer en la playa de la bien llamada Beach Plaza Montecarlo, en Mónaco, aunque no nos estamos alojando en este hotel. Abro mis ojos y contemplo al Fair Lady anclado en el puerto. Estamos alojados, por supuesto, a bordo de un lujoso yate a motor. Construido en 1928, flota majestuosamente sobre el agua, la reina de los todos los yates en el puerto. Parece el juguete de cuerda de un niño. Christian la ama, sospecho que está tentado de comprarla. Honestamente, los chicos y sus juguetes.

Sentada hacia atrás, escucho la mezcla de Christian Gray en mi nuevo iPod y dormito bajo el sol del atardecer, recordando su propuesta. Oh, su propuesta de ensueño en el embarcadero... Casi puedo oler el aroma de las flores del prado...