Revista Coaching

634.- "Siempre se ha de conservar el temor, más jamás se debe mostrar"

Por Ignacionovo

Autor: Francisco de Quevedo En la semana de Haloween, esa fiesta local que hemos ido adoptando como propia en todas partes, sin saber muy bien el porqué, hablemos de miedo.

“Científicos aseguran que el miedo se puede borrar de la mente”, clamaba el titular de la noticia que captó inmediatamente mi atención. Pensé de inmediato: ¡Qué buen hallazgo!, para después,  y tras una reflexión más profunda, concluir que quizá no tanto.
Pero empiezo el relato con la propia noticia en sí, y lo que decía en torno al contenido del experimento que llevó a los científicos a la conclusión antes mencionada.
Investigadores de la Universidad de Uppsala, en Suecia, han demostrado con éxito en ratones que, si se interfiere la memoria del miedo en el momento justo y los recuerdos son recientes, se puede debilitar su impacto en el cerebro.
El trabajo, dirigido por el investigador Thomas Agren, empleó una técnica de resonancia magnética funcional para observar los efectos del miedo en personas, llegando a descubrir que después de un impacto traumático, el recuerdo y su consolidación se fijan en la amígdala cerebral, al igual que pasaba con los ratones. De este modo, lo que ha conseguido Agren y su equipo, ha sido demostrar que "es posible borrar la huella de los recuerdos temerosos en la memoria de las amígdalas cerebrales y debilitarlo al interrumpir el período de reconsolidación en el cerebro".
Según los científicos, y esta es la mejor parte, la investigación supone un gran avance para conocer más sobre la memoria humana y podría ayudar a mejorar los tratamientos de problemas como la ansiedad o las fobias.
Bien. Todos reconocemos que el miedo es uno de los grandes paralizadores de nuestra vida y su 'mala prensa' se justifica, probablemente, por todas las angustias y malos momentos que nos hace pasar de forma real o imaginaria. Pero el miedo también tiene una parte positiva. El miedo nos permite reaccionar espontáneamente ante el peligro y, con ello, alertar a nuestras defensas para que se desplieguen ante una amenaza concreta o inconcreta, salvándonos acaso la vida. Este tipo de temor es el que nos lleva a preocuparnos cuando alguien o algo importante para nosotros, está en peligro real. Cuando el peligro ha pasado, el miedo desaparece, y nos olvidamos de él.
Si uno recopila momentos trascendentes de su vida, se percatará de que en muchos de ellos, como una especie de acompañante fantasma, pero constante, ha estado el miedo. Hemos sido rechazados, y hemos sentido el dolor y el terror a sentirnos solos. Aprendimos, por miedo, a mirar para advertir todas las señales de odio, y hemos aprendido a fingir tan bien, que parecemos no ser conscientes de nuestro miedo, aprendiendo a convivir con él casi sin notarlo. Pero siempre está ahí. De hecho, no tenemos ni idea de lo que es vivir sin miedo. Y este tipo de miedo, sí es amputador y prescindible, porque no sirve para asegurar nuestra subsistencia, sino para evitarnos vivir al limite de nuestras posibilidades.
Y como hay varios modelos de miedo, uno positivo y el otro negativo, ya no tengo tan claro, como decía al principio, que borrar por completo el miedo de nuestra mente sea una buena decisión. Sí lo sería eliminar únicamente el miedo cerval e injustificado, el terror sin nombre, o cualquier otro pánico que nos acechara en la vida cotidiana sin razón aparente y presente nada más que los laberintos de nuestra imaginación. Pero...
Y por si el hallazgo científico fuera poco polémico, me encuentro, además, con la noticia de que el Pentágono estadounidense está buscando la formula perfecta de unas pastillas capaces de eliminar el miedo. ¿Por qué dejar que la naturaleza humana y su bondad intrínseca, se interponga en el camino de todas las guerras que, supuestamente, se deben luchar sin conciencia y sin piedad?
Según la revista Wired, el Pentágono está invirtiendo hasta 11 millones de dolares, con la esperanza de que la D-cicloserina (DCS) se pueda emplear para deshacerse de los recuerdos espantosos. El objetivo sería "reescribir" esos malos recuerdos, para que resultaran menos estresantes cuando el paciente los recuerda.
Se dice que la susodicha píldora, podría tener su utilidad contra la depresión, la esquizofrenia, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de estrés postraumático. Pero, seamos honestos, en el el Pentágono están interesados, porque los investigadores creen que podría ser utilizada para eliminar el miedo del cerebro.
¿Un ejército sin miedo y ya, de paso, sin cerebro? Mala idea.

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