Un padre y su hijo salen de casa hacia una cita de la que se desconoce por el momento el destino. Poco a poco el cortometraje nos desvela que ambos van al médico para conocer el diagnóstico de la madre, enferma, a la consulta. Allí, el niño se escapa alegremente hasta la habitación en la que está ella. Allí, no desvelaré el método, se consuma el chantaje emocional con el que el director Tudor Giurgu cierra una obra que hace bastante ya ha atajado cualquier amago de sorpresa.
Sin ver las demás obras de la Sección Oficial no estoy capacitado para decir si esta película es el Mejor Cortometraje Europeo presentado a la Seminci (así lo acredita el palmarés), pero desde luego que el concepto que desarrolla el título no termina de tener una correspondencia en la acción, se agota en lo explícito ante la cámara y se lo juega a una última carta decepcionante.
Me gusta decir que a la temperatura adecuada arde hasta el amianto. En este caso, el espectador agradece una emoción menos canalla, una a la que no se nos obliga poniéndonos entre la espada y la pared. Obvio que ante ciertas cosas a uno se le arruga el interior, pero cierto grado de sutileza apoyado en la progresividad del relato ayuda a que no sea evidente que el realizador se ha aprovechado de la humanidad del que mira.
Ciertamente es un cortometraje muy bien grabado, que apela a todos los sentidos, que crea expectativas, con dos personajes creíbles en su papel de padre e hijo (con las dificultades que conlleva haber sacado todo lo que el pequeño le da a la cámara). El viaje de casa al médico, pasando por el autobús, sí consigue crear ese vínculo entre los dos, nos convence de que son en verdad lo que son en la película.
Lástima ese tortazo final; lástima esa forzada expulsión de sentimientos a la que nos obliga, un secuestro visceral que nos deja fríos en la butaca, en muchos sentidos, a la espera de algo que nos dejara una pregunta abierta, nos sorprendiera, o nos hiciera pensar que tuvimos alguna opción de sentir otra cosa distinta. Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.