6 trucos para vender más en tu restaurante

Por Lagastroredactora @lauraelenavivas

Crónicas de una camarera

Ya sabes que uno de los tres temas de este blog es la restauración.

Y en la sección Crónicas de una camarera cuento anécdotas, vivencias y aprendizajes que he tenido trabajando en el sector. Algunas son  graciosas, y otras, como la de hoy, son interesantes para quienes trabajen de cara al público.

En esta entrada te voy a contar seis trucos para vender más que he aprendido con algo de teoría y mucho de ensayo/error en este trabajo.

Son consejos sencillos que no requieren inversión de dinero, solo ganas de hacer las cosas bien.

6 consejos para subir la facturación de tu restaurante

1.- Contacto visual.

Esto no es importante. Es básico.

Lo aprendí en una charla de la Escuela de Marketing Gastronomico y después lo puse en práctica. Es totalmente cierto.

Aunque tengas el local a reventar y no des abasto, si alguien cruza el umbral de la puerta hay que mirarlo y saludarlo.

Si no lo puedes atender en ese momento dile (o hazle señas si la bullaranga no permite que te escuche) “en un minuto estoy contigo” o su equivalente, que ya solo con ese pequeño gesto la gente se siente atendida.

Si no me lo crees, haz la prueba como cliente.

Lógicamente, luego no tardes 20 minutos en atenderle, que si no se irán hartos por tu lentitud.

Pero a las personas, a todas o casi todas, nos gusta que nos hagan caso, nos gusta sentirnos especiales, y entrar a un sitio y que nos ignoren olímpicamente no es del agrado de nadie. Te garantizo que te servirá.

2.- Ubica a tus clientes, preocúpate por ellos

Sucede que el local está lleno en apariencia, entran dos personas interesadas en tomar algo pero no ven sitio donde situarse… y se van.

Muchas veces los clientes cuando entran no tienen el campo visual que tienes tú desde la barra o desde el salón para ubicar un espacio donde acomodarse, y por eso necesiten una ayuda.

También puede pasar que la solución sea tan sencilla como decirle al grupo que está ocupando media barra con sus abrigos, bolsos, bolsas de la compra y el cesto de la ropa sucia de sus casas que por favor (con una amplia sonrisa, ojito) recojan un poco sus cosas y ya tienes unas cañas o vinos vendidos con los nuevos clientes.

Nuevamente, a las personas nos gusta sentirnos atendidos, y si al mismo tiempo la acción incrementa la facturación, mucho mejor.

Pero seamos claros en este punto, no hay que pasarse de la raya: trabajé una vez en un sitio en el que, en la medida en que entraban reservas para comer, las encargadas iban apretando a las personas en las mesas para meter a todo Dios como sea. Aquello parecía una larga mesa de un solo grupo de lo pegados que estaban los comensales.

Algo así…

3.- El truco de los vasos 

Si la mesa está montada con vasos para el agua, una vez le tomas nota de la comida y la bebida, pregunta si les retiras los vasos o se los dejas (esto en el caso de que NO te hayan pedido agua, of course).

He comprobado que muchas veces esta tontería les recuerda que tienen sed y te pedirán una botella de agua o te dirán que se los dejes para pedirte después. Validado por mí.

Lo malo es cuando te piden una jarra de agua de grifo. Pero eso es imposible controlarlo. En fin…

4.- Ofrecer

Así de simple.

Y así de complicado. Porque tampoco hay que pasarse pues corres el riesgo de ser pesado y cargante.

Pero ofrecer. Una cañita de aperitivo mientras ven la carta y eligen lo que comerán y beberán; café o infusiones al terminar el postre; un licor o una copa después, otra bebida si ves que ya han terminado la que tenían.

Pequeños detalles que incrementan la cuenta final pero siempre pensando en la comodidad y la buena atención de las personas a las que estás atendiendo (que no eres la azafata de Ryanair vendiendo de todo). Tus clientes te agradecerán estar pendientes de ellos, y tu jefe también.

5.- Los postres

Está relacionado con el punto anterior, pero con matices añadidos.

No es lo mismo decirle a la mesa que ha terminado “¿queréis postre?” y ya está, que buscar primero la carta, acercarte con ella a la mesa para entregarla y enumerar algún matiz del listado de dulces o varios: nuestros postres son todos caseros, les recomiendo la cheesecake que la acaba de hacer el chef, nuestra tarta de chocolate es la de toda la vida con galletas y crema formando capas, etc.

Nuestra cabeza trabaja muy rápido, y si nos describen verbalmente comida enseguida nos la imaginamos y ¡voilà! esa imagen hará que queramos comerla.

Cliente babeando…

He escuchado a algunos expertos en marketing que son partidarios de los carritos de postres ya que el efecto visual en los clientes al ver los dulces se supone que provoca que pidan más. A mí sinceramente no me gusta esa técnica porque los postres pierden frescura y porque los carritos estos me suenan a restaurante casposo, pero ya se sabe que las tendencias van y vienen y se está volviendo a hablar de ellos.

6.- Escuchar. Actuar.

Por último, algo que aprendí hace unos días: escuchar y actuar.

Estaba un grupo de ocho personas comiendo en una mesa. Mientras los atendía iba oyendo buenos comentarios sobre la comida, pero al llegar a los postres (habían pedido dos distintos) escuché críticas burlonas entre ellos, porque a algunos no les habían gustado.

La verdad es que yo los estaba oyendo y me molestó un poco el tono de los comentarios, pero hice como si nada por no meterme en la conversación.

Después que se fueron pensé que, si en vez de hacerme la indiferente cuando los escuché la primera vez, me hubiese acercado, preguntado por los postres y ofrecido alguna alternativa, no sé si hubiese aumentado la facturación, pero sí que se habrían sentido especialmente bien atendidos, son detalles de atención que a todos nos sorprenden y nos gustan -y en algunos casos sí que sirven para que las personas consuman más-.

Moraleja: estar atento a lo que oyes en las mesas (en cuanto al servicio, que no estoy aconsejando otra cosa) y actuar si es necesario.

¿Conoces algún otro truco para vender más?

¡Feliz semana!

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