Al inicio de Misterios de Lisboa (Mistérios de Lisboa, Portugal-Francia, 2010), chorrogésimo largometraje del prolífico cineasta chileno recién fallecido Raúl Ruiz, el ubicuo Padre Dinis (Adriano Luz) afirma que “todo es posible”. Un poco más tarde, que “el misterio es provocador”. Al final, uno podría agregar, desde la butaca, que todos estos misterios provocadores y que no conocen lo imposible, son además, adictivos. Uno permanece en trance viendo la pantalla durante los 272 minutos de duración de esta película y, cuando la cinta termina para irse a blancos, uno desea ver más. No hay problema: Misterios de Lisboa está disponible, también, en su versión original para televisión, en seis capítulos de una hora cada uno...
La crítica completa se publica hoy en la sección cultural de Reforma.
Misterios de Lisboa se exhibe hoy en la Cineteca Nacional a las 15:15 horas.