6 mitos sobre las sillas a contramarcha

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

Uno de los temas a los que he dedicado más tiempo en este blog en los últimos meses ha sido a la importancia de que los niños viajen en el coche a contramarcha cuanto más tiempo mejor ya que no sólo es posible hasta bien mayores sino que, además, es la opción más segura (¡pero de lejos!).

La contramarcha todavía es un tema que está en pañales en España. Quizá no tanto en Internet, donde cada vez hay más interés y mejor información, pero desde luego sí a pie de calle. Que el Peque vaya a contramarcha en el coche con sus casi 4 años es de las cosas más contra corriente que ahora mismo mostramos como familia. De hecho, de todas las familias que conozco, sólo otra familia además de nosotros lleva a sus hijas en este tipo de sillas.

Como he comentado en muchas ocasiones, hace mucho que dejé de dar consejos. Incluso cuando me preguntan, a menudo no digo ni la mitad de lo que realmente quisiera decir. Así que no, no voy por ahí evangelizando sobre la contramarcha, aunque a veces me tenga que morder la lengua y me quede días y días dándole vueltas pensando en cómo llevan algunos a sus hijos en el coche. Pero aún así, como tampoco nos escondemos, a veces surge el tema y con el tema surgen, inevitablemente, un montón de falsos mitos.

De eso va el post de hoy, de desmontar esos falsos mitos que a menudo escuchamos sobre las sillas a contramarcha:

1 – En las sillas a contramarcha los niños no ven nada >> FALSO.

Cuando los bebés van en un grupo 0 ó 0+ “clásico”, que entiendo que es lo que usa todo el mundo cuando son recién nacidos (esto que muchos llaman “huevito” o “maxicosi”) van sentados en una silla relativamente baja y en la que su posición está bastante hundida. Además, estamos hablando de bebés muy pequeñitos, que por su propio tamaño es lógico que no puedan alcanzar a ver apenas nada por la ventanilla ni mucho menos por la luneta trasera.

Cuando les pasamos a una silla más grande, tanto si utilizamos una silla a favor de la marcha como en contra de la marcha, el niño puede mirar perfectamente por la ventanilla. Los niños que van a contramarcha, además, están más centrados en la ventanilla, con lo que pueden ver mucho mejor. Y, por si fuera poco, en cuanto crecen un poco pueden empezar a ver por la luneta trasera, que da un juego maravilloso con ellos.

En cambio, los niños que van a favor de la marcha, lo que ven es el respaldo del conductor o del copiloto y un trozo de ventanilla, no mucho, ya que van pegados al respaldo del coche y con el protector de la cabeza la visión lateral tampoco les permite ver demasiado.

Desde mi punto de vista, los niños que menos ven son los que van a favor de la marcha.

2 – En las sillas a contramarcha no puedo ver cómo están los niños >> FALSO.

Cuando nació Mayor compramos un espejo-peluche para el asiento del coche. El espejo se coloca en el respaldo, es decir, frente al niño, de modo que nosotros podemos ver el reflejo de ese espejo en nuestro retrovisor.

Lo hemos utilizado un montón, con ambos niños. Práctico, barato y además monísimo.

Además, para poder ver a Mayor una vez que pasó a la silla a favor de la marcha (¡terrible decisión cuando aún no tenía ni 9 meses!), compramos un retrovisor adicional, esta vez para instalarlo al lado del nuestro, del que se usa para conducir. En concreto, éste de la foto, que además no puede ser más barato:

Lo pegas con una simple ventosa y ya lo puedes orientar como te haga falta para poder ver al niño.

Dicho esto, yo personalmente creo que cuando se conduce, se conduce. A pesar de haber utilizado estos dos espejos con los niños, yo llegué a la conclusión de que si tienes que mirar varias veces hacia atrás lo mejor es que pares.

El Peque hasta los 2 años largos no paraba de llorar en el coche. Era realmente angustioso cómo lloraba, ¡odiaba el coche con todas sus fuerzas! Conducir con él en el coche era muy estresante, yo me bajaba que no me podía ni mover de la tensión de concentrarme en la conducción con sus llantos desgarradores. Ni qué decir tiene que durante todo ese tiempo sólo cogimos el coche lo imprescindible y que yo evité todo lo que pude montarme sin otro adulto. Pero a veces había que salir. Y mirar por el espejo no ayudaba nada. Al contrario, bastante tenía ya con el llanto del uno y los “mamá, dile que se calle ya de una vez que no puedo más” del otro como para también tener que estar pendiente de mirarles por los espejos. En fin, que terminamos quitándolos porque eran más distracción que otra cosa.

Tienen su utilidad cuando son muy muy pequeñitos, pero una vez que pueden vocalizar un mínimo, creo que no hace falta estar mirando hacia atrás constantemente.

Los ojos están mejor centrados en la carretera.

3 – En las sillas a contramarcha no caben las piernas cuando crecen y van incómodos>> FALSO.

A continuación podéis ver como va el Peque en una foto de hace unas semanas. Es un niño pequeñito para su edad. Para que os hagáis una idea, pesa unos 14.5 kg y mide unos 95 cm.

Como se aprecia en la foto, tiene sitio más que de sobra tanto para ir con las piernas así como las lleva, recogidas, o bien estiradas o como más le apetezca. Su silla es una Kipplan Triofix Recline.

Gracias a mi amiga (la que os digo que lleva a sus hijas a contramarcha) os puedo mostrar una foto de una niña grande para su edad, justo ya en el límite de la silla. Una niña de 6 años con un percentil 90 tanto de peso como de estatura, es decir, más o menos unos 24-25 kg y 1.27 cm de altura.

En la foto se puede observar que aún siendo una niña muy alta, sigue teniendo espacio para las piernas. En fin, que caber caben, y caben cómodamente.

4 – En las sillas a contramarcha los niños se aburren y protestan >> FALSO.

Hay niños que odian el coche. Y cada cual tendrá sus motivos pero seguramente no será por ir en un sentido o en otro.

El Peque estuvo llorando más de dos años, pero llorando de forma verdaderamente terrible, hasta el punto de que procurábamos evitar tener que coger el coche con él. ¿Por qué? Pues como no podía explicarse no podemos saberlo seguro, pero yo sospecho que la razón fundamental es que no quería ir separado de mi ni aunque fuera un instante. Además, tampoco tenía facilidad para dormirse en el coche, con lo que estar inmovilizado, aburrido y lejos de mi y de la tetita para él debía ser un suplicio.

Poco a poco se le fue pasando y aunque muchas veces a los 5 minutos de estar montado empezaba a lloriquear preguntando que cuándo llegábamos, en torno a los dos años y medio ya había dejado de llorar completamente. Parece poco tiempo pero fue eterno, los que estéis pasando lo mismo sabéis de lo que hablo.

Cuando un bebé llora en el coche no se nos ocurre cogerle en brazos. Bueno, a lo mejor a alguien sí, pero la mayoría de la gente somos sensatos y entendemos que la silla del coche es necesaria para los niños y que si tienen que llorar ese rato, pues es un mal menor frente al mal que estamos previniendo.  Y aquí ya no hablamos de contramarcha o no, hablamos de seguridad vial en general.

En definitiva, siempre habrá niños que detesten ir en coche, por la razón que sea. Pero no por ello les vamos a permitir ir de cualquier manera, porque su seguridad es lo más importante.

Os voy a decir una cosa que algunos seguro que habéis vivido: conducir con un bebé berreando es espantoso. Existe un serio riesgo de accidente salvo que tengas nervios de acero y horchata en las venas. Es mejor parar, bajarse, achucharle, darle la teta y seguir camino tranquilamente. O dejar de coger el coche si es necesario. Lo que sea, pero cometer riesgos no. Yo he parado muchas veces, a veces hasta varias veces en un trayecto de apenas 30 minutos. Pero, de verdad, no creo que compense nunca nunca correr el riesgo de tener un accidente mortal.

En cualquier caso, os puedo contar que en nuestra experiencia concreta precisamente coincidió que el Peque empezó a estar muchísimo más contento en el coche cuando le pasamos a su silla de mayores, igualmente a contramarcha. El nunca ha ido a favor de la marcha y, sin embargo, cuando pasamos del grupo 0+ a la Kipplan que véis en la foto, dejó de llorar tan amargamente nada más montarle. ¡Y seguía yendo a contramarcha!

¿Casualidad? En parte seguro. Al  fin y el cabo ya tenía algo más de 2 años cuando dejamos atrás el grupo 0+, así que por edad está claro que le tocaba entender que no pasa nada por montarse en el coche un rato. Pero estoy segura de que también influyó que en esta silla va más alto y más erguido, menos encajado y hundido. En definitiva, una postura más cómoda y que además le permitía ver mejor por la ventanilla.

5 – Las sillas a contramarcha son muy caras >> FALSO.

Este punto me lo suelen decir mucho y es el que menos entiendo. ¿Más caras con respecto a qué? Las sillas de coche buenas a favor de la marcha también son “caras”. Lo pongo entre comillas porque para mi no puede ser caro algo que está protegiendo la vida de mis hijos y que si cogemos calculadora y dividimos por tiempo de uso nos sale una cifra realmente bajita.

Hombre, si estamos hablando de una silla de 100 euros comprada, pongamos, en Carrefour, entonces sí, claro, es caro. Pero aquí ya no estamos hablando de contramarcha o no, estamos hablando de otra cosa.

6 – En las sillas a contramarcha los hermanos no pueden verse ni hablarse>> FALSO.

De hecho, es justo lo contrario. Dado que nuestros hijos van uno mirando hacia delante y el otro hacia atrás, pueden verse la cara e incluso darse la mano sin apenas esfuerzo. En cambio, cuando se montan con los abuelos, que llevan dos sillas a favor de la marcha, no pueden verse ya que no se lo permite la protección que llevan en la cabeza.

No sé si me dejo alguno. Estos son los 6 mitos contra las sillas a contramarcha que escucho con más frecuencia. Desmontados quedan.

¿Cuáles añadirías tú?