Cortometraje incómodo y atrevido de la directora sueca Lisa James Larsson que sirve como intensa denuncia contra la violencia sexual, interpretada por un grupo de niños y dos profesoras ubicados en el entorno de una guardería.
La producción comienza sensacionalmente con un círculo de niños hablando sobre las profesiones que les gustaría desempeñar en el futuro y los niños nos sorprenden y divierten con una fresca naturalidad a la hora de emplear razonamientos adultos puestos en la boca de niños.
Un giro radical deja al público mudo cuando uno de los niños dice que quiere ser violador y todos ellos acosan a la profesora con preguntas para que explique el significado de esta palabra, y que todos desconocen. Crítico momento en el que la cuidadora resuelve genialmente la situación con sus respuestas, pero acaba por enmarañarse en una respuesta demasiado íntima y poética sobre lo que es una violación, dejando entrever que quizá haya sufrido una en su propia piel.
Una nueva escena manejada entre la profesora y el niño estabiliza un poco el cortometraje y nos permite entender la situación del menor, pero finalmente el cortometraje se queda en la denuncia sin llegar a una resolución fluida, lo que genera una leve decepción en el espectador. El exceso poético de los diálogos mata un cortometraje llamado a ser más. Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.