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Yaiza Martínez
Según los resultados de un estudio realizado por psicólogos de la
Wilfrid Laurier University de Canadá, las personas no sólo
tienden a relacionarse más con individuos que de alguna manera se
les asemejan (de su misma raza, de su propio sexo, etc.) sino que,
incluso, tienden a sentarse junto a personas parecidas.
Este curioso comportamiento se constató en cuatro experimentos
consecutivos realizados con universitarios, en diversos escenarios,
como: una clase el primer día de curso, o el entorno de un
laboratorio, en el que los voluntarios tuvieron que esperar sentados
en un sofá con otros voluntarios, o sentados a una mesa con la
excusa de rellenar alguna encuesta.
En todos los casos, los participantes tendieron a sentarse cerca de
alguna persona con características similares a las propias (con
gafas o no, o con el mismo color y extensión de pelo).
Este efecto se mantuvo incluso después de que los investigadores
excluyeran la influencia de la raza o del sexo en las elecciones de
los participantes.
Según los autores del estudio, esta constatación explica por qué
son tan comunes los emparejamientos o las agrupaciones de individuos
que se parecen entre ellos.
Esta situación no es accidental: las personas tienden a creer que
cuando otras personas se les parecen, es más probable que también
piensen como ellas.
Por otro lado, si se espera que una persona se parezca a nosotros,
nuestro comportamiento hacia ella es más abierto y agradable, una
actitud clave para el establecimiento de relaciones duraderas,
concluyen los investigadores.