Revista Coaching

525.- "Le dijeron a Alejandro Magno que no tenía la línea del triunfo en su mano. Se dio un tajo en la palma y la creó"

Por Ignacionovo
Autor: Alejandro Jodorowsky En el año 2002, Angela Duckworth, investigadora de la Universidad de Pensilvania, entrevistó a alumnos de alto rendimiento en diversas áreas y encontró que todos ellos compartían una cualidad personal común muy concreta: perseverancia y pasión sostenida a largo plazo para la consecución de sus metas. Es decir, gente que trabaja arduamente afrontando con determinación los desafíos y manteniendo el esfuerzo y el interés, a pesar del fracaso, la adversidad y los posibles obstáculos.
¡Es obvio que esto es así!, exclamarán algunos. Obvio tal vez, pero nada sencillo si consideramos que son muy pocos los capaces de mantenerse firmes en sus empeños y que la mayor parte tiende a abandonarlos. Y no ya con la mitad de la travesía recorrida, sino simplemente tras el primer enérgico golpe de viento o tras la primera ola de tamaño poco usual.
La determinación es, claramente, un rasgo cualitativo esencial en todo afán. Es voluntad, energía, insistencia… y quien la asume se provee de una coraza con la que resistir la más variada gama de golpes que podamos imaginar.
Cuando no estamos dispuestos a aceptar, bajo ningún concepto, otra cosa que no sea un resultado feliz, aparecen fuerzas de rincones secretos y hallamos talentos que jamás hubiéramos creído poseer, o no al menos con tal opulencia. Y quien entra en esa dinámica va diluyendo problemas y desbaratando imposibles, con la serenidad del que apuesta por un resultado conociéndolo ya de antemano.
DETERMINACIÓN
En 1883 un ingeniero llamado John Roebling, se inspiró con la idea de construir un espectacular puente que conectara Nueva York con Long Island. Sin embargo, los expertos en la construcción de puentes de aquella época pensaban que era una hazaña imposible y le dijeron a Roebling que olvidara la idea. “Simplemente, no se puede hacer. No es práctico y, además, nunca se ha hecho antes.”

Roebling no pudo ignorar la visión que tenía en su mente de aquel puente. Pensaba en ello todo el tiempo y sabía en lo más profundo de su corazón que se podía hacer. Solo tenía que compartir el sueño con alguien más. Después de muchas discusiones, y haciendo gala de toda su capacidad de persuasión, logró convencer a su hijo Washington, ingeniero como él, de que el puente se podía construir.Trabajando juntos, padre y hijo, desarrollaron conceptos de cómo podría llevarse a cabo y de cómo podrían superarse los obstáculos de tan compleja construcción. Con gran entusiasmo e inspiración contrataron a su equipo y comenzaron a construir el puente de sus sueños.El proyecto se inició bien, pero cuando apenas habían transcurrido solo unos meses, un trágico accidente en la obra se cobró la vida de John Roebling. Su hijo Washington resultó herido gravemente y escapó por poco de la muerte. Eso sí, quedó afectado por un cierto daño cerebral, que se tradujo en imposibilidad para caminar, hablar o moverse. Muchos consideraban que el proyecto debía de ser desechado, ya que los Roeblings eran los únicos que sabían cómo debía de ser construido el puente. A pesar de su discapacidad, Washington nunca se desanimó. Todavía tenía un ardiente deseo de completar la construcción y su mente seguía siendo tan fuerte como siempre.Trató de inspirar y transmitir su entusiasmo a algunos de sus amigos, pero estaban demasiado intimidados por la tarea. Mientras yacía en la cama de su habitación del hospital, parecía recibir el mensaje de no darse por vencido. De pronto, se le ocurrió una idea. Todo cuanto podía hacer era mover un dedo y decidió hacer el mejor uso de esa posibilidad. Así, poco a poco, desarrolló un código de comunicación con su esposa.Tocaba el brazo de su mujer con ese único dedo útil, indicándola que quería volver a ver a los ingenieros. Más tarde, utilizó el mismo método para decirles a los ingenieros lo que tenían que hacer. Resultaba absurdo, pero el proyecto estaba en marcha otra vez.Durante 13 largos años Washington comunicó sus instrucciones a través del dedo en el brazo de su esposa y así hasta que el puente fue terminado. En la actualidad, el espectacular Puente de Brooklyn es percibido en todo su esplendor como un homenaje al triunfo del espíritu indomable de un hombre y a su determinación por no dejarse vencer por las circunstancias. Tal vez este sea uno de los mejores ejemplos de siempre, en los que la actitud supera un impedimento físico terrible y alcanza una meta... ¿imposible?

Reflexión final: incluso el sueño más distante puede ser realizado con determinación y persistencia.





Volver a la Portada de Logo Paperblog