6 casos en los que un perro puede arruinar el glamour de eva: caso 1

Mi perro, el PEQUEÑO-GRAN SOBRAS, un Sol-can, que me lleva lokita!!!

Que el perro es el mejor amigo del hombre, lo sabemos, pero que los canes pueden llegar a ser los enemigos más enemigos de eva, eso, ni yo misma lo imaginaba, es más, tenía mis dudas sobre lo de la supuesta amistad insuperable hombre/perro. Las tenía, me vais a disculpar, porque no veo yo al hombre teniendo como amigo a un ser que, aunque seguro que le gustaría, no puede beberse una mahou frente a un televisor de plasma gigantesco. Y sobre eva y el perro…ahí no tenía dudas. En realidad, no tenía nada, no se me había ocurrido relacionar a eva con un ejemplar que no pone los pies encima de la mesa de café (es broma!!!!) sino que, directamente y por el morro, se coloca sobre la susodicha mesa sin ningún tipo de reparo.

Hace un mes y algo entró en mi vida, en ese caos evístico ordenado en el que vivo, un cachorro de Yorkshire, diminuto, como un tamagochi, pero con una capacidad pulmonar que ya quisiera Pavarotti. Fue un regalo nada diminuto, una sorpresa XXL. Le esperaba con una ilusión tremenda… Yo, que siempre había huido de los perros tanto o más que de los adanes-con-copa-cubata-en-barra-oteando-presa, me sorprendí viéndome, de repente, aprendiendo a distinguir un transportín de una chaise-longue, descubriendo que hay una especie de evaxysegura para canes, los empapadores donde hacen sus dos únicas necesidades, vamos a decir, mayores y eligiendo un collar para llevarle a dar los voltios de rigor recomendados por expertos en nutrición canina (osti, se coló otro jinggle de publi)

Mis amigas, amigos, conocidas, conocidos, enemigas y enemigos se pasaron una semana alucinando. Ellos no lo saben…pero tengo constancia, no hay más que infiltrar a alguna amiga eva en los círculos que te rodean para garantizar que la operación “espionaje sistemático” o “sucedáneo de pentágono a la espanish” se pone en marcha, de que unos lo justificaron diciendo que “como candela ya no cumple los treinta, pues…es que ya ha entrado en esa edad que…hija, le calmará las hormonas…¿por qué ya debe andar con revueltas, no de la primavera árab,e sino de la pre-premenopausia ¿no? pobrecita” Eso de pobrecita, repito, tengo pruebas que obran en mi poder, lo dijo más de una presunta amiga que está más cerca del medio siglo que yo de ser nombrada la musa de Victoria Secrets.

Me consta que otros y otras, no tengo claro ya si presuntos o implicados, se explicaron mi repentina perrofilia a mi situación emocional (qué fino me ha salido), conocida ampliamente, por unas 10 o 12 personas, que en estos tiempos de crisis en los que los sálvame de luxe en mesa de café, tras dejar a los nanos en el cole, no se producen, ya es mucho. Se trata, de una situación estable. Y digo estable porque estoy como vaquita en el establo, paciendo, en paz pacificada, paciendo y en un barbecho AMOROSO total (y no esperéis parte médico habitual sobre lo de la barbechitis aguda-crónica, porque no se producirán novedades hasta el 2022, como mínimo!)

Ni barbecho, ni baile de hormonas, ni nada que se le parezca. SOBRAS, que así se llama el león de mi Yorkshire, en honor  a uno de los personajes de mi amado Tim Burton (abuela, si lees esto, no creas que se trata del que se casó reincidentemente con la que tu llamabas La-isabel Tailor, que no, que es un director de cine!) me encantó nada más verle porque sí, porque me ladrisqueó al verme -¡cómo me recordó a un novio-adán que me decía Uuuauuuu, cuando me ponía pantalones stretch!- y tiene, junto a esa mandonería ladradora una ternura especial, vamos, como los adanes de pro, que llevan incluido su kitdecan, con su parte canina y su parte dulce!

Le puse el collar, dándole dos vueltas, porque cabían dos como él y… es que… nunca me aclaro con las medidas ni las tallas, digo yo que esa será la razón de que, cuando entró al probador con la ropa de la 36 tenga que salir, indefectiblemente, a cambiarla por una 38 o una “-tiocho-y…”

Aquí Candela y Sobras, que no las sobras de Candela, pasaron su primera noche juntos hace ya algo más de un mes: él, ladrando en la cocina de casa de Candela, quien había dejado emanar su instinto maternoheidi y había ideado un mecanismo que, por favor, vais a mantenerme en secreto, para que el leoncete durmiera como un rey…Candela, yo, pensó que si a los adanes-oh-rey les gusta dormir con un poquito de luz y tras un masaje en la espalda (signo de esa austeridad y ese conformarse con “poco” que caracteriza al Adán de hoy!)…pues que tocaba hacer lo mismo, pero versión perruna, así que dejé la luz del extractor de mon cuisine encendido y, tras masajearle el lomo, acongojada y extrañamente turbada (aquí me he pasado, lo reconozco, en la dosis de estilo místico) me fui a intentar dormir. Ahora no sé si soñé con Sobras o es que en realidad, con sus ladridos de cachorro de 6 meses, no pegué ni ojo y no fue un sueño sino la sobrasvigília.

Al día siguiente (podría haber inventado yo la letra de los “bitels” esa de “a Hard day’s night”) a las 7 ya estaba Candela en pie (casi de guerra), con la bolsita cacacan, el flexiflex, el perrillo y unas ojeras-bolsas-oculares que me llegaban a los tobillos…ah, y con un hueso con aspecto de tener sabor a plástico en el bolsillo: Dale un “premio” para que asocie la callea a miccionar”, me había dicho el veterinario. Y lo entendí a la primera: a Adán le pasa lo mismo con crecerse y tontear… es ver un pub o una calle con evas y… ala…a hacer sus asociaciones!!!

Yo tiraba con el flexi, ese aparato que tiene una cinta que se alarga y se acorta (he escrito aparato, pero no es lo que estáis pensando!) pero el pequeño-gran Sobras dirigía sus pasos en dirección opuesta a mi tirón, con lo que, me temo, el vecindario fliparía y pensaría: esta Candela era ya rara, pero ahora…le ha crecido un perro y lo lleva a las 7,30 por la rue, sin haberse recuperado de su borrachera, haciendo más eses que Rajoy en un discurso…

En ese trabajo inicial de doma y control de la direccionalidad del animalito cuatrimotor, o cuatrípedo, ocupé el tiempo necesario para llegar a casa como una moto, con la tensión arterial disparada, y apenas cinco minutos, que debía dividir, en división no decimal, entre: desayunar;  engañar al can para marcharme a trabajar sin que despertase a todo el barrio con su música ladridil, nada que ver con la new age, os lo juro; pintarme los morros y ponerme algo de blush; ponerle comida en la tacita; ordeñar un café-au-lait a mi nespresso-marca-blanca y leerme el capítulo 6 del libro de autoayuda “Empieza el día con ilusión y sueña para que tus sueños te sorprendan a la vuelta de la esquina”.

Y lo hice.

Y el libro tenía toda la razón: al doblar la esquina que hay cerca del garaje donde mi coche duerme (esa noche él durmió más que yo!) me encontré con una conocida-casi-amiga que, toda estupenda, me dijo: “Ui, qué sorpresa, ¿qué tal? No, no me digas, estás enferma ¿verdad? Hija, es que se te nota a la legua, tienes unas ojeras…qué rabia no…con lo que siempre te cuidas ¿no?”

Y así fue cómo descubrí una de las 6 razones por las que tener un perro es algo contraindicado para el glamour de eva…¡mañana os cuento la segunda!

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